Las actitudes individuales se refuerzan, o bien se compensan, en los diversos grupos, predominando por lo general alguna de ellas. Así, a partir de la actitud predominante de la cooperación social, surge el patriotismo. Esta actitud, al generalizarse, limitará los conflictos existentes por cuanto el patriota ama a su país pero sin llegar nunca a adoptar una actitud adversa hacia el resto de los países. Un mundo lleno de patriotas aseguraría una época de paz duradera.
Si en un país predomina, por el contrario, el egoísmo, tal actitud se proyectará en forma de un nacionalismo desmedido, que hará mirar a los demás países como extraños y hasta como enemigos. Los imperialismos surgen de una sumatoria de egoísmos individuales que aseguran la continuidad de los conflictos a todo nivel.
Los pueblos débiles, ya sea por negligentes o porque en ellos predomina el odio entre sectores, integrarán los países subdesarrollados. Si bien intervienen otros factores en la conformación de una nación, como los geográficos o los históricos, se pueden distinguir los aspectos emocionales individuales como los principales factores que conducirán a efectos grupales, ya sean positivos o negativos.
Para los marxistas, esta realidad es dejada de lado por cuanto suponen que son los "modos de producción económica" los que conducen a cada integrante de una sociedad a actuar en la forma en que lo hace. Incluso proponen un modelo de sociedad sin ni siquiera intentar describir en forma elemental el comportamiento de todo ser humano. Romano Guardini escribió: "El totalitarismo declara que la ciencia no tiene que establecer qué es lo que existe, sino transformarlo hacia aquello que ha de ser; en términos prácticos, poner a los hombres a disposición del poder" (De "La realidad humana del Señor"-Ediciones Guadarrama SL-Madrid 1960).
Construir una sociedad nueva ignorando cómo actúan los seres humanos, ignorando además las descripciones realizadas por las ciencias sociales, la filosofía y la religión, equivale a intentar construir un edificio ignorando las leyes elementales de la estática y la resistencia de materiales. Toda diferencia entre la naturaleza humana y la "naturaleza artificial" asociada a la propuesta socialista, se traducirá en sufrimientos para los designados "conejillos de Indias" en contra de su voluntad.
Debido a que los seguidores de Marx acatan sus propuestas de la misma forma en que el fanático religioso acata las propuestas del profeta en forma acrítica, la ideología socialista ha logrado alienar a mucha gente respecto de fenómenos sociales accesibles a una evidencia inmediata, tal es el caso del patriotismo.
Al suponer Marx que toda sociedad se comporta según una lucha de clases sociales, ignora la posible existencia de patriotas que no participan de ninguna lucha; que no explotan laboralmente a nadie y nadie tampoco los explota. Alfredo Sáenz escribió: "Según la teoría de Marx, tanto la patria como la religión son dos categorías «burguesas», que integran el mundo de la «superestructura», condenados a desaparecer no bien cambie la «estructura» que las sustenta. Sin embargo la experiencia ha demostrado el error de semejante apreciación. El régimen ha cambiado la estructura económica, y durante 70 años ha tratado de ahogar sistemáticamente el instinto religioso y el natural patriotismo. Pero sin éxito. Y hoy renacen, como el fénix de sus cenizas".
"Sería interesante exponer acá la evolución que el concepto de «patria» ha sufrido a lo largo de la historia de la Revolución soviética". "Inicialmente, la idea de «patria» fue considerada por los primeros revolucionarios como algo subversivo, reaccionario y burgués. La Primera Guerra Mundial fue calificada de guerra imperialista o burguesa, ya que enfrentaba dos patrias, Alemania y Rusia. Según la concepción marxista, el verdadero enfrentamiento, el único real, no podía ser entre Patrias diversas sino entre los proletarios y sus opositores".
"Lo normal hubiera sido que los proletarios rusos, unidos a los proletarios alemanes («Proletarios del mundo uníos») se hubiesen aliado para enfrentar a sus respectivos opresores. Por consiguiente Lenin dio pronto por concluida dicha guerra con la paz de Brest-Litovsk, a pesar de las condiciones francamente leoninas para los intereses de Rusia que impusieron los alemanes. Tras ello, Lenin y sus sucesores se aplicaron a extinguir el concepto de «patria» y sofocarlo donde reapareciese".
"Pero he aquí que cuando estalla la Segunda Guerra Mundial, y el Ejército de la Wehrmacht comienza su irresistible avance en el territorio ruso, rompiendo el frente enemigo y provocando la huída sin disimulo de las divisiones soviéticas, mientras las poblaciones recibían alborozadamente a los alemanes como libertadores del oprobio comunista. Stalin, que gobernaba a la sazón, levantó inesperadamente la olvidada bandera de la «Patria», de la Santa Rusia, evocando los grandes héroes de su historia, para galvanizar al pueblo e impulsarlo a resistir al invasor. La ulterior torpeza de los alemanes, que practicaron una política depredatoria, obligó a los rusos a optar, como afirma Solyenitsin, entre dos tiranías, y acabaron optando por la que hablaba su propia lengua".
"Terminada ya la guerra, la palabra «patria» se tornaba otra vez peligrosa. Y fue entonces cuando se inventó una nueva fórmula, disparatada, por cierto, la de «patria soviética», disparatada, decimos, porque une el concepto de patria con un contenido ideológico, cuando la patria real va ligada a un terruño, a una tradición, a una cultura, y no a una ideología. El mismo Gorbachov en su libro Perestroika habla varias veces de «la patria soviética»" (De "La Perestroika"-Corporación de Abogados Católicos-Buenos Aires 1990).
Luego del derrumbre del Imperio Soviético, se vieron resurgir las antiguas naciones caídas bajo el dominio del comunismo. Tal resurgimiento se debió al siempre latente patriotismo y también debido al nacionalismo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
El expansionismo territorial sirve perfectamente como válvula de escape tanto a una situación económica y social malas como al egoísmo desmedido de determinados grupos de una sociedad concreta. Otro factor que seguramente influye en favor del fenómeno es de carácter intrínsecamente moral (individual), se trata del nihilismo, cuya presencia y aumento paulatino puede rastrearse desde que se inició la etapa contemporánea occidental, allá a finales del siglo XVIII.
Publicar un comentario