Todo niño debe ser orientado y conducido por sus padres, reclamándosele obediencia. A medida que crece, va adquiriendo mayor libertad y mayor autonomía, es decir, mayor capacidad para decidir por sí mismo. Pero esta libertad ha de ser eficaz siempre y cuando vaya asociada a cierta responsabilidad. De ahí que los padres, por lo general, le conceden cada vez más libertad en la medida en que va adquiriendo mayor responsabilidad. “Responsable: que obra con conocimiento y libertad suficientes para que sus actos puedan ser considerados como suyos y deba responder de ellos. El niño no es responsable por ignorancia del alcance de sus actos; bajo los efectos de una violenta cólera, deja de serlo por falta de libertad” (Del “Diccionario del Lenguaje Filosófico” de Paul Foulquié-Editorial Labor SA-Barcelona 1967).
Mientras que la coacción y la obediencia son reservadas al niño y la libertad y la responsabilidad al adulto, con la adolescencia como etapa de transición, se define al “hombre” como alguien que dispone de libertad y posee responsabilidad. Arturo Paoli escribió: “Un hombre es, ante todo, un individuo responsable y autónomo. Su responsabilidad y su autonomía se definen en relación con el ambiente en que se mueve. Responsabilidad frente a lo que se debe hacer, seriedad frente a las obligaciones que se han asumido, fidelidad a la palabra dada, capacidad para hacer lo que ha prometido: todo esto dice la palabra responsabilidad. Y cuando un hombre ha dado pruebas de ser esto, merece el elogio: éste es un hombre” (De “La persona, el mundo y Dios”-Ediciones Carlos Lohlé-Buenos Aires 1967).
Para cumplir con los requisitos que impone la responsabilidad, el individuo primeramente debe haber adoptado una actitud cooperativa, lo que sintetiza haber adquirido valores morales suficientes para su buen desempeño social. Arturo Paoli escribió al respecto: “La responsabilidad se apuntala por un lado con la autonomía y por otro con el valor. La autonomía, al liberarme de una dependencia formalista, me fuerza a entrar en el mundo de los valores. Ya no soy «uno que sigue» por fe en una persona: soy una persona que debe hacer constantemente elección. Esto me obliga a tener capacidad o, más bien, sensibilidad para los valores”.
“Porque si es cierto que un valor posee un contenido metafísico, susceptible de prestarse a un análisis intelectual, por el hecho de ser valor penetra en la esfera donde juega toda la emotividad humana: no hay aquí tanto tiempo para pensar, es preciso elegir por intuición, por afinidad del gusto. Lo cual revela quién soy: hasta qué punto soy autónomo, cuáles son mis condicionamientos”.
“Una persona puede hacerse la hipócrita y esconderse tras una honorabilidad aparente; pero colocada frente a los valores, necesariamente se descubre. Ciertos presuntos «perfectos», así considerados porque llevan la cabeza inclinada a la derecha y las manos entrecruzadas, se traicionan por sus juicios sobre los valores y por sus elecciones”.
También, entre los fundamentos de la logoterapia, aparecen los conceptos antes mencionados. Joseph B. Fabry escribió al respecto: “La libertad de elección del hombre, de la que no puede ser privado ni siquiera dentro de una prisión, puede conducir lo mismo a una existencia significativa que a una existencia vacía. Para que sea significativa, sostiene la logoterapia, la vida debe vivirse, no sólo libremente, sino también responsablemente”.
“El jardín del Edén era un sitio donde reinaba una obediencia ciega e instintiva a la ley del Creador y donde no existían tareas ni obligaciones. Podría decirse que era un mundo donde la libertad y la responsabilidad eran desconocidas. Pero cuando el hombre comió del fruto prohibido se encontró a sí mismo, no sólo libre para conocer el bien y el mal, sino asimismo responsable de vivir con su libertad fuera de la seguridad del paraíso. Se convirtió en el único animal capaz de elevarse al bien, pero también el único que podía padecer males tales como inadaptación, insatisfacción, infelicidad y tedio. Para neutralizar estos aspectos negativos de su humanidad, el hombre necesita aceptar su responsabilidad en las tres áreas donde puede encontrar sentido. En palabras de Víktor Frankl, todo hombre es responsable de «lo que hace, de lo que ama y de cómo sufre»” (De “La búsqueda de significado”-Fondo de Cultura Económica-México 1977).
Es oportuno destacar que, mientras el hombre libre tiene responsabilidad (se obliga a sí mismo), el hombre dependiente tiene obligaciones (es obligado por otros). Fabry escribe al respecto: “Si la aceptación de la responsabilidad es el remedio a una existencia sin sentido, ¿por qué el hombre sufre más actualmente a causa de esta pérdida de sentido que en épocas anteriores? ¿Es ahora el hombre acaso menos responsable de lo que lo fueran los vikingos, los cruzados o los hunos?”.
“La respuesta a esta pregunta reside en la distinción que establece la logoterapia entre responsabilidad y obligación. La obligación es impuesta siempre por alguna autoridad, y la responsabilidad es algo que cada individuo asume por propia voluntad. La mayoría de los hombres, a través de la historia, estuvieron sujetos siempre a obligaciones impuestas por alguna autoridad. En el seno de la familia, por ejemplo, las obligaciones del individuo estaban perfectamente delimitadas….”.
“En una sociedad donde la libertad estaba restringida y las obligaciones eran impuestas y aceptadas sin cuestionar, la vida tenía un contenido. Actualmente el hombre se ha independizado casi por completo de toda autoridad exterior; no obstante, cuando no se reconoce responsabilidad ante ninguna autoridad, la responsabilidad debe surgir del interior. Responsabilidad significa disciplina interior; todo hombre debe responder de sus actos, no porque esté obligado a ello, sino porque así lo decidió…Obligación sin libertad es tiranía. Libertad sin responsabilidad es arbitrariedad y puede conducir al aburrimiento, al vacío, a la angustia y a la neurosis”.
Para simbolizar el necesario complemento entre libertad y responsabilidad, Víktor Frankl expresó: “Conocéis la estatua de la libertad. Está en la costa oriental de vuestro país. ¿Qué os parece si erigís aquí, en la costa occidental, una estatua de la responsabilidad?” (De “El hombre doliente”-Editorial Herder SA-Barcelona 1987).
Valores tales como libertad y responsabilidad son promovidos, en el ámbito político y económico, por el liberalismo. En oposición al hombre libre y responsable, el socialismo propone al hombre-masa obediente, coaccionado por el Estado. El hombre-masa tiene la inmadurez del niño caprichoso y de ahí que requiera de la “sabia” dirección del marxista-leninista a cargo del Estado. El ideal de Platón, la sociedad totalitaria, sigue vigente en la mente de muchos “intelectuales” que proponen al socialismo como solución para todos los males de la sociedad. Platón escribió: “De todos los principios, el más importante es que nadie, ya sea hombre o mujer, debe carecer de un jefe. Tampoco ha de acostumbrarse el espíritu de nadie a permitirse obrar siguiendo su propia iniciativa, ya sea en el trabajo o en el placer”.
“Lejos de ello, así en la guerra como en la paz, todo ciudadano habrá de fijar la vista en su jefe, siguiéndolo fielmente, y aun en los asuntos más triviales deberá mantenerse bajo su mando. Así, por ejemplo, deberá levantarse, moverse, lavarse, o comer,…sólo si se le ha ordenado hacerlo. En una palabra: deberá enseñarle a su alma, por medio del hábito largamente practicado, a no soñar nunca actuar con independencia, y a tornarse totalmente incapaz de ello” (Citado en “La sociedad abierta y sus enemigos” de Karl R. Popper-Editorial Planeta-De Agostini SA-Barcelona 1992).
La búsqueda de libertad y de responsabilidad implica la búsqueda de autonomía; así todo individuo logrará ser independiente de otros hombres, o bien depender mínimamente de ellos. Es esto lo que denominamos como “individualismo”, y que puede simbolizarse de la siguiente manera:
Individualismo = Libertad + Responsabilidad
Desde los sectores de la izquierda política se considera al individualismo como la causa de todos los males sociales y por ello promueven al colectivismo, que puede simbolizarse de la siguiente manera:
Colectivismo = Coacción del Estado + Obediencia
La lucha histórica entre el bien y el mal parece haber sido reemplazada, en los últimos tiempos, por la lucha por hacer prevalecer al individualismo o bien al colectivismo. Stephan Zweig escribe sobre el hombre-masa que habría de dar lugar al colectivismo: “Tenemos, por desgracia, que reconocer y confesar claramente que un ideal que sólo se propone el bienestar general, jamás puede satisfacer por completo a dilatadas masas del pueblo; en los caracteres de tipo medio, también el odio exige el cumplimiento de sus sombríos derechos junto a la pura fuerza del amor, y el provecho personal de cada individuo quiere obtener también, de aquella idea, rápidas ventajas individuales. Para la masa, siempre será más accesible que lo abstracto, lo concreto y aprehensible; por ello, en lo político, siempre encontrará más fácilmente partidarios todo programa que, en lugar de un ideal, proclame una hostilidad, una oposición bien comprensible y manejable, que se dirija contra otra clase social, otra raza, otra religión, pues, con el odio, puede encender fácilmente el fanatismo sus criminales llamas” (De “Triunfo y tragedia de Erasmo de Rótterdam”-Editorial Juventud SA-Barcelona 1935).
Marx supone que a través del socialismo el hombre logrará finalmente disolver al Estado y adquirir la libertad individual, es decir, pareciera que propone algo similar al liberalismo como meta final de su propuesta, mientras que el liberalismo la propone desde un principio. Por el camino indicado por Marx, en realidad, nunca se llega a lograr objetivos de libertad y de responsabilidad, ya que se logra todo lo contrario.
Esto hace recordar aquella fábula en que un hombre sencillo conversa con un audaz empresario, quien busca poseer mucho dinero para poder vivir sus últimos años en una casita rodeada de un lindo paisaje, siendo precisamente lo que ya ha logrado el hombre sencillo. Así, Marx propone violencia, transformación del Estado y de la sociedad, un imperialismo mundial del socialismo, prometiendo a sus seguidores algo que todo individuo puede conseguir llegando a ser un hombre responsable capaz de afrontar la vida en forma independiente de la influencia de otros hombres.
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