Existen analogías entre los procesos económicos y los políticos, que pueden ayudar a comprender mejor a cada uno de ellos, por lo que conviene considerarlos juntos. Así, el mercado, como intercambio de bienes y servicios entre empresas y consumidores, se parece bastante a los procesos electorales en donde los oferentes (partidos políticos) tratan de captar la mayoría de los votos. En ambos casos existe una competencia entre empresarios (partidos), por una parte, y entre consumidores (votantes), por otra parte. De ahí que se hable de democracia económica (mercado) y de democracia política (elecciones libres).
El liberalismo adhiere a ambas democracias, mientras que el socialismo niega a ambas. También hay casos intermedios en los que una dictadura (monopolio político) establece una economía de mercado, como es el caso de China. En otros casos, gobiernos democráticos, como es el caso de varios gobiernos latinoamericanos, promueven economías cercanas al monopolio estatal.
Es importante distinguir entre los orígenes de los distintos monopolios, considerando que no siempre son negativos:
a) Monopolios naturales: en el caso de la economía, se produce cuando una empresa no tiene competidores por cuanto en un país predomina la mentalidad anticapitalista. De ahí que no pueda culparse a la única empresa por constituir un monopolio. En el caso de la política, el monopolio se debe a que la mayoría de la gente prefiere vivir en la comodidad de la vida familiar dejando a otros la actividad política, o bien por simple negligencia y desinterés por la sociedad.
b) Monopolios forzados: Cuando una empresa busca premeditadamente la destrucción de las empresas competidoras, por medios ilegales y tramposos. En el caso de la política, cuando se utiliza el engaño o bien al Estado para destruir a los partidos políticos rivales. Todos estos casos se consideran en el marco de un sistema democrático, tanto económico como político, por lo cual implican una severa distorsión de ambos procesos, haciendo que la gente aborrezca la democracia política, el mercado y el liberalismo.
c) Totalitarismos: constituyen esencialmente monopolios estatales, tanto en lo político como en lo económico. El socialismo como el nazismo, el fascismo y el peronismo original, son ejemplos de monopolios duales. (Todo en el Estado. Nada fuera del Estado).
También los monopolios surgen cuando desde el Estado se protege a una empresa mientras se entorpece las actividades de los competidores. El caso más frecuente es el de los monopolios políticos que se mantienen en el poder en alianza con los monopolios económicos por ellos creados.
Lo que es llamativo, sorprendente e indignante, es la crítica socialista al capitalismo (mercado) cuando se aduce que el capitalismo se caracteriza por promover los monopolios explotadores, cuando en realidad el capitalismo se basa en la competencia entre empresas y se opone a los monopolios. Luego, los socialistas intentan combatir los monopolios privados a partir de uno solo: el gran monopolio estatal. Cuando alguien advierte el pobre nivel intelectual en que se debaten estos temas, se sorprende por los gruesos errores y absurdos que se repiten en los altos niveles de discusión. Lo que refleja la tremenda crisis intelectual que conduce indefectiblemente a la severa decadencia moral y social.
Cuando la gente protesta contra una empresa monopólica, que aprovecha la situación para cobrar muy caros sus productos o servicios, olvida que el principal culpable de la situación es la sociedad que fue incapaz de crear una empresa que compita con el monopolio, para que así deje de serlo.
Los monopolios naturales, con cierta habilidad empresarial, no abusan de su posición dominante para no despertar interés en posibles competidores. De ahí que no todo monopolio sea perjudicial a la sociedad. Incluso es mucho mejor que exista un monopolio en determinadas actividades empresariales a que no exista ninguno.
Últimamente se ha establecido una crítica severa contra el monopolio político ejercido en la Argentina por los principales partidos, lo que se conoce como críticas a "la casta". Este es un caso similar a las protestas contra los monopolios económicos, olvidando que también los monopolios políticos se deben bastante a la negligencia y el desinterés de la gente al no participar en política. Incluso por votar por tales partidos monopólicos a pesar de sus pobres gobiernos o bien por recibir alguna ventaja personal sabiendo que tal hecho conduce a empeorar las condiciones de vida de toda la sociedad.
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1 comentario:
El peor monopolio de todos es el monopolio mental, el pensamiento único, la aceptación acrítica de los postulados defendidos desde el poder. Es la renuncia a analizar y debatir las cuestiones, la aceptación de la autoridad como único criterio de verdad. Y pese a las libertades existentes actualmente en Occidente es algo que está bastante presente, y cada vez más, por culpa de la unanimidad que rezuman los grandes medios de comunicación, en manos casi todos ellos de los mismos propietarios (fondos de inversión).
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