Resulta necesario disponer de descripciones básicas que sirvan de soporte para el pensamiento asociado a determinado tema. El razonamiento de tipo deductivo parte de unos pocos principios y son estos los que deben predominar en toda descripción. De ahí que, aunque se haya escrito bastante respecto del marxismo, nunca está demás intentar alguna nueva síntesis que pueda ayudar a la comprensión por parte de quienes todavía no lo dominan.
Toda ideología con sentido práctico surge de una visión sobre el mundo real, que puede o no ser compatible con esa realidad. A partir de esa visión se proponen soluciones a los problemas existentes, lo que no es otra cosa que diversos intentos por adaptar al hombre al orden natural. En el caso de Marx, puede decirse que observa la sociedad asociándole como principales atributos la lucha de clases sociales y el determinismo económico. Adicionalmente considera que las leyes que rigen todo lo existente pueden sintetizarse en base a un proceso de tesis, antitesis y síntesis, si bien la ciencia experimental no ha corroborado este aspecto.
Ante esa visión de la realidad propone, como solución de los problemas existentes, la socialización de los medios de producción, para eliminar la lucha de clases. Luego, al sostener que el accionar de los seres humanos viene determinado por la forma de la producción y distribución económica, encuentra en la abolición de la propiedad privada de tales medios, el principio de solución de todos los males. No sólo establece una descripción de la sociedad, sino que supone, además, que el socialismo se instaurará necesariamente en todo el planeta.
Se trata de un planteo de tipo filosófico que presenta cierta coherencia lógica. Sin embargo, desde un punto de vista científico, tal tipo de coherencia no implica que necesariamente el mundo real vaya a funcionar de la manera descrita. Puede decirse que la coherencia lógica de una descripción es una condición necesaria pero no suficiente, ya que existen muchas teorías coherentes que poco o nada tienen que ver con la realidad.
En el caso de la lucha de clases, en la que participarían dos bandos, opresores y oprimidos, o explotadores y explotados, resulta sencillo observar, en la realidad, la existencia de un sector importante y mayoritario en muchos casos, que no es ni opresor ni oprimido, ni es explotador ni tampoco es explotado laboralmente. De ahí que la descripción de Marx sólo puede tener una validez limitada para algunas sociedades especiales, pero completamente incompatible con la mayor parte de las sociedades reales. En realidad, existe una tendencia a la lucha de clases cuando previamente los seguidores de Marx han promovido el odio entre sectores, por lo cual la veracidad de la teoría queda limitada a una previa participación de sus seguidores. Fulton J. Sheen escribió al respecto: “Los comunistas aseguran a nuestros trabajadores norteamericanos que están trabajando para explotadores. Quizás haya algunos pocos, pero los empleadores no son todos explotadores. Aun cuando lo fueran, por lo menos en este país un hombre puede ir de un explotador a otro. Mas, cuando el Estado es el único explotador, como sucede en Rusia, entonces no se puede ir a ningún otro lado, como no sea a Siberia”.
En cuanto al determinismo económico, Sheen escribió: “La expresión determinismo económico, suena como algo elevado, algo propio de estudiosos, pero significa, muy lisa y simplemente, que la cultura, la civilización, la religión, la filosofía, la moral y la literatura, todo ello es determinado por los métodos económicos de la producción. Esta última es la base sobre la que se basa todo lo demás”.
“Por ejemplo; si el método de producción en un periodo dado de la historia, se basa en la posesión privada de la propiedad, tal como lo tenemos en nuestra democracia, entonces el comunista arguye diciendo que la literatura, el arte y la filosofía, no son más que una superestructura o una defensa de la empresa privada” (De “La vida merece vivirse”-Editorial Difusión-Buenos Aires 1954).
Adviértase que la acción de robar existe asociada a la previa existencia de la propiedad privada, por lo que, al desaparecer tal tipo de propiedad, en principio no existirá el robo. En lugar de eliminar tal delito a través de una mejora ética individual, el marxismo supone que esa mejora se logrará por el simple cambio propuesto. El citado autor agrega: “Léanse los mandamientos séptimo y noveno: «No robar», «No codiciar los bienes ajenos». El comunista dirá: «¿No se percata de que esos dos mandamientos están basados en la propiedad privada? ¿Cómo podría cualquiera prohibir el robar, sino en una sociedad en la que haya propiedad privada de los medios de producción? Cuando sea el Estado el que lo posea todo, entonces no habrá necesidad de moral, porque todos se hallarán tan prósperos que no habrá necesidad de robar»”.
“«La religión se basa también en la economía de empresas privadas –arguye ulteriormente el comunista-. No es más que un opio dado a los trabajadores para tenerlos contentos y callados a pesar de ser explotados. Los induce a creer que hay otro mundo a fin de que hallen una compensación por las injusticias del actual»”.
“Y luego añade: «Si cambian ustedes su método de producción, y en lugar de permitir la empresa privada ponen toda la propiedad en manos del Estado, entonces cambiará la superestructura. Habrá entonces literatura comunista, moral comunista, arte comunista y filosofía comunista»”.
La aparente superioridad del socialismo respecto de las sociedades democráticas, radica en que se compara una sociedad ideal con las diversas sociedades reales. Por el contrario, el socialismo real, o sociedad de capitalismo estatal, genera en realidad una explotación laboral por parte del Estado y en contra del trabajador. El Estado ha de ser dirigido por una clase social gobernante, que da lugar a una situación propicia para el conflicto entre clases sociales. Por lo general, el socialismo acentúa todos los errores que Marx atribuía a las sociedades capitalistas. Sheen agrega: “Si lo económico es la causa de la cultura y la religión, ¿por qué, durante la era pre-cristiana, había diversas culturas y religiones producidas por los mismos métodos económicos de producción? No mediaba diferencia entre los métodos económicos de producción entre los judíos y los empleados entre los hindúes y los caldeos, pero sus civilizaciones eran diversas, sus conceptos religiosos y morales eran diferentes, teniendo los hebreos el concepto moral más elevado que haya conocido el hombre en la era pre-cristiana. Y puesto que sus métodos económicos de producción eran idénticos, no se puede afirmar que lo económico era la causa de las diferencias de culturas”.
En lugar de describir el comportamiento humano en base a las leyes psicológicas que rigen a todo individuo, el marxismo parte del concepto de clase social ignorando los atributos particulares de cada uno de sus integrantes. De ahí que Alexander Solyenitsin afirmaba que: “Allí donde se necesita un bisturí, el marxista utiliza un hacha”. Fulton J. Sheen considera al “concepto comunista del hombre” como un segundo principio en la descripción que realiza. Al respecto escribe: “El segundo principio básico del Comunismo es que el hombre tiene algún valor sólo en cuanto es miembro de una clase”.
“En la primera edición de su obra sobre el Capital, Marx dijo así: «Las personas de y por sí mismas no tienen valor. Un individuo tiene valor sólo en cuanto es representante de una categoría económica, la clase revolucionaria; fuera de eso, el hombre no tiene valor»”.
“Así es asimilado el hombre a las formas inferiores de vida, en las que una mosca individual, un mosquito o una hormiga, no tienen valor alguno; lo que tiene importancia y valor es la especie”.
Luego de promover el odio de clases, considerando a la burguesía culpable de todos los males y al proletariado inocente de tales males, Marx sugiere la “dictadura del proletariado”, reacción violenta que tiene como primer objetivo “la destrucción violenta del orden tradicional”. Esta sería la secuencia perfecta para promover un verdadero “cáncer social”.
El Estado, dirigido por una vengativa clase proletaria, con el tiempo habrá de desaparecer, según dice Marx. Sin embargo, también en esto la realidad escapa a sus predicciones. Incluso se llega al extremo de reemplazar al antiguo Dios, creador y dador de los derechos del hombre, por el Estado omnipotente, con atributos bastante similares. Sheen escribe al respecto: “Si los derechos nos vienen de Dios, entonces ningún Estado, ningún parlamento, ningún dictador ¡podrán jamás quitárnoslos! Si proceden del Estado socialista, entonces el mismo Estado socialista nos lo puede quitar. Ésta es la diferencia fundamental entre ambos. Para nosotros el Estado existe para la persona; entre los Soviets, la persona existe para el Estado. Para nosotros, una persona tiene derechos independientemente del Estado; para los Soviets, no hay derechos inalienables, todos pueden ser tomados por el Estado que fue quién los dio”.
La burla permanente en contra de la creencia en un Dios invisible, no tiene en cuenta que la religión moral considera la existencia de leyes naturales invariantes, que son las leyes de Dios y son las mismas que describe el científico. Lo realmente absurdo es el reemplazo de ese Dios y esas leyes por un dios visible (el Estado) que dicta leyes humanas desconociendo la naturaleza humana. Marx se encargó de engañar a sus propios seguidores asegurándoles que su descripción era científica, sin advertirles que toda actividad científica tiene dos resultados posibles: el acierto o el error. Por todas las experiencias pasadas, puede afirmarse que el marxismo es todo un error.
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