Ante situaciones de crisis, o de decadencia, urge un cambio social inminente. Dicho cambio ha sido propuesto desde diversos sectores, como el político, que sostiene que la sociedad cambiará cuando las leyes o la Constitución sean las adecuadas a la situación de la sociedad. Sin embargo, las leyes que provienen del Derecho tan sólo limitan el accionar humano, en el mejor de los casos, por lo que el método, por sí solo, carece de efectividad. Publio Cornelio Tácito escribió: “El Estado más corrompido es el que más leyes tiene”.
En un sentido similar, varios economistas sostienen que una sociedad saldrá de su estado decadente cuando se aplique determinado sistema económico mientras que “lo demás se dará por añadidura”. Si se adopta un sistema de libertad para producir y distribuir, se requiere previamente de una adecuada cantidad de empresarios y de una adecuada predisposición al trabajo arduo por parte de todos los integrantes de la sociedad (o la mayoría de ellos). De ahí que el desarrollo económico sea, finalmente, dependiente de los valores culturales y morales predominantes.
Si se considera que el cambio social implica necesariamente un cambio en cada individuo que compone la sociedad, sólo queda la alternativa del cambio, o mejora, de la actitud característica individual, siendo la actitud una tendencia permanente hacia la acción, que determina y caracteriza la personalidad individual, pudiendo expresarse de la siguiente forma:
Actitud característica = Respuesta / Estímulo
O bien:
Respuesta (acción) = Actitud característica x Estímulo
El cambio de actitud se produce a través de la influencia del medio social, incluyendo el hogar; los medios masivos de comunicación y los establecimientos educacionales. Para comprender este proceso conviene establecer una analogía con una computadora y los diversos programas que la misma pueda aceptar. La estructura física de la computadora, establecida por el fabricante, es análoga a la herencia genética junto a la estructura mental y corporal que cada uno trae de nacimiento. El “cambio de actitud” de una computadora se producirá cuando se le incorpore un nuevo programa. Exterior e interiormente es la misma computadora de siempre, aunque ahora puede realizar funciones antes imposibles de efectuar.
Cristo indicaba que “no se echa el vino nuevo en odres viejos”, advirtiendo que sus enseñanzas no podrían ser aceptadas con ideas vigentes hasta ese momento, por lo que aconsejaba “aceptar la nueva programación” para dejar de lado las ineficaces costumbres y hábitos de antaño. De ahí que proponía un cambio de actitud como base del cambio social buscado.
Si bien la respuesta (o actitud) característica se mantiene sin cambios apreciables durante tiempos prolongados, es posible la aparición de leves e imperceptibles cambios a medida que el individuo va recibiendo distintas influencias cotidianas desde el medio social, siendo algunos acontecimientos personales, o familiares, los que generan los cambios de actitud más notables.
Adviértase que la actitud es un vínculo entre respuesta y estímulo, o entre efecto y causa, por lo que sólo podemos observar efectos y causas, siendo el vínculo entre ambas algo esencialmente no observable en forma directa, si bien una misma respuesta ante un mismo estímulo hace evidente su existencia.
Respecto del concepto de actitud, Jean Meynaud y Alain Lancelot escribieron: “En su acepción corriente, el término de actitud señala un comportamiento, la manifestación exterior de un sentimiento. A veces toma un matiz peyorativo: un comportamiento que no es «natural», una conducta de simulación. Para tratar aquí de las actitudes políticas, no vamos a conservar esta definición, sino que, más allá de las afectaciones, vamos a buscar algo más duradero y profundo. ¿Por qué, tomamos este término de actitud? Pues porque, con precisión y probado en numerosas investigaciones, se ha vuelto una de las palabras clave de la psicología social”.
“Para un psico-sociólogo, todo comportamiento, ya se trate de una conducta (comportamiento activo) o de una opinión (comportamiento verbal), es una respuesta a una situación. La actitud es la variable intermedia que permite explicar el paso del segundo al primero de estos términos. Ni es comportamiento (y por lo tanto no es una opinión aunque muchas veces se empleen cada uno de estos términos en lugar del otro) ni factor de la situación. Ni es respuesta ni «stimulus», sino una disposición o más bien una preparación para actuar de una manera y no de otra”.
“Al ser variable intermedia, la actitud es, pues, variable hipotética. A diferencia de los comportamientos o de los elementos de una situación, no se la puede aprehender en su conjunto, alcanzar sin rodeos, se analiza en términos de probabilidad: es la probabilidad de la aparición de un comportamiento dado en un tipo determinado de situación”.
“Así entendida, la noción de actitud contiene una idea de orden. Permite distribuir la gran variedad de los comportamientos; toda actitud aparece como un principio de organización, o más aún, como una síntesis particular en relación con un objeto o con una situación dados”.
“Como disposición dinámica (se ha formado en un momento dado y después se puede modificar), la actitud es, sin embargo, una disposición relativamente persistente, que extrae cierta estabilidad de su coherencia”.
“Una definición tiene que tomar en consideración estos diversos elementos: la actitud es una disposición, es un principio de organización de los comportamientos en relación con un objeto o una situación, y se forma y modifica en el tiempo. G. W. Allport, cuyos trabajos han dejado una huella profunda en la noción de actitud, la define de la siguiente manera: «Una actitud es una disposición mental y nerviosa organizada por la experiencia, que ejerce una influencia directriz o dinámica sobre las reacciones del individuo en cuanto a todos los objetos y todas las situaciones relacionadas con ella»”.
“Retendremos lo esencial al definir la actitud como una disposición relativamente persistente que tiende a presentar una reacción organizada frente a un objeto o una situación dados”.
“La actitud así definida se distingue bastante bien de las otras formas de disposición descriptas por los psicólogos, particularmente de las tendencias. Al estudiar la noción de tendencia, Maurice Pradines excluye lo que llama «tendencia a» realizar, que califica de impulso espontáneo, de inclinación o de propensión, reteniendo únicamente lo que llama «tendencia hacia» el objeto, impulso necesariamente altruista del sujeto hacia un objeto exterior. Como disposición a actuar, la actitud está más cerca de la inclinación que de la «tendencia hacia», pero se distingue de ella por su objeto, su organización y su dinamismo” (De “Las actitudes políticas”-EUDEBA-Buenos Aires 1965).
El concepto de actitud resulta ser también el vínculo entre lo individual y lo social, por cuanto también puede hablarse de actitudes grupales asociadas a conjuntos de personas. Tales actitudes grupales han de ser conformadas por el agregado, o por el “promedio”, de las actitudes individuales. También, para bien o para mal, la actitud grupal puede ser inducida por un solo individuo capaz de influir en los demás imponiendo al grupo su propia actitud individual. Los citados autores agregan: “Se pueden clasificar las actitudes según su origen, su objeto o sus características”.
“Según su origen se pueden distribuir separando las actitudes individuales, que pueden, por otra parte, ser comunes a varios individuos, de las colectivas, que son las actitudes de un grupo en tanto tal; o según su objeto, distinguiendo las actitudes físicas relativas a elementos no humanos, el clima por ejemplo, de las actitudes sociales relativas a situaciones o problemas sociales o culturales. Estas distinciones no son excluyentes, porque no todas las actitudes sociales son colectivas y viceversa”.
La historia humana no consiste sólo en luchas por el poder y guerras de conquista, sino también en la aparición de líderes influyentes que imponen sus propias actitudes personales a las mayorías perceptivas e influenciables. En ese proceso se lograron grandes avances culturales como también las catástrofes más estrepitosas. En el futuro, quizás, el conocimiento de las actitudes básicas del hombre permitirá establecer cierta independencia respecto de los líderes de dudosa moral. De esa forma, el hombre buscará ser orientado exclusivamente por la ley natural que rige las interacciones sociales.
El conocimiento de las actitudes personales y de sus componentes afectivas y cognitivas, implican esencialmente un proceso de introspección, que es en definitiva el que facilitará la mejora ética individual. También del conocimiento de esas componentes se advertirá la posibilidad de cierta optimización de conductas, reconociendo cada individuo la diferencia entre lo que es en la realidad con lo que debería ser en el futuro.
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5 comentarios:
Las actitudes no necesariamente son causa, también son efecto.
No puede haber "actitudes básicas" genéricas, a lo mucho básicas por su internalización, en particular, en cada individuo.
El origen natural de actitudes y sus resultas es la Filosofía entendida como los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad.
Objetivismo establece principios con base a propuestas fundamentalmente soportadas en la Realidad tangible y explícita, en contraparte a las soportadas en conceptos, ideas o principios subjetivos, etéreos.
Una Filosofía realista dará cimiento a valores realistas, actitudes en consecuencia realistas y así sucesivamente.
El gran reto es "sustituir el software" que los subjetivistas y demás han instalado en la sociedad a través de los tiempos. El OBJETIVISMO es la gran opción. Las actitudes, se darán en consecuencia, en ese sentido
En Psicología Social hay actitudes básicas sin embargo. En cuanto a la objetividad, es algo propio de las ciencias experimentales y no de la filosofía, en la cual "vale todo" por cuanto son visiones subjetivas de la realidad (si fueran visiones objetivas entrarían en el marco de las ciencias sociales)....
Respetable Pompilio:
Si estás de acuerdo, partamos de que la Filosofía estudia la naturaleza fundamental de la existencia, del hombre, y de su relación con la existencia. Además, en oposición a las ciencias especiales, que solamente se ocupan de aspectos particulares, el objeto de la filosofía se centra en aquellos ASPECTOS DEL UNIVERSO QUE PERTENECEN A TODO LO QUE EXISTE. Y, aunque no desconoce la importancia de los datos empíricos, por su naturaleza, es eminentemente especulativa (reflexiva).
También es cierto que, doctrinas filosóficas, hay y ha habido muchas y de diferente índole.
Sin declararse como tal, Objetivismo puede ser catalogado como una propuesta de la llamada rama materialista y enemigo, eso sí declarado, de las propuestas llamadas idealistas (o subjetivistas).
En ese sentido, lo que especialmente marca la diferencia del Objetivismo con otras doctrinas filosóficas es que sus especulaciones y conclusiones se encuentran fundamentadas en la REALIDAD y la RAZÓN, nunca en criterios subjetivos.
LA EXISTENCIA EXISTE es su axioma básico y la CONCIENCIA da testimonio de ello. De esto se colige que la existencia existe independientemente de la conciencia y nunca de manera inversa. En estos términos no hay opción al dilema del “huevo o la gallina”.
Por otra parte, nuestro subconsciente es como una computadora –más compleja que cualquiera que haya sido construida por los hombres–, y su función principal es la integración de nuestras ideas. ¿Quién la programa? Nuestra mente consciente. Si fallamos, si no alcanzamos a tener convicciones firmes, nuestro subconsciente es programado por el azar, y NOS ENCONTRAREMOS REGIDOS POR EL PODER DE IDEAS QUE HEMOS ACEPTADO SIN CONOCERLAS. Si programamos nuestra computadora por el pensamiento consciente, conoceremos la naturaleza de nuestros valores y emociones. Si no lo hacemos, no lo sabremos.
La programadora fundamental del subconsciente es la filosofía, la ciencia que, según los emocionalistas, es impotente para afectar o penetrar los oscuros misterios de sus sentimientos. La calidad de las salidas de una computadora está determinada por la calidad de los datos que se ingresan. Si su subconsciente está programado en forma aleatoria, sus salidas serán semejantes.
Un hombre conducido por sus emociones es como alguien dirigido por una computadora cuyos impresos él no puede leer. No sabe si su programación es exacta o falsa, correcta o equivocada, si lo llevará al éxito o a la destrucción, si servirá a sus fines o a los de algún poder malvado, incognoscible.
LAS EMOCIONES NO SON INSTRUMENTOS DE COGNICIÓN. Los hombres que no están interesados en la filosofía absorben sus principios de la atmósfera cultural que hay en su entorno: las escuelas, las universidades, los libros, las revistas, los periódicos, las películas, la televisión, etc. ¿Quién fija el tono de una cultura? Un puñado de hombres: los filósofos. Los otros siguen su pensamiento, ya sea por convicción, por omisión o por sumisión.
¿La ciencia? . . . Soy un ferviente admirador y practicante de ella. Su método es magnífico para comprobar muchas particularidades que la filosofía establece como generalidades.
Ese es el GRAN RETO, REVISAR LA CERTEZA DE LOS CONCEPTOS CON LOS QUE AHORA INTERPRETAMOS LA EXISTENCIA Y REINTEGRAR LOS QUE SÍ ENCAJEN CON CERTEZAS SOPORTADAS, A LA VEZ, EN LAS SÓLIDAS BASES DE UNA FILOSOFÍA DE LA REALIDAD Y DE LA RAZÓN.
En mi propia experiencia, no es sencillo. ¡Pero resulta muy saludable! Y se disfruta plenamente.
P.D. Argumenté (literalmente) con extractos y frases completas del libro de Ayn Rand “Filosofía: Quién la necesita”.
Los neurocientíficos dicen que el hombre es un ser emocional que razona....Si se deteriora la parte del cerebro asociado a las emociones, se afecta la capacidad de decisión, incluso el comportamiento moral. Por el fenómeno de la empatía (proceso emocioal) uno conoce a otras personas en función de los efectos que en nosotros provocan...De ahí que las EMOCIONES SON IMPORTANTES INSTRUMENTOS de cognición....Si Ayn Rand las hubiera utilizado con maypor frecuencia, posiblemente no hubiese llegado al absurdo de considerar que el egoísmo es una virtud.....
¿Sabías que las palabras pueden tener formalmente diferentes significados?
Egoísmo (1).- Doctrina en la que el interés propio individual es el final válido de todas las acciones.
Egoísmo (2).- Inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás.
Ambas acepciones están definidas en el Webster para el idioma en que Ayn Rand escribió la mayoría de sus obras. La segunda es única en la Real Academia Española.
Para entender el concepto de Egoísmo en el campo objetivista, hay que romper el paradigma de la definición única y con más razón cuando nos circunscribimos solamente a nuestros propios paradigmas, en este caso del idioma español.
Lo que ella critica, fuerte y con mucha propiedad, es la diferencia entre Altruismo y Benevolencia.
El altruismo es una contradicción del Egoísmo (1) porque es un contrasentido metafísico procurar el bien ajeno aun a costa del propio y, es análogo a la acepción de Egoísmo (2), ya que se cae en el exceso de la benevolencia. Por ello, coincido yo con Ayn Rand, el egoísmo (1) sí es una virtud que no entra en conflicto con la benevolencia.
Respecto al tema central de las actitudes, insisto en que la disposición de ánimo (actitud) es generada por las emociones que actúan en respuesta a nuestros sentidos, pero que fueron desarrolladas previamente por el entorno y hasta por la genética.
Y ya lo explique con argumentos de Rand, el subconsciente tiene almacenadas conclusiones que ya tomamos razonadamente, pero con conceptos del entorno no necesariamente apegados a la realidad. Alguna vez lo hicimos y ahora el subconsciente hace su trabajo sin pasarlo por el filtro de la razón porque es un proceso natural de simplificación de la naturaleza humana. ¿Cuánto tardaríamos en actividades como peinarnos, cucharear, rasurarnos, etc. si cada ejecución las tuviéramos de nuevo que reflexionar? Las emociones despertadas por lo sentidos hacen para entonces su automática labor, generando actitudes que muchas veces se concretan en conductas.
Ahora, genéticamente ya he externado en otros foros que tengo una opinión alternativa a la de Rand en el sentido de ubicar su mencionada tabula rasa solamente hasta el momento del nacimiento, como si por “arte de magia” a partir de ese entonces emergiera el conocimiento de los humanos.
En este último sentido, a mí me parece que desde antes de nacer va madurando y ejerciéndose esa capacidad para percibir y almacenar, vamos a llamarle, rudimentario conocimiento.
Inclusive, y como opinión alternativa a la de mi respetable y admirada Ayn Rand, me parece que, como producto de nuestro desarrollo filogenético, traemos como especie información en los genes que también nos hace actuar instintivamente y habrán de surgir en el subconsciente emociones generadas de esa manera, especialmente orientadas a la supervivencia.
Siempre sustentado en evidencias científicas, esto último he tenido la oportunidad de discutirlo y reflexionarlo con objetivistas y no objetivistas. Es uno de muchos casos en que el experimento es más contundente que la reflexión en un plano teórico exclusivamente deductivo o inductivo. Y conste que las elegantes matemáticas también entretejen en el ámbito de ese tipo de especulación.
Saludos.
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