Por ser la Biblia un conjunto de libros que promueven actitudes éticas, las visiones apocalíticas negativas hacen referencia a una severa decadencia moral. Como se trata de visiones de lo que podrá ocurrir en el futuro, o quizás en el presente, sólo pueden ser consideradas como posibilidades de ser concretadas. De ahí que, en el terreno de las suposiciones, podemos preguntarnos acerca de cuáles serían los síntomas elocuentes que evidenciarían tal decadencia moral.
Seguramente que alguien dirá que en todas las etapas de la historia de la humanidad han existido delitos, guerras y violencia, además de catástrofes de todo tipo. Es por ello que, para advertir diferencias significativas respecto de otras épocas, debe considerarse el porcentaje de gente que muestra un importante desvío respecto de la moral natural elemental; la que conduce a una vida exenta de violencia y de sufrimientos extremos.
Si bien en etapas previas de la humanidad hubo conflictos de todo tipo, la mayoría de la gente seguramente admitía, vía religión, la existencia de una ética derivada "de lo alto", es decir, desde Dios o de un orden natural regido por leyes invariantes. Los desvíos de la ética religiosa se producían bajo una actitud de hipocresía, es decir, se reconocía la existencia del bien y del mal, pero se hacía el mal bajo cierto disfraz de virtud.
En la actualidad, por el contrario, se hace el mal sin siquiera disimular la ausencia de virtud, por lo que estamos en una etapa de cinismo explícito. Ello se hace evidente cuando gran parte de la población aplaude, admira o respeta a ideólogos que han promovido y promueven la violencia hasta el extremo del terrorismo. El caso de mayor relevancia es el de las autoridades de la Iglesia Católica que han convertido a tal institución en una promotora mundial del marxismo-leninismo, ideología completamente opuesta a la ética bíblica. Pareciera que han reemplazado los Evangelios por la Teología de la Liberación, camino alternativo al socialismo.
El socialismo adopta las ideas básicas de Karl Marx, desde el punto de vista teórico, mientras que su puesta en práctica se asocia a Vladimir Lenín; ambos personajes promotores del odio colectivo, de la lucha entre sectores sociales y también del terrorismo. Hans von Huyn escribió: "En la convención del partido social-demócrata, poco antes del asalto de Tiflis (1906), se había presentado una propuesta en que se condenaba esta clase de atentados por considerar que perjudicaban el prestigio del partido social-demócrata. Lenin, sin embargo, defendió el terrorismo y, junto con otros treinta y cuatro bolcheviques, votó en contra de dicha propuesta, que, sin embargo, fue aprobada por la gran mayoría. A pesar de todo, Lenin y Stalin realizaron el asalto de Tiflis (1907)".
"Desde Marx y Lenin hasta la banda de Baader-Meinhof y los asesinos de Aldo Moro, las Brigadas Rojas italianas, los comandos terroristas palestinos, las bandas de adoctrinamiento marxista que operan en Sudáfrica y América Latina, para todos ellos el terrorismo es válido como medio legítimo para la realización del socialismo".
"Karl Marx escribe el 5 de noviembre de 1848 en la Neue Rheinische Zeitung (Nuevo Diario del Rhin): «El canibalismo de la propia contrarrevolución convencerá a los pueblos de que solamente existe un medio de abreviar los asesinos estertores de muerte de la antigua sociedad, sólo un medio de simplificarlos, de concentrarlos: el terrorismo revolucionario»".
"Y Lenin escribe en sus Obras Completas, tomo 39: «El terror es un medio de persuación» y en su ensayo Womit beginnen (¿Con qué comenzar?) escribe: «Por principio, nunca hemos rechazado el terror y tampoco podemos rechazarlo»".
"El terrorismo, para decirlo con una expresión marxista, es «inmanente al sistema del marxismo»: como terror de grupos de choque para instaurar el dominio marxista y como terror de Estado para mantenerlo. El terror de los grupos de choque de Lenin y Stalin tiene la misma finalidad que el de los imitadores actuales. El terror de Estado marxista que mantiene el sistema se expresa en el dominio de espanto de la KGB y de todas sus subsidiarias, en el Archipiélago Gulag, en la internación forzosa de personas sanas en casas de orates, en el muro de Berlín, en el alambre de púas, en la orden de disparar y en los autómatas que matan en la frontera zonal entre las dos Alemanias".
"Constituye una minimización del marxismo y del leninismo cuando a veces se habla del dominio del terror del «estalinismo». El terrorismo fue exigido por Marx; y Lenin no solamente lo practicó y defendió para conquistar el poder, sino también lo fundó para conservar las estructuras de poder socialistas".
"El 17 de junio de 1922, en una carta al comisario del pueblo para la justicia, Kursky, Lenin escribe refiriéndose a cambios necesarios de la ley penal: «El pensamiento fundamental ojalá que sea evidente, pese a todos los defectos del bosquejo en crudo: es el de establecer abiertamente una tesis de principio y políticamente verídica (no sólo estrecha y jurídica) que motive la esencia y la justificación del terror, su necesidad y sus límites. El tribunal no deberá eliminar el terror. Prometer esto sería autoengañarse o sería un verdadero engaño...La formulación debe hacerse en la forma más amplia posible, porque sólo la conciencia jurídica revolucionaria y la conciencia moral revolucionaria fijan las condiciones para el empleo más o menos amplio en la práctica»" (De "Victoria sin guerra"-Editorial Andrés Bello-Santiago de Chile 1987).
Si bien en la actualidad se ha dejado de lado el método revolucionario tradicional para la toma del poder, siendo reemplazado por el método del engaño propuesto por Antonio Gramsci, la difusión del odio masivo entre sectores se sigue promoviendo, por lo que la violencia y el terror se siguen manteniendo en aquellos países en que los socialistas arribaron al poder, incluso por medios democráticos.
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1 comentario:
En la actualidad se trata de que bajo ropaje democrático se instituya un ambiente jurídico y social que tenga el mismo resultado político que la dictadura del proletariado clásica: la eliminación de toda interferencia al poder de los ejecutivos revolucionarios, hoy neomarxistas.
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