Refiriéndose a la mentalidad de los líderes socialistas, Friedrich Hayek titula su último libro como "La fatal arrogancia". Al considerar la imposibilidad de conocer toda la información necesaria, en una economía nacional, para establecer decisiones al respecto, advierte una segunda imposibilidad práctica de la economía socialista, siendo la primera la imposibilidad del cálculo económico al no disponer de precios relativos en una economía sin mercado.
La palabra más usada, en la propaganda socialista, es seguramente la "igualdad". Sin embargo, lo esencial del socialismo práctico radica en la existencia de una clase dirigente, que toma decisiones por la mayoría de la población, mostrando una desigualdad social evidente. En esto cabe la siguiente expresión: "Dime de qué te jactas y te diré de qué careces".
A pesar de tales contradicciones, y de los pobres resultados que produce el socialismo, todo indica que en la actualidad predomina netamente respecto de alternativas diferentes. Pol Victoria escribió: "Casi todo lo que conocemos en el siglo XXI es puro socialismo: con distintos nombres y matices, las opciones políticas y económicas socialistas tienen denominaciones habituales como comunismo, socialismo, anarco-colectivismo, social-democracia, cristiana-democracia, liberal-democracia, nazismo, fascismo, falangismo, sindicalismo, keynesianismo, neo-keynesianismo, crony-capitalismo, populismo, progresismo, nacionalismo, globalismo, derechismo, izquierdismo, todos enemigos de la libertad" (De "El Manifiesto Austrolibertario"-Unión Editorial SA-Madrid 2018).
Quienes impulsan todas las variantes socialistas son, por una parte, quienes sacrifican la libertad por una aparente seguridad, optando por un "camino de servidumbre", y son las masas envidiosas que pretenden liberarse de ese defecto ante una publicitada "igualdad económica". Por otra parte, las variantes socialistas son impulsadas por quienes se sienten infinitamente superiores al resto y por ello aducen el derecho a dirigir la vida de todos los integrantes de la sociedad. El complejo de superioridad, sin embargo, se debe generalmente a la búsqueda de limitar un siempre presente complejo de inferioridad.
Pol Victoria escribió al respecto: "El socialismo peca de orgullo, de arrogancia. Los socialistas o colectivistas creen que tienen capacidad de controlar la sociedad política y de dirigir la economía, o al menos de corregirla y orientarla. Es la fatal arrogancia de creer que una persona o un grupo de personas, peor aún, de burócratas (o tecnócratas, es casi lo mismo), son capaces de conocer y de acumular la cuasi-infinita información que fluye entre millones de personas diariamente, creen que son capaces de entender esa información, y por tanto se creen capaces de tomar las mejores decisiones para todos".
"Cada persona maneja tan solo una diminuta fracción de la información y toma decisiones basadas en esa información de la que dispone, porque la observa a su alrededor, la analiza y actúa en consecuencia. Los demás hacen exactamente lo mismo. Cada uno observa, mide, calcula, compara, decide, y si no acierta vuelve a observar, medir, calcular, comparar y decidir, hasta que acierte".
"La fatal arrogancia consiste en creer que alguien sabe mejor lo que la sociedad necesita que la sociedad misma. Consiste en creer que otro sabe mejor que uno mismo lo que a uno le conviene. La tesis no es que uno siempre acierta en las propias decisiones, claro que no, pues frecuentemente nos equivocamos. La tesis es que, si ni siquiera uno acierta sobre sí mismo, mucho menos acierta un tercero sobre la vida de uno".
"La probabilidad de equivocarse se multiplica cuando es otro quien toma las decisiones por uno. Si incluso nosotros mismos carecemos de información suficiente y de criterio suficiente, mucho más carece de información y de criterio el poder centralizado. Por eso el socialismo no puede ni podrá funcionar jamás. Porque equivocadamente considera que los que detentan el poder centralizado conocen mejor que los mismos ciudadanos sus propias necesidades y las mejores maneras de satisfacerlas".
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1 comentario:
El socialismo en sus diferentes versiones predomina netamente respecto de alternativas diferentes en parte por inercia de un pasado de más de un siglo de posición fuerte, pero sobre todo porque son muchas las personas que se sienten vinculadas emocionalmente con unas posturas que parecen ofrecerles seguridad frente a un mundo que perciben hostil y que también les compensan de su autopercibida escasa valía.
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