Alberto Benegas Lynch (h) sintetiza algunas advertencias que Juan Bautista Alberdi dirige a sus contemporáneos del siglo XIX, que también sirven para los argentinos de hoy, que todavía transitamos por una etapa de subdesarrollo mental y moral:
Primero, su crítica al positivismo legal: «Saber leyes, pues, no es saber derecho».
Segundo, su aversión al estatismo: «El ladrón privado es el más débil de los enemigos que la propiedad reconozca. Ella puede ser atacada por el Estado, en nombre de la utilidad pública».
Tercero, su advertencia respecto a las cargas fiscales: «Después de ser máquinas del fisco español, hemos pasado a serlo del fisco nacional, he aquí todo la diferencia. Después de ser colonos de España, lo hemos sido de nuestros gobiernos patrios».
Cuarto, su arenga a la energía creadora en libertad: «¿Qué exige la riqueza de parte de la ley para producirse y crearse? Lo que Diógenes exigía de Alejandro, que no le haga sombra».
Quinto, su alarma frente a la inflación: «Mientras el gobierno tenga el poder de fabricar moneda con simples tiras de papel que nada prometen, ni obligan a reembolso alguno, el “poder omnímodo” vivirá inalterable como un gusano roedor en el corazón de la Constitución».
Y sexto, los límites del poder para que centre su atención en la seguridad y la justicia: «Si los derechos civiles del hombre pudiesen mantenerse por sí mismos al abrigo de todo ataque, es decir, si nadie atentara contra nuestra vida, persona, propiedad, libre acción, el gobierno del Estado sería inútil, su institución no tendría razón de existir».
(De https://panampost.com)
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1 comentario:
El papel del Estado en la economía nunca debe ser omnímodo, inflacionista, rapaz ni coartador de la iniciativa privada, pero no debe limitarse a la defensa de la vida, la propiedad y la libertad de los individuos porque alguien debe poder de llevar a cabo acciones y planes que favorezcan los intereses colectivos del conjunto nacional, el bien común, algo a lo que es mejor llegar a identificar desde una discusión pública y usando métodos políticos claros, democráticos y homologables.
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