El liberalismo es resistido por distintos sectores de la sociedad, principalmente por aquellos sectores pseudoespirituales que, presas de un sentimiento de envidia, no soportan el éxito económico de otros. Los materialistas con poco éxito, fingiendo poseer una moral elevada, no soportan que otros los superen.
Por lo general, el pequeño comerciante y el pequeño industrial, son reconocidos como personas útiles a la sociedad. Sin embargo, cuando son más útiles y se convierten en grandes comerciantes y grandes industriales, aparentemente dejarían de ser útiles a la sociedad, ya que ahora entra en juego el factor envidia, que perturba incluso a la lógica más elemental.
Este fenómeno social no es nuevo. Alfredo Sáenz escribe respecto de lo que sucedía en la Edad Media: "La actividad comercial no tiene, en sí, nada de reprensivo. Todas las sociedades han contado siempre con personas dedicadas a la compraventa de productos y mercancías. Sin embargo no deja de resultar curiosa la evolución que a lo largo de la Edad Media fue sufriendo la figura del comerciante".
"Cuando lo vemos aparecer en escena, advertimos que gozaba de general benevolencia, siendo considerado como un bienhechor de la sociedad, por cuanto viajando de aquí para allá, incluso fuera del propio país, ofrecía, a veces con detrimento de la propia seguridad, todas aquellas mercancías que eran necesarias a ricos y pobres".
"Pero a medida que se fue haciendo menos peligrosa la profesión del mercader y sus bolsos se fueron llenando con siempre mayor rapidez, comenzó a extenderse un sentimiento de antipatía en relación con ellos, coincidiendo en el ataque los caballeros, los artesanos e incluso los sacerdotes" (De "La cristiandad y su cosmovisión"-Ediciones Gladius-Buenos Aires 1992).
La antipatía generada por el éxito ajeno no es otra cosa que la envidia que surge entre la gente materialista que trata de encubrir su serio defecto aduciendo ciertos "principios morales" que los caracterizarían, negándoselos a los mercaderes exitosos. La envidia es la tristeza propia provocada por una alegría o éxito ajeno.
Por lo general, el egoismo y el materialismo reinante en las distintas sociedades se producen en todos los sectores, y no sólo entre los exitosos empresarios, por cuanto la envidia que generan no surge precisamente de personas auténticamente espirituales. Alexander Solyenitsin criticaba justamente a las sociedades occidentales por su creciente materialismo en desmedro de lo ético. Juan Manuel Prada escribió al respecto: "Nadie como él supo mostrarnos los horrores de la conciencia humana privada de su dimensión divina, no sólo los horrores del comunismo, que padeció en sus propias carnes, sino también los horrores de un Occidente que se ha infligido la más pavorosa de las mutilaciones, que es la renuncia al espíritu, en su búsqueda insaciable de bienestar y en su exaltación de una libertad sin más cortapisas que las estrictamente legales" (De "Nueva Lectura" Número 200-Buenos Aires Noviembre 2010).
No toda persona siente envidia por quienes tienen más dinero, ya que en sus vidas predominan otro tipo de valores. Sin embargo, desde Marx en adelante se habla de la "lucha de clases" como una ley de la sociedad aunque existan muchos sectores que ni siquiera se les pasa por la cabeza luchar o sentir envidia por cuestiones materiales. Al error de Marx, de confundir la vieja y tradicional envida por un fenómeno social de mayor trascendencia se le suma el imperdonable error de promoverla y de trastornar la sociedad tratando de adaptarla a los sectores envidiosos.
Se puede intentar establecer una sociedad buscando una plena adaptación al orden natural, o bien tratando de adaptarla a los mejores, éticamente hablando. La peor decisión implica establecer una sociedad tratando de que todos se adapten a los peores; los envidiosos. Justamente el socialismo apunta a liberar al envidioso de su pesada carga emocional, aunque sin conseguirlo. Helmut Schoeck escribió: "Lo realmente trágico de la ideología socialista es sólo el intento de idear toda una economía y un programa de medidas de fuerza, basados en el presunto deber de crear una sociedad de iguales que se verían redimidos de la envidia" (De "La envidia"-Club de Lectores-Buenos Aires 1969).
Cuando el sentimiento de la envidia se traduce en acciones concretas, se convierte en la mayor parte de los males sociales e individuales. Los sucesivos fracasos del socialismo no deben sorprender a nadie por cuanto ha sido promovido por Marx y sus secuaces, quienes no intentaron que la gente dejara de lado la envidia, sino que la promovieron para establecer revoluciones y asegurar la esclavitud de los sectores envidiados. Suponían que, una vez establecido el socialismo, la envidia desaparecería, objetivo nunca cumplido ya que la envidia mantiene su vigencia especialmente en las sociedades materialistas en extremo.
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1 comentario:
Es conocido que el “hombre nuevo” cubano es, generalmente, más envidioso que el hombre clásico de los “países capitalistas”, y que la envidia está directamente emparentada con el resto de la pobreza espiritual y ésta con la material.
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