Entendida la libertad como la inexistencia de alguna forma de gobierno mental o material del hombre sobre el hombre, aparece el Estado como una institución que se opone a dicha libertad, aunque no siempre así ocurre. Para compatibilizar la existencia del Estado con la libertad individual, desde el liberalismo se propone un Estado asociado a un gobierno limitado e impersonal, es decir, ejercido a través de leyes y constituciones.
No todos los sectores liberales coinciden con la necesidad del Estado, ya que algunos vislumbran una futura y próxima sociedad sin Estado. Resulta evidente que, si todos los seres humanos del planeta, pusiéramos en práctica el mandamiento bíblico del amor al prójimo, no harían falta ejércitos, policías, cárceles, jueces, abogados, etc., ni tampoco un Estado. Pero los seres humanos reales estamos un tanto lejos de tal cumplimiento, por lo que hacen falta todos los mencionados.
El liberalismo clásico admite que el Estado se involucre en temas como educación, salud y seguridad. Y para ello requiere de aportes de toda la población, vía impuestos. En este caso, es posible interpretar los gastos en educación, salud y seguridad como inversiones que realiza la sociedad en beneficio de todos. Sin embargo, otros caracterizan a los impuestos como un robo, ya que no advierten que tales actividades favorecen directamente a muchos e indirectamente al sólo aportante de impuestos.
Distinto es el caso del Estado que busca la igualdad social, entendida como igualdad económica, considerando que la función principal del Estado implica sacarle dinero al sector productivo para obsequiarlo a sectores parasitarios, como es el caso de la Argentina actual. Tal Estado "justiciero" es mirado con buenos ojos por aquellos que igualmente admiran al delincuente que "roba al rico para darle a los pobres", que no es otra cosa que una justificación para ejercer la delincuencia sin ser calificado como delincuente.
La búsqueda de la libertad personal generalmente es vista como la total desvinculación de situaciones de obediencia, sin tener presente que el orden social se establece bajo una gran cantidad de situaciones de mando y obediencia. Obedecemos al médico, al docente o al policía de tránsito sin que por ello dejemos de ser personas libres. Mariano Grondona escribió: "Toda sociedad está compuesta por un conjunto enorme de relaciones de poder, de relaciones de mando y obediencia. Una persona es un «haz» de relaciones de poder; con respecto a algunas personas, será el origen de una relación de mando; con respecto a otras deberá obedecer" (De "Política y gobierno"-Editorial Columba-Buenos Aires 1969).
Siempre conviene distinguir entre objetivos de corto plazo y tendencias hacia el largo plazo, que es, por lo general, el objetivo lejano en donde aparecen las coincidencias. Sin embargo, los caminos propuestos no siempre coinciden. La libertad plena y la desaparición del Estado parece ser el objetivo final propuesto por liberales, marxistas y cristianos. Marx supone que el camino hacia el comunismo, y la desaparición del Estado, es el socialismo. Tal camino propuesto implica la "dictadura del proletariado" y la "abolición de la propiedad privada de los medios de producción", lo que equivale a decir que, para llegar a la llanura, debemos caminar en dirección a las montañas.
En el caso del cristianismo, la libertad plena aparece cuando nos orientamos a través de las leyes naturales, o leyes de Dios, por lo cual se establece el Reino de Dios desapareciendo toda forma de gobierno del hombre sobre el hombre. El acatamiento de los mandamientos bíblicos es el camino para lograr tal objetivo.
En el caso del liberalismo, en donde encontramos posturas no siempre coincidentes, se propone la división de los grandes Estados en agrupaciones de mando y obediencia mucho más pequeñas. Hans-Hermann Hoppe escribió: "Contrariamente a sus predecesores que aspiraban simplemente a reemplazar un gobierno grande por uno más pequeño, los liberales del nuevo cuño prolongan la lógica secesionista hasta el final. Proponen la secesión ilimitada, es decir, la proliferación sin restricción alguna de territorios libres e independientes, hasta que la jurisdicción estatal se extinga".
"Por ello -y apartándose completamente de los proyectos estatistas de «integración europea» y de un «Nuevo Orden Mundial»- defienden una visión del mundo dividido en decenas de miles de cantones, regiones y ciudades libres; en centenares de miles de ciudades libres independientes- al estilo de las hoy pintorescas ciudades de Mónaco, Andorra, San Marino, Liechtenstein, Singapur y, hasta no hace mucho, Hong Kong- y todavía más distritos y barrios libres, económicamente integrados gracias al libre comercio (cuanto más pequeño es un territorio, mayor es la presión económica para que adapte el libre comercio) y un patrón monetario internacional basado en el oro".
"Si esta alternativa liberal se ganara a la opinión pública, la liquidación del «Fin de la historia» socialdemócrata impulsaría el renacimiento liberal" (De "Monarquía, democracia y orden natural"-Unión Editorial Argentina SA-Buenos Aires 2013).
Previamente a la posibilidad secesionista sin límites, será preciso que todo habitante del planeta se sienta "ciudadano del mundo" y acepte acatar las leyes naturales, o leyes de Dios, principalmente las asociadas a la empatía emocional. Bajo esta condición será posible una lenta desaparición del Estado y el acceso definitivo a la libertad personal plena.
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1 comentario:
Hope se deja llevar por un supuesto teóricamente atractivo que no resiste su contacto con la realidad. Cualquier proceso de división de una realidad estatal o de poder material está preñado de problemas de una complejidad terrible. Y naturalmente de violencia porque los seres humanos hemos demostrado ser incapaces de no usarla si vemos o entendemos que tenemos alguna posibilidad de salir victoriosos en su uso cuando somos, o quieren claramente convertirnos, en víctimas.
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