Todo razonamiento implica una asociación de ideas mientras que las ideas están materializadas en imágenes mentales que llevamos depositadas en nuestra memoria. Este proceso elemental lo compartimos con otras especies del reino animal, lo que puede comprobarse en el caso de los animalitos domésticos, si bien existe una diferencia esencial por cuanto el animal relaciona lo que observa con lo que tiene en su memoria, mientras que el ser humano, además, puede relacionar información ubicada en distintos sectores de su memoria sin que esté involucrada información captada por los sentidos. Michel Denis escribió: “Esta escuela filosófica [asociacionista], en estrecha relación con el empirismo inglés de Locke y Hume, se basa en la convicción de que los acontecimientos de la vida mental provienen, más o menos directamente, de los sentidos. Las «ideas» son imágenes mentales que, con distintos grados de precisión, reproducen o representan sensaciones. Así pues, la imagen es un elemento esencial del pensamiento. La doctrina asociacionista explica el funcionamiento del espíritu humano mediante el establecimiento más o menos mecánico de relaciones entre las unidades mentales, que son las imágenes” (De “Las imágenes mentales”-Siglo XXI de España Editores SA-Madrid 1984).
El asociacionismo surge con Aristóteles y tiene una influencia duradera, si bien ha sido ampliado convenientemente. A manera de síntesis, Emilio Mira y López enuncia sus leyes básicas:
a- Ley de asociación por simultaneidad o continuidad temporal: Esta ley afirma que todos los contenidos psíquicos que han impresionado conjuntamente, o en rápida sucesión, nuestra conciencia tienden a ser más tarde evocados conjuntamente, o sea, que el recuerdo de uno cualquiera de ellos hace surgir los demás. Así, por ejemplo, el olor de una flor nos recuerda su imagen visual, el sonido de una campana nos evoca una iglesia o la misa, la vista de un despertador nos hace pensar en el esfuerzo matutino para acudir puntualmente al trabajo, etc.
b- Ley de la asociación por continuidad o contigüidad espacial: Según esta ley, los contenidos psíquicos correspondientes a objetos que han aparecido juntos o muy próximos en el espacio tienden a evocarse recíprocamente. Esto significa que dos cosas o personas que hemos visto en una misma área o sector del espacio quedan conectadas en nuestra mente de tal modo que la imagen de una nos hace pensar en la otra. Por ejemplo, la vista del mar, o su recuerdo, nos hace pensar en barcos, en peces o en gaviotas, la imagen de la Luna nos recuerda involuntariamente a Venus, a Pierrot, o a una pareja de enamorados (es claro que en este último caso la distancia real que separa las imágenes asociadas es muy grande, mas no lo es la distancia aparente).
c- Ley de la asociación por semejanzas o contrastes de forma: Todo cuanto se parece exteriormente o cuanto, inversamente, es opuesto externamente (y por ende puede ser complementario) tiende a evocarse de un modo conjunto. Así, objetos cuyo tamaño, color, forma o consistencia son semejantes, pueden aparecer seguidamente en nuestra conciencia, aun cuando no lo deseemos en ese momento. Pero también quedan asociados los objetos opuestos en su forma. En este caso la asociación se llama «contraste». Así, por ejemplo, la imagen de lo blanco nos hace pensar en la imagen de lo negro, del mismo modo como la imagen o la presencia de un pañuelo rojo nos hace pensar en la sangre.
d- Ley de asociación por semejanzas o contrastes de significado: Todo cuanto posee significados similares u opuestos tiende a ser evocado conjuntamente, aun cuando no se haya presentado con apariencias de semejanza o contraste ni haya estimulado nuestra mente por su proximidad en el tiempo o en el espacio. Sin duda esta ley es tanto más válida cuanto mayor es el desarrollo mental del individuo y cuanto mayor es su cultura y su poder de abstracción, pues a medida que progresamos y evolucionamos mentalmente nos vamos desprendiendo cada vez más de lo que podríamos denominar recursos ingenuos o primarios del pensamiento y vamos diferenciando la forma o apariencia de la sustancia o esencia de los objetos e imágenes reales.
Así, para un niño de 3 o 4 años o para un salvaje, la imagen o la presencia de una antena, por ejemplo, evocará la de un bambú, la de un poste o, quizás, la de un extraño arbusto, mientras que para un adulto civilizado evocará una conversación radiofónica, un programa de televisión, etc., del propio modo, si un niño o un salvaje oyen ruidos de un telégrafo Morse pensarán en algún animal escondido, pero no asociaran tales ruidos con un mensaje del hombre. (De “El pensamiento”-Editorial Kapeluz SA-Buenos Aires 1966).
El asociacionismo se amplía significativamente al considerar el vínculo existente entre causas y efectos, y también cuando existe cierta correlación de sucesos (vínculo frecuente pero no causal). La conocida experiencia de Iván Pavlov con el perro que escucha una campana cuando recibe comida y segrega saliva aun cuando no reciba comida y sólo escucha la campana, es una evidencia más del fenómeno asociativo.
Pero el pensamiento humano no se limita sólo a relacionar imágenes, ya que también puede relacionar símbolos, como es el caso de los números y de otros entes matemáticos. Así como todo ser humano asocia diversas imágenes en función de sus atributos, en el sentido antes indicado, es posible que también asocie diversos símbolos en función de los atributos propios que los caracterizan. Así como es posible encontrar leyes que rigen los pensamientos en base a imágenes (como las mencionadas), es posible encontrar leyes que rigen los pensamientos del tipo “verdadero” o “falso”, conocidas como lógica simbólica.
Es oportuno mencionar el hecho de que, en algunas personas, predomina netamente el razonamiento en base a imágenes mientras que en otros predomina el razonamiento en base a símbolos. Henri Poincaré lo advierte en el caso de los matemáticos: “Es imposible estudiar las obras de los grandes matemáticos, y aun las de los pequeños, sin observar y sin distinguir dos tendencias opuestas o, más bien, dos clases de espíritus enteramente diferentes. Unos están preocupados, ante todo, por la lógica; al leer sus trabajos, se siente la tentación de creer que no han avanzado sino paso a paso, con el método de un Vauban que lleva adelante sus trabajos de acceso a una fortaleza, sin abandonar nada al azar. Los otros se dejan guiar por la intuición y, desde el primer momento, hacen conquistas rápidas, pero a veces precarias, como osados caballeros de vanguardia”.
“No es la materia que tratan la que les impone uno u otro método. Si de los primeros se dice, a menudo, que son analistas, y si se llama geómetras a los otros, esto no impide que unos permanezcan analistas aun cuando estudien geometría, mientras que los otros son todavía geómetras, aun cuando se ocupen de análisis puro. Es la propia naturaleza de sus espíritus quien los hace lógicos o intuitivos, y no pueden despojarse de ella cuando abordan un asunto nuevo”.
“Tampoco es la educación quien ha desarrollado en ellos una de las dos tendencias y ha sofocado a la otra. Se nace matemático, pero no se llega a serlo, y parece también que se nace geómetra o que se nace analista”.
“Mientras habla, Bertrand está siempre en acción; ora parece discutir con algún enemigo exterior, ora dibuja con un ademán las figuras que estudia. Evidentemente, él ve y trata de describir; por eso llama al ademán en su auxilio. Con Hermite ocurre todo lo contrario; sus ojos parecen huir del contacto con el mundo. No es fuera, es dentro donde busca la visión de la verdad” (De “El valor de la ciencia”-Espasa-Calpe Argentina SA-Buenos Aires 1947).
Tanto el pensamiento en base a imágenes como el establecido en base a símbolos deben disponer de información grabada en la memoria. Incluso el especialista necesita disponer de una memoria artificial constituida por su biblioteca personal. Es frecuente escuchar que Internet permite disponer de una memoria artificial colectiva que hace innecesarias las bibliotecas personales; incluso se exagera diciendo que Internet debe proveer el conocimiento y que el docente sólo debe acompañar el proceso de aprendizaje. Sin embargo, toda memoria artificial ha de cumplir eficazmente su función si se trata de una memoria “manejable” por el individuo, es decir, que puede lograr suficiente conocimiento de ella y que puede existir parcialmente en su memoria natural. El problema de Internet es que, al ser tan amplia, resulta poco manejable, al menos para el estudiante o el profesional poco adaptado.
Las operaciones que realiza la mente, para establecer el razonamiento, han de ser las mismas tanto si se trata de asociar imágenes como de asociar símbolos. De ahí que, en el caso de las imágenes disponemos de una operación básica que podemos denominar AGRUPAR, que implica una selección, por nuestra parte, de la información que habremos de llevar en la memoria y, además, de un agrupamiento interno espontáneo. Los agrupamientos neuronales se caracterizan por la activación de las neuronas vecinas cuando ha sido activada alguna de ellas en forma individual. Esto implica que la conversación o la lectura, sobre un tema en especial, tenderán a hacer surgir la respectiva información que llevamos depositada en la memoria.
La segunda operación ha de ser la de COMPARAR, la que nos permitirá establecer el proceso básico de “prueba y error”, típico de todo proceso evolutivo y de todo sistema complejo adaptativo, como es el hombre. Tanto el proceso del conocimiento como el de la creatividad son orientados por la propuesta personal de ciertas hipótesis que podrán ser comparadas con el objetivo a lograr, o a describir. Mientras que los animales pueden comparar las imágenes que se les presentan con aquellas que guardan en la memoria, como en el caso del reconocimiento de rostros y personas, el ser humano tiene la posibilidad de comparar diversas imágenes situadas en su memoria aun sin la presencia de ninguna imagen percibida por sus sentidos durante el proceso del razonamiento.
La asociación de ideas no es otra cosa que la comparación entre imágenes y símbolos ya existentes en la memoria. El conocimiento implica información acumulada que ha sido seleccionada en forma conveniente por cada individuo. Si esa información en fidedigna y compatible con la realidad, el individuo que la posee dispondrá de las mejores condiciones para continuar incrementado su nivel de conocimientos. De ahí que las estrategias educativas deben priorizar la transmisión de conocimientos por parte del docente en lugar de intentar que el alumno lo logre por sus propios medios durante las etapas estrictamente formativas. Sin este aporte del docente, el proceso del aprendizaje se verá truncado o bien limitado a las aptitudes y voluntades individuales hacia el autoaprendizaje.
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