Entre los diversos tipos de personalidades encontramos aquellas con poca predisposición a comunicarse con los demás y a no exteriorizar sus emociones. Estos son los introvertidos, a quienes, ya sea por cuestiones genéticas o bien por influencia del medio social, les resulta difícil vincularse socialmente y les resulta más cómodo mantenerse aislados. Todo lo contrario es el caso de los extrovertidos.
Desde el punto de vista ético, no puede generalizarse acerca de la superioridad de una de estas personalidades extremas, ya que no existe, aparentemente, una relación directa entre la exteriorización de emociones y la moralidad de las acciones. En muchos casos, simplemente se trata de formas distintas de vincularse al medio social.
Como ejemplos de ambas posturas puede mencionarse a dos físicos teóricos; uno de ellos es Paul Adrien Maurice Dirac, el introvertido, y el otro, Richard Feynman, el extrovertido. Junto con Albert Einstein, se los considera integrantes de la elite de los tres o cuatro físicos más importantes del siglo XX. Así como Einstein es la figura principal en la formulación de la teoría de la relatividad, Dirac y Feynman lo son respecto de la mecánica cuántica. Con esto se advierte que no existe algo tal como “la personalidad típica” del científico, o del físico teórico. Emilio Segré escribió: “En nuestro estudio no se desprende ningún retrato de «el físico». Existe más bien una gran variedad de personajes, lo cual no sorprende si se considera la gran diversidad de contribuciones necesarias para el avance de la física” (“De los rayos X a los quarks”-Folios Ediciones SA-México 1983).
La personalidad introvertida de Dirac tiene mucho que ver con la influencia de un padre dominante en exceso. Charles Dirac se desempeñó como docente de francés en Bristol, atemorizando tanto a sus alumnos como a sus propios hijos. Juan Antonio Caballero Carretero escribió: “Charles Dirac nunca renunció a su herencia cultural ginebrina. Mantuvo la nacionalidad suiza, al igual que sus hijos, hasta 1919, año en que adquirieron la nacionalidad británica. Asimismo, que sus hijos hablaran con él en francés se convirtió en una imposición absoluta. Su fuerte carácter y el aislamiento que impuso a su familia, que apenas tenía relaciones sociales, convirtieron el domicilio de los Dirac en una especie de prisión, en las que las simples conversaciones estaban ausentes. Esto tuvo una profunda influencia en la vida de sus hijos. Paul Dirac lo expresó en 1962 del siguiente modo: «Durante mi niñez no tuve ningún tipo de vida social. Mi padre impuso que sólo podía dirigirme a él en francés. Pensaba que sería beneficioso para mi educación. Al descubrir que era incapaz de expresarme en francés, decidí que era mejor permanecer en silencio que hablar en inglés. De esta forma me convertí en una persona muy silenciosa». «Las cosas se desarrollaron desde el principio de tal forma que me convertí en una persona muy introvertida»”.
En cuanto a su etapa escolar, el citado autor agrega: “Prácticamente no hablaba con nadie ni participaba en ningún juego ni deporte. La ausencia de relaciones sociales le hizo centrarse en su propio mundo, en el que el estudio de la naturaleza y, en particular las matemáticas, se convirtieron en el centro de su vida”. “El joven pronto se convirtió en uno de los estudiantes más brillantes del colegio, completando estudios de matemáticas y química mucho más avanzados que los que le correspondían por su edad. Tanto su padre como sus propios profesores percibieron desde el primer momento que Paul poseía una mente especialmente brillante para las ciencias, así como una enorme capacidad de trabajo y concentración. Este hecho influyó en el riguroso régimen de trabajo que Charles Dirac impuso a su hijo durante estos años, lo cual trajo consigo aún un mayor aislamiento” (De “Dirac. El reflejo oscuro de la antimateria”-RBA Coleccionables SA-Buenos Aires 2015).
También su padre influyó en la carrera universitaria que habrían de seguir sus hijos. De ahí que primeramente se gradúa en Ingeniería Eléctrica para dedicarse posteriormente a las matemáticas y la física. “En 1918 Paul finalizó sus estudios secundarios con las máximas calificaciones, pero sin ninguna idea determinada de qué hacer en el futuro. A pesar de su especial capacidad para las matemáticas, siguió el ejemplo de su hermano mayor, quien, a pesar de su interés en estudiar medicina, se había visto obligado por imposición paterna a iniciar estudios de ingeniería en la Universidad de Bristol”.
“Paul Dirac, al contrario de otros prominentes físicos de la época, nunca cultivó las actividades sociales fuera de los estrictos límites de su labor académica”. “Su vida fue su obra científica y siempre mantuvo una privacidad extrema. Ejemplo de ello es su primera reacción de no aceptar el premio Nobel para evitar la publicidad asociada, y posteriormente, su decisión de aceptarlo tras comentarle Rutherford que la publicidad sería mucho mayor si lo rechazaba”.
“A pesar de la fama, sus hábitos no cambiaron y siguió mostrándose tan lejano e inaccesible como siempre, tanto para el público en general como para sus estudiantes y colegas. Aparte de la física y sus dos grandes aficiones –los viajes y las caminatas por la montaña-, Dirac mostró muy poco interés en otro tipo de actividades o ramas del conocimiento”.
Por su parte, Abdus Salam escribe: “Para quienes no conocieron directamente a Dirac, quisiera citar cierto artículo de un periodista que escribió sobre él cuando se encontraba en la Universidad de Wisconsin. El artículo dice así: «Me habían hablado de un individuo que tienen esta primavera en la universidad. Un físico matemático o algo por el estilo, según lo llaman, un hombre que está desalojando de la primera página a sir Isaac Newton, a Einstein y a todos los otros. Se llama Dirac y es inglés. Por eso, la otra tarde fui a golpear a la puerta del despacho del doctor Dirac, situado en Stirling Hall, y una voz agradable me dice: ‘Pase usted’».
«Quiero declarar en seguida que esa oración ‘Pase usted’ fue una de las más largas que pronunció el doctor durante nuestra entrevista». «Comprobé que el doctor era un hombre alto, juvenil, y en un instante supe por el destello de sus ojos que yo iba a gustarle. En modo alguno parecía hombre ocupado. Cuando entrevisto a un hombre de ciencia norteamericano de su clase, el científico suele llevar un gigantesco portapapeles y mientras habla muestra notas de conferencias, pruebas de página, libros, reimpresiones, manuscritos, y todo cuanto pueda sacar de su cartera».
«Dirac es diferente. Parece disponer de todo el tiempo del mundo y su trabajo más pesado consistía en mirar por la ventana». «-Profesor- le digo, observo que antepuestas a su apellido hay unas cuantas letras [P. A. M. Dirac]. ¿Significan algo en particular?. –No- dice el profesor».
«-Muy bien- digo-, quisiera usted revelarme el fondo de sus investigaciones? –No- dice.». «Continúo preguntando: -¿Va al cine? –Sí- dice Dirac». «¿Cuándo? –En 1920.»” (De “La unificación de las fuerzas fundamentales”-Editorial Gedisa SA-Barcelona 1991).
La sencillez de la vida del científico se debe principalmente a que dedica sus pensamientos prioritariamente a la ciencia siendo su vida cotidiana algo rutinaria en los demás aspectos. De ahí que alguna vez se haya caracterizado la vida del matemático Henri Poincaré como “uniforme, exenta de acontecimientos”.
Richard Feynman se dedicaba, de muy joven, a arreglar radiorreceptores de sus vecinos. Además del hábito y el interés por resolver todo problema matemático que se le planteara, tenía curiosidad por los aspectos prácticos que lo llevaron a indagar el funcionamiento de las cajas de seguridad y la manera de abrirlas. Para divertirse, abría las cajas de otros físicos, que trabajan en el proyecto Manhattan, para mostrarles que no guardaban los secretos atómicos encomendados como era debido. Feynman escribió: “No teníamos en Los Álamos espectáculos ni distracción ninguna, así que de alguna forma teníamos que divertirnos, por lo que uno de mis pasatiempos favoritos era el de trastear con la cerradura Mosler de mi archivador”. “Me dije a mí mismo: «Ahora yo podría escribir un libro sobre abre-cajas que iba a dejar chiquitos a todos, porque al empezar podría asegurar que había abierto cajas cuyos contenidos eran más grandes y más importantes que lo que cualquier cosa que un revienta-cajas pudiera haber abierto, salvo, claro está, para salvar una vida. Por mucho que se valoren las piedras preciosas o los lingotes de oro, yo les he ganado a todos: he abierto las cajas de seguridad que contienen los secretos de la bomba atómica….» (De “¿Está Ud. de broma, Sr. Feynman?”-Alianza Editorial SA-Madrid 1994).
Una vez, al realizar una maniobra desafortunada con su bicicleta, recibe la protesta del conductor de un camión, pero en italiano. De ahí que no pudo entender lo que le decía. Entonces vio la manera de divertirse protestando en circunstancias similares utilizando un pseudo-italiano sin significado alguno. Una vez le tocó llevar a su hermana a una reunión de escolares que asistían con sus padres, mientras que cada padre debía hablar a su turno al grupo de niñas. Cuando le toca el turno (iba en reemplazo de su padre que estaba de viaje) se dirige a las niñas en pseudo-italiano. Comenta al respecto: “Seguí así durante dos o tres estrofas, expresando todas las emociones que yo había oído en la emisora italiana, y las chiquillas que se me desternillan, que se echan a rodar por los suelos de risa, embriagadas de felicidad”. “Terminado el banquete, la jefa de las exploradoras y una maestra de escuela se acercaron a decirme que habían estado comentando mi poema. Una de ellas pensaba que era italiano, y la otra, latín. La maestra me pregunta: «Bueno, ¿quién de nosotras tiene razón?». Yo les dije: «Tendrán que preguntarles a las niñas. Ellas entendieron enseguida en qué lenguaje les hablaba»”.
El carácter de Feynman se evidenció también cuando aceptó dar clases de física a nivel universitario en una etapa de plena investigación. De ahí surgieron sus “Lecciones de Física de Feynman” (con R.B. Leighton y M. Sands-Fondo Educativo Interamericano SA-Panamá 1972), que fueron grabadas y editadas en tres tomos, siendo uno de los mejores textos existentes dado que aparecen sus comentarios tales como surgieron durante las clases.
Se advierte también una variedad de personalidades entre los fundadores de la mecánica y de la astronomía, tales los casos de Nicolás Copérnico, el “canónigo tímido”que mantiene sin editar, durante varios decenios, su libro básico, por temor a las burlas que pudiera despertar. Galileo Galilei es el típico italiano discutidor que confronta sus ideas con aristotélicos y sacerdotes. Johannes Kepler es el extrovertido que cuenta en detalles los defectos de su madre como los errores que comete al calcular las órbitas planetarias. Tycho Brahe, es un astrónomo experimental frívolo y excéntrico, de la nobleza, y, finalmente, el introvertido Isaac Newton, que espera que muera Robert Hooke para publicar algunos de sus trabajos para evitar así tener que discutir con dicho rival científico. Incluso sus “Principios Matemáticos de la Filosofía Natural” son publicados ante la persistente presión que recibe de Edmund Halley.
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