Bajo el título de liberales o libertarios, existe una amplia variedad de posturas, principalmente respecto del rol del Estado en la sociedad. Además del punto de vista económico, existen divergencias respecto del punto de vista cultural o moral, por lo que las posturas y los posteriores desencuentros se amplían bastante.
Por lo general, cuando se habla de liberalismo, sus defensores presuponen que se trata de la postura a la que ellos adhieren. Sin embargo, unos proponen una economía de mercado con un Estado presente mientras que otros promueven la abolición del Estado. En el primer caso implica que el Estado interviene hasta el preciso momento en que puede perturbar el proceso autorregulado del mercado. De ahí que Ludwig von Mises acepta la existencia de empresas estatales, siempre y cuando se rijan por el mercado, escribiendo al respecto: “Si en una sociedad basada sobre la propiedad privada de los medios de producción algunos de éstos pertenecen al gobierno o a las municipalidades y son manejados por ellos, no se puede hablar de un sistema mixto que combina socialismo con propiedad privada. Mientras sólo estén en manos del Estado algunas empresas, permanecerán las características de la economía de mercado que determinan la actividad económica. En este caso también las empresas públicas, como compradoras de materias primas, bienes semielaborados y trabajo, y como vendedoras de bienes y servicios, deben adaptarse al mecanismo de la economía de mercado” (De “Planificación para la libertad”–Centro de Estudios sobre la libertad–Buenos Aires 1986).
El antiestatismo de algunos sectores, por el contrario, sostiene que el Estado debe abolirse descartando la posibilidad de empresas estatales. Pol Victoria escribió: "En un bando están quienes desconfían del Estado y confían en el sector privado, y en el otro bando están quienes confían en el Estado y desconfían del sector privado. Si sólo hubiera dos agrupaciones de diversos idearios, en ese sentido son aliados, pero luchan en el mismo bando a favor del sector privado. Pero no olvidemos que, en otro sentido, a la vez son idearios contrincantes. Los unos creen que el Estado moderno debe estar controlado y limitado. Los otros creen que debe ser demolido. Los liberales clásicos piensan que el Estado moderno es, aunque un mal, un mal necesario. Los austrolibertarios piensan que se trata de un mal innecesario que hay que evitar y desmantelar".
"En la contraposición anti-socialista están: el austrolibertarismo, el liberalismo, el minarquismo y el anarco-individualismo o «ancap», todos amigos de la libertad. En la mitad, entre el socialismo y la libertad, a medio camino se encuentran: neo-liberalismo, neo-conservatismo, liberalismo-clásico, conservatismo-clásico (paleo-conservatismo), carlismo-tradicionalista" (De "El Manifiesto austrolibertario"-Unión Editorial SA-Madrid 2019).
Si alguien que adhiere a la Economía Social de Mercado, que tan buenos resultados produjo en la Europa de pos-guerra, lee lo anterior, advertirá que "está a medio camino entre socialismo y libertad", lo cual resulta inaceptable. Esta división, surgida en la posmodernidad, trae implícito cierto debilitamiento del liberalismo, lo que puede advertirse en la Argentina cuando el minarquista Javier Milei califica públicamente de "hijo de puta" al economista Roberto Cachanosky, mientras que, fanatizados jóvenes seguidores de Milei, adoptan casi masivamente la actitud agresiva contra el citado economista. Personalmente he observado el bloqueo de mi cuenta en Twitter, que hace inaccesible leer a Milei, quien posiblemente me considerará un "socialista" aún cuando alguna vez integré una lista de la UCD de Álvaro C. Alsogaray.
Pareciera que los anarquistas de mercado pretenden cortar las raíces del liberalismo clásico en su objetivo destructor del Estado, ya que consideran "opositor" incluso al que promueve su limitación o adaptación al mercado. De la misma manera en que un árbol se debilita cuando cortan parte de sus raíces, así ocurre con toda postura ideológica. Pol Victoria escribió: "En muchos países a este liberalismo clásico también se le conoce con el nombre de «conservatismo», político y económico. Este bebe no solamente de Smith y sus sucesores económicos, sino también de pensadores políticos como Tocqueville, Burke, Donoso-Cortés y otros, o en el caso de Estados Unidos de los padres fundadores como Adams, Franklin, Jefferson y otros".
Si todo ha de funcionar correctamente con la eliminación del Estado, no habría ningún inconveniente con la aceptación de tal abolición. Sin embargo, la libertad plena que otorgaría una sociedad sin Estado, no asegura la previa adopción de responsabilidad individual. El mercado no trae una moral incorporada "de fábrica", como es el caso de algunos accesorios de automóviles, sino que la moral debe incorporarse desde sectores ajenos a la economía. De lo contrario se cae en el economicismo, por el cual se supone que no sólo hay que eliminar al Estado sino que habría que dejar de lado las ciencias sociales, la religión y la filosofía. Todos los problemas sociales y humanos se arreglarían mágicamente eliminando al Estado, lo que no sería ya liberalismo sino un pleno anti-socialismo (ya que el socialismo propone resolver mágicamente tales problemas eliminando la propiedad privada).
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3 comentarios:
Creo que un caso muy ilustrativo de qué pasa cuando el Estado desaparece lo tenemos en la actual Somalia: territorio en disputa por numerosas bandas rivales a cuál más violenta.
Se dice que el anarquismo implica una tiranía de muchos.....o de varias tiranías actuando simultáneamente...
Por supuesto que la moral no viene por defecto con el mercado, pero cual moral es la correcta? cuanta violencia usarian para imponerla? quien tiene derecho a decidir por nuestra vida? Lo que se ve es que todas las cosas malas que se dicen pasarian sin el Estado... tambien suceden con el Estado...
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