La sociología argentina llega a la mayoría de edad, o la comienza, con la llegada al país de Gino Germani, quien huye del fascismo de Mussolini para caer más tarde en las redes del fascismo criollo de Perón. Luego de haber permanecido una treintena de años en el país, finaliza su labor en la Universidad de Harvard. Para sintetizar las diferencias entre ambos totalitarismos, puede decirse que el fascismo fue apoyado por la clase media con ambición de llegar a clase alta, menospreciando a la clase baja, mientras que el peronismo fue apoyado por las clase baja intentando destruir la media y la alta. José M. Goñi Moreno escribió:
“La inclinación de tono agraviante, traducida en el desprecio de ciertos poderosos por los humildes, se reprodujo en la soberbia de la «revancha despreciativa» de algunos repentinamente ascendidos. Y cuando una parte de las manifestaciones peronistas se desataba en el desahogo de las pasiones, ordenando violentamente a los indiferentes a compartir sus ideales, en sectores de grandes ciudades no acostumbradas a tal suerte de desbordes, provocaba reacciones inútiles y contraproducentes en contra del desarrollo de una idea de merecida justicia. Muchos sectores proclives a reconocer un adecuado avance social se definieron en contra por la forma en que se exteriorizaba” (De “La hora decisiva”-Buenos Aires 1967).
En cuanto a la labor del sociólogo, Ana A. Germani escribió: “Germani había hecho de la renovación de las ciencias del hombre su proyecto de vida. El fundador de la Sociología en la Argentina se enfrentaba una vez más con sus temores más profundos. Sus teorizaciones acerca de las contradicciones de los procesos de secularización en sociedades en transición se vieron trágicamente verificados”. “Autoritarismo, crisis de la democracia, contradicciones de la modernidad, fascismos y neofascismos constituyeron las experiencias maduradas del sociólogo entre un exilio y otro. Fueron estas mismas experiencias las que conformaron la materia prima de su vocación sociológica. La obsesión por construir una ciencia social rigurosamente científica, lejos de la retórica y de la ideología, estaba fuertemente ligada a su temor a los estragos de los autoritarismos y los totalitarismos en la sociedad moderna” (De “Gino Germani. Del antifascismo a la Sociología”-Taurus-Buenos Aires 2004).
Los estudios sociológicos, previos a la etapa científica, realizados en el país, podían considerarse como una filosofía social que poco tenía en cuenta al método de la ciencia experimental. Ello no implicaba, sin embargo, que fuesen necesariamente erróneos. La transición hacia la etapa científica fue criticada por cuanto Germani proponía para las ciencias sociales el mismo método aplicado a las ciencias naturales; afirmando la unidad metodológica de la ciencia experimental. Sostiene, además, que la sociología debe fundamentarse, o ser compatible, con la psicología social, en oposición a la tendencia a considerar al fenómeno social prioritario al individual.
“Por sociología Germani entiende «el sistema de las ciencias sociológicas y, como expresión de la tendencia unificadora inherente a toda ciencia, la sociología general. Tanto ésta como las disciplinas sociológicas especiales son ciencias positivas […] Su fundamento metodológico no se diferencia del que rige para el conocimiento científico en general»”. “En las actas del Instituto … se encuentra una declaración de Germani donde expresa su deseo de dedicarse al estudio de «algunos fenómenos de psicología social (sentimientos, opinión colectiva)» de la manera como lo estaba llevando a cabo la sociografía estadounidense”. “En el artículo sobre investigación en opinión pública y actitudes sociales, predomina el concepto psicosocial de actitud, que es un «claro y preciso indicador de su futuro enfoque del estudio de los fenómenos sociales»”.
Arturo Jauretche fue un pensador nacional y popular que apoya a Yrigoyen, en su momento, como a Perón posteriormente. En cuanto a su postura respecto del liberalismo, escribió: “Se trataba de aplicar el análisis a los maestros del liberalismo y descubrir la falacia maliciosa, que señalara Litz, por medio de la cual Adam Smith llegó a ser un conquistador más terrible que Napoleón, conduciendo las doctrinas delante de los mercaderes, para desarmar a los naturales de los países conquistados, como iba el lenguaraz delante de nuestro ejército de línea, entre los salvajes”.
Con un criterio similar podría criticarse a Henry Ford por las muertes producidas por los automóviles, y al propio Cristo por las fechorías de sus aparentes seguidores. Su actitud nacionalista explica el rechazo tanto al extranjero como al supuesto colaborador local. En una carta enviada a Ernesto Sábato expresa: “Nuestras diferencias en este momento dramático son adjetivas con respecto a lo fundamental; pero entretanto, una mano extranjera organiza el cipayaje y los vendepatrias”.
Así como en el ámbito del fútbol encontramos simpatizantes civilizados y también fanáticos “barra-bravas”, en la política encontramos demócratas y también populistas y totalitarios, que son los que promueven la violencia y la desarticulación de países y pueblos. De ahí que el desprecio que Jauretche manifiesta por algunos sectores de la clase media sea similar al que existe desde barra-bravas a simpatizantes de un mismo club. María Ignacia Padilla escribió: “Germani, entre otros sociólogos, sostenía que la existencia de la clase media era un requisito fundamental para el desarrollo económico del país y proclamaba una correlación positiva entre urbanización, sectores medios emergentes y desarrollo económico”. “Significaba el recurso fundamental para la modernización de la Argentina”.
“Jauretche criticaba enérgicamente a los sectores intermedios porque no se habían hecho cargo de su función histórica debido a su postura «antinacional». Él consideraba que sólo la unión de todas las clases sociales podría vencer los intereses egoístas para que al fin el país pudiera evolucionar”. “Cabe aclarar que Jauretche, cuando habla de estos sectores medios, se refiere a dos subgrupos, que juntos conforman «el medio pelo», y no incluye a la clase alta tradicional ni a gran parte de lo que se entiende por clase media. Por un lado, están los «desclasados» de la alta sociedad o «primos pobres de la oligarquía», que vendrían a ser la tercera generación de inmigrantes, aquellos que no lograron ser parte de la clase alta argentina terrateniente pero siempre añoraron serlo. Su ideología tradicional se entremezcla con una más moderna para definir esta nueva “especie” que aunque no tiene una buena situación económica se empeña en disimularlo. Por el otro, están comprendidos la clase media alta que es la económicamente mejor acomodada, la intelligentzia y la burguesía industrial-comercial de los últimos ascensos”.
“Señala a estos intelectuales que desde la época de Sarmiento asimilaron los valores de la cultura europea como propios llevando al país hacia la dependencia civilizatoria que tanto repudia el autor. A su vez Germani, al describir a la clase media incluye dentro de esta categoría a la clase alta por considerar que, debido a su escasa proporción, no incidiría en los resultados finales; es decir: la clase media es para este autor toda la población excepto la clase obrera”.
Jauretche culpa a sectores de la clase media el fracaso del peronismo, sin advertir que el odio populista nunca puede unir al pueblo, sino sólo a desunirlo. “Buscan, por sobre todas las cosas, «parecer», porque todavía no descubrieron quiénes «son» realmente. Conservan un resabio de las ideologías conservadoras que se confunden con las pautas culturales de la burguesía, y la rapidez del despegue no colabora para nada a la afirmación de la personalidad. Esta desorientación es la causa de la búsqueda de prestigio, entonces la burguesía y la alta clase media copian a los primos pobres porque los confunden con la clase alta, y estos últimos imitan a la clase alta porque simplemente no se reconocen como clase social”.
“Arturo Jauretche se ensaña con estos neófitos porque persiguen el éxito de su propio negocio, son egoístas, ambiciosos, y principalmente porque no cumplen su función conductora dentro del Proyecto Nacional. Despotrica contra el «medio pelo» utilizando todo tipo de adjetivos descalificadores porque lo que realmente condena es la supuesta falta de interés colectivo de este grupo, adjudicándole por esta causa la derrota del «Proyecto Nacional» del año 1955, al cual adhiere. Él considera que este sector fue el más incapacitado para comprender la nueva realidad por su falsa ubicación entre la clase alta y la clase media en general. A diferencia de la clase obrera, que se expresaba en la organización sindical, la burguesía y la clase media alta no formaron un medio de expresión política para defender sus intereses. Tanto fue así que en lugar de aliarse como un todo y pensar en términos nacionalistas, eligieron sus intereses egoístas intentando mantener desesperadamente el status de imagen de la clase alta”.
“Gino Germani sostiene que la clase media actuó en un comienzo junto con las clases bajas por medio del partido radical, y juntos obtuvieron grandes logros al romper con la concentración política y económica de la elite conservadora. Aun valorando estos logros, acepta sus limitaciones al reconocer la capacidad de consentir los golpes militares cuando las necesidades económicas apremiaron”. “A partir de estas consideraciones, podemos decir entonces que por un lado se encuentra Germani, que desde una teoría científica espera que la clase media lleve a cabo su rol estabilizador en el proceso desarrollista, y por el otro Jauretche, que desde el rencor que le produce el final del peronismo por lo que representaba inculpa a este sector social porque no se reconocieron como clase, dividieron a la Argentina, y no defendieron el Proyecto Nacional” (De http://p3.usal.edu.ar ).
Otro punto de desencuentro entre ambas posturas se encuentra en el universalismo de la actitud científica de Gino Germani, para quien los planteamientos de las ciencias sociales tienen similar validez en los distintos pueblos mientras se tengan presentes las particularidades regionales. Por el contrario, la actitud nacionalista-populista asocia lo extranjero a “la colonización pedagógica”, especialmente si proviene de un país por el que se siente cierta adversión. Para el nacional-populista no existe una cultura universal a la cual los distintos pueblos deben realizar aportes, sino que debería buscarse una cultura propia que nos diferencie y nos separe de los demás. Refiriéndose a la figura más importante de la ciencia nacional y de la clase media (Bernardo Houssay), Jauretche escribe:
“Este descubrimiento [del Dr. Alvarado] es técnicamente mucho más importante que el que se atribuyó el Dr. Houssay, producto, como se ha visto de la casualidad y la comprobación ajena. Y lo es mucho más si se lo considera del punto de vista social y nacional”. En cuanto a un matemático peronista, le atribuye haber demostrado algo que la comunidad internacional de matemáticos le reconoce varios años después a un británico, observando conspiraciones y traiciones cipayas en la ciencia como lo hace en política y economía: “En la más extrema pobreza Carlos Biggeri trabajó hasta sus últimas horas en su especialidad”. “Entre sus muchos trabajos había resuelto el llamado «teorema de Fermat», propuesto hace ya más de 300 años” (De “Los profetas del odio”-A. Peña Lillo Editor SRL-Buenos Aires 1973).
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