Desde tiempos remotos, el hombre ha organizado la información disponible para establecer sistemas descriptivos con la intención de orientar a sus semejantes por la difícil aventura de la vida. Los sistemas más conocidos son los religiosos y los filosóficos, teniendo algunos de ellos objetivos contemplativos mientras que otros apuntaban a establecer normas de conducta concretas.
Más cerca en el tiempo, se han propuesto ideologías que contemplan el método científico, asociadas a la ciencia vigente en la época de su realización, o bien han simulado tenerla presente (marxismo). Puede decirse que todo sistema descriptivo con objetivos prácticos concretos, debe necesariamente tener en cuenta la ciencia de la época o, al menos, ser compatible con ella, y mucho más con la realidad.
A la palabra “ideología”, en el ámbito de las ciencias sociales, se le puede asignar el significado de “estudio de los diversos sistemas descriptivos orientados a promover la adaptación del hombre al orden natural”; que es el que se le asociará en este escrito. El nivel de las ideologías progresará mediante prueba y error, no siendo, por lo general, obra de un solo autor, ya que resulta absurdo desconocer e ignorar el pasado para empezar “desde cero” en la búsqueda de una pretendida originalidad.
Los sistemas descriptivos prácticos, surgidos últimamente, son esencialmente políticos y económicos, si bien pueden tener vínculos con otras ramas de la cultura, como la religión, el arte o la antropología. En ellos es posible encontrar algunos aspectos comunes, que no son otra cosa que los requisitos básicos que debe reunir toda ideología que pretenda tener cierta trascendencia. Tales aspectos son: a) Fundamentos científicos, b) Estructura, c) Compilación de la información y d) Difusión pública.
Como ejemplo de un sistema político y económico puede mencionarse al establecido por Álvaro Alsogaray en la década de los 60. El objetivo de su propuesta consistió en la posibilidad de establecer la Economía Social de Mercado en la Argentina, tomando como referencia la experiencia de la Alemania Occidental bajo la conducción de Konrad Adenauer. Aplicar en un país algo que previamente fue aplicado en otro, constituye también una innovación.
El fundamento político, y especialmente, económico, está explícito en los libros que recomienda como lectura básica partidaria, con autores como Ludwig von Mises, Friedrich von Hayek, Jacques Rueff, Murray N. Rothbard, Wilhelm Röpke, Ludwig Erhard, Luigi Einaudi, Juan B. Alberdi, principalmente, y del propio Álvaro Alsogaray.
El fundamento científico de la propuesta es la teoría económica en la versión establecida por la Escuela Austriaca de Economía. La estructura de la propuesta, al igual que su difusión, está integrada en los libros y folletos partidarios, con los planes por realizar en caso de obtener un éxito electoral. El partido en cuestión se denominaba UCD (Unión del Centro Democrático). Alsogaray escribía en 1968: “Mi propósito es facilitar a quienes se interesan por el tema, y sobre todo a los líderes y dirigentes políticos que tendrán que asumir sus responsabilidades en el futuro próximo, un resumen ordenado acerca de un sistema de ideas político-económicas que, en mi opinión, es el que mejor se adapta al país, pero que no es suficientemente conocido y que muchos rechazan de antemano sin tomarse siquiera la molestia de estudiar. Esas ideas salvaron la civilización de occidente después de la Segunda Guerra Mundial y sin embargo son descalificadas sin más trámite por cuanto demagogo o «experto» en economía circula en los ambientes políticos y en los de las burocracias nacionales e internacionales”.
“Prueba de ello es, por ejemplo, el hecho de que opiniones de estadistas eminentes como Erhard, Rueff, Einaudi y otros, que gobernaron y reconstruyeron países asolados por la conflagración, sean descartados con infinita arrogancia y pedantería por «aprendices de brujo» y «economistas de café», incapaces de comprender los principios que inspiraron la obra de aquéllos. Lo cual se debe en buena medida a que no se ha hecho el esfuerzo de divulgación necesario para que se conozcan dichas ideas y se desate la vocación de llevarlas a la práctica. A ese esfuerzo de divulgación esta destinada esta síntesis, que el lector deberá naturalmente profundizar mediante la lectura de las obras clásicas en la materia si desea llegar al fondo del problema” (De “Bases para la acción política futura”-Editorial Atlántida-Buenos Aires 1968).
Muchos autores destacados, como Alberdi, von Mises y los demás antes citados, sólo lograron éxitos parciales. De ahí que sea necesario intentar otras formas de organizar la información por ellos brindada para lograr así una “ideología para todos”. Por ello es necesario que se establezcan otros intentos en tal sentido. Sólo la unión de los mejores pensadores permitirá establecer un sistema descriptivo capaz de resolver los serios problemas que afrontan las sociedades actuales.
Como la mayor parte de tales pensadores ya no existe, pero quedan sus libros, se pueden realizar otros intentos. Un nuevo sistema descriptivo debe ser realizado por alguien que tenga previamente un esquema bien definido acerca de la realidad, es decir, debe tener en la mente el “esqueleto” básico que ha de ir corporizando paulatinamente con la ayuda de otros pensadores, tanto del presente como del pasado.
El ideólogo debe tener la predisposición suficiente para dar lugar, en sus escritos, a otros autores que han expresado similares ideas en una forma más eficiente. Esta es esencialmente la labor del docente; la de transmitir el conocimiento por otros aportado siendo capaz incluso de “recuperar” a varios pensadores del olvido al que los ha relegado la historia. Como ningún autor ha logrado, todavía, un éxito total en la tarea orientadora del hombre y de la humanidad, quedan las puertas abiertas para que surjan nuevos intentos por establecer sistemas descriptivos que alcancen ese objetivo. Si son muchas las propuestas, cada una de ellas se fortalecerá observando a las otras, hasta que, finalmente, mediante “selección”, se aceptará provisionalmente a la que mejor se acerque al ideal buscado.
De la misma manera en que el empresario eficaz es el que sabe organizar las distintas habilidades y los diversos materiales, el ideólogo eficaz será el que logre armonizar el conocimiento aportado por otros. Su mérito radica, no tanto en su originalidad, sino en su capacidad de sintetizar el conocimiento previo.
Una ideología de adaptación del hombre al orden natural, no sólo debe apuntar a una mejora ética individual, sino también intelectual, ya que la mente ocupada en cosas importantes no permite reservar lugar en nuestro cerebro para los malos pensamientos.
Cuando alguien se siente parte integrante del sector de la humanidad que trata por todos los medios de hacer prevalecer el bien sobre el mal, poco le interesará, a la hora de difundir una idea, si tal idea es propia o bien si la ha elaborado otra persona. Es el mismo caso del soldado que lucha a la par de otros por una causa noble, siendo equivalentes los efectos si provienen de una acción propia o de la de un camarada por cuanto lo prioritario es el triunfo de la causa por la que se lucha.
Un ideólogo que adopta ese criterio, si encuentra un libro, o una página web, en donde aparece gran parte de la verdad que busca, no tendría inconveniente alguno en renunciar a seguir escribiendo para pasar a promover en forma decidida la difusión de tal libro o de tal página web.
Encontrar el sentido objetivo de la vida implica sentirse parte del sector de la humanidad que lucha a favor de la supervivencia de la especie humana y de su adaptación al orden natural. Por el contrario, el sinsentido objetivo consiste en no advertir tal proceso o bien en integrar el sector que se le opone totalmente. Denis Diderot, autor de la Enciclopedia junto a Jean L. D´Alembert, escribió: “Ya hemos advertido que entre quienes se erigen en censores de la Enciclopedia hay apenas uno que tenga el talento suficiente como para enriquecerla con un solo artículo de buena hechura. No creo estar exagerando al agregar que ella constituye una obra que en la mayoría de sus artículos trata temas que esa gente todavía tendrá que estudiar” (Citado en “Fundamentos de Sociología política” de I. L. Horowitz-Fondo de Cultura Económica-México 1986).
Cuando se observa, cotidianamente, el sufrimiento padecido por muchos seres humanos, se deja de pensar en el “mérito propio” que podría lograrse como escritor, para difundir tanto lo propio como lo que otros autores han expresado de mejor forma o con mayor veracidad; ya que lo prioritario es la utilidad que la información pueda tener.
Para establecer una ideología amplia, de la cual lo político y lo económico sea sólo una parte de ella, es necesario colocar “nuevos cimientos”, más cercanos al comportamiento del hombre. De esa manera, el “edificio” que podrá levantarse será de mayor envergadura. Estos nuevos cimientos consisten en la introducción de la Actitud Característica, como relación entre Respuesta y Estímulo, con sus cuatro componentes afectivas (amor, odio, egoísmo e indiferencia) y con sus cuatro componentes cognitivas (referencia en la realidad, en uno mismo, en otra persona o en lo que dice la mayoría). Erwin Schrödinger escribió: “La cuestión no es tanto ver lo que nadie ha visto todavía, sino pensar lo que aún nadie ha pensado acerca de lo que todo el mundo ve”.
Las deducciones a partir de esos principios, permiten encontrar una respuesta convincente y aclaratoria entre varias duplas antagónicas que predominan en la actualidad: a) El Bien vs. el Mal, b) Absolutismo vs. relativismo, c) Individualismo vs. colectivismo, d) Religión natural vs. religión revelada, e) Liberalismo vs. socialismo, f) Democracia vs. totalitarismo, y algunas otras, adhiriendo a las primeras mencionadas.
Esto implica que la ideología desarrollada en el presente blog incluye no sólo lo político y lo económico, ya que, al sustentarse en la psicología social, involucra una teoría de la acción ética, interpreta al cristianismo como una religión natural, establece una teoría de la personalidad y, en general, resulta ser una nueva visión que permite dar una respuesta sobre el resto de las ciencias sociales.
Si bien constituye una descripción de gran amplitud y contenido, expresada de forma que pueda ser accesible a la mayoría de las personas, la oposición ideológica resulta bastante importante, por lo que no es de esperar que pueda lograr una difusión suficiente. Al menos podrá servir, en el futuro, como parte integrante de ideologías más amplias aún, o mejor definidas, de la misma manera en que la ideología propuesta por Alsogaray forma parte de la presente ideología.
Aún cuando no lograra trascendencia alguna, al autor le queda la satisfacción de haber realizado todo lo que está a su alcance para tratar de revertir la crisis humana y social que afecta a gran parte de las sociedades actuales.
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