Por Jan Doxrud
En este artículo pretendo aclarar un error que suele cometerse y es el de identificar a Hitler y el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) con el conservadurismo y el capitalismo. ¿Cuál es el hecho? Que Hitler era socialista, es decir, pertenecía a una vertiente del socialismo que había arraigado en Alemania y que no era de índole marxista y que ponía el énfasis en la nación (pueblo = volk) pero, principalmente, en la raza ( racismo y nacionalismo no son sinónimos). Esto no fue creación de Hitler ya que la idea y el partido ya existían previamente. Personajes como Friedrich Naumann (1860-1919), Oswald Spengler (1880-1936), Johann Plenge (1874-1963) o Anton Drexler (1884-1942) ya habían teorizado sobre una fusión entre elementos nacionalistas “völkisch” y una forma de economía socialista. Por ende la idea de un nacionalsocialismo no es siquiera una creación original de Adolf Hitler. La idea del socialismo nacionalista ya estaba presente en otros autores que no necesariamente eran racistas de derechas. Así tenemos una unión entre dos colectivos: nacionalismo extremista basado en la raza.
Ahora bien, Hitler fue un oportunista y que hasta el final de su vida sólo le interesó una cosa: él mismo. Así, el supuesto nacionalismo es cuestionable, puesto que ninguna persona con un mínimo de respeto a su patria lleva a su población a la debacle como él lo hizo. Eso no lo hacía muy diferente de los jerarcas comunistas que masacraron al proletariado en nombre del proletariado.
Debo añadir que, como la mayor parte de los socialismos existentes, el de Hitler no fue completamente fiel a sus ideales, ya que su régimen fue más bien uno de carácter mixto, o más bien un híbrido de socialismo y capitalismo dirigido. Hitler tuvo que ser pragmático y cooperar con las elites económicas. Pero lo anterior no constituye un argumento para concluir que el dictador alemán fuera un amante del capitalismo financiero de la época, al cual vinculaba con los judíos y la decadente nación estadounidense. Tampoco era Hitler un títere del “gran capital”, eso sólo fue parte de la propaganda de los teóricos comunistas en su celo de vincular capitalismo y nazismo.
Pero, regresando a nuestro punto, el nazismo es un tipo particular de socialismo, nacionalismo exacerbado y racismo. Ahora bien ese racismo iba en contra del nacionalismo que Hitler predicaba puesto que puso al margen de la humanidad a judíos que eran y se sentían alemanes, así como también a opositores alemanes, homosexuales alemanes y otros grupos a los cuales no les bastó con ser “alemanes” para sobrevivir al régimen. Tal como lo fue en economía, Hitler también fue pragmático en materia de política exterior ayudando y pactando con países no pertenecientes a la “raza aria” como Japón y la España de Franco.
Nacionalismo y racismo no son necesariamente contrarios al socialismo, es decir, pueden coexistir sin mayores problemas (hasta Stalin se vio en la necesidad de apelar al nacionalismo y no a la ideología cuando Hitler inició la Operación Barbarroja). El socialismo tampoco se contrapone al imperialismo ya que Stalin y sus sucesores llevaron a cabo una política de expansión ideológica que forzó a la Europa oriental a permanecer bajo su violento yugo. En relación al antijudaísmo, debemos decir que Stalin no fue un personaje que se caracterizó por su amor a los judíos y su hija bien lo sabía.
Todo este tema de la derecha y la izquierda hay que entenderlo en su contexto. Desde la década de 1930 la propaganda comunista manipuló groseramente el lenguaje y, por ende, el significado de conceptos como el de fascismo y nazismo. No me centraré en el fascismo ya que abordé este en otro artículo, pero digamos que para los comunistas el fascismo pasó a ser sinónimo de nazismo y cualquier postura que se declarase abiertamente anticomunista pasaba automáticamente a ser un fascista.
Ser anticomunista sin ser fascista era prácticamente imposible, pero cualquier persona intelectualmente honesta sabrá que tal aseveración es una falacia. En ese sentido y en aquel contexto quizás se puede decir que el nacionalsocialismo era de derecha ya que no era de izquierda, es decir, comunista. De lo que se trata entonces es de hacer un uso correcto del lenguaje y dejar en claro que el nazismo fue conservador en algunos aspectos (como lo fue el comunismo), revolucionario en otros y ciertamente no fue capitalista, lo cual no significa que este sistema fuese completamente abolido (abolición que, por lo demás, nunca sucedió en ningún régimen socialista, salvo el de los Khmers Rojos). Pero hay que aclarar que la propiedad privada en Alemania, tal como lo explicó Ludwig von Mises y posteriormente George Reisman, era de carácter puramente nominal, ya que el ejercicio del poder a la larga residía en el Estado. Al respecto escribe Reisman:
Lo que Mises identificó fue que la propiedad privada de los medios de producción existía sólo nominalmente bajo el régimen nazi y que la sustancia real de la propiedad de los medios de producción residía en el gobierno alemán. Porque fue el gobierno alemán, y no los propietarios nominales privados, el que ejerció todos los poderes sustantivos de la propiedad, decidió lo que iba a ser producido, en qué cantidad, mediante qué métodos y a quiénes serían distribuidos (lo producido), así como los precios que se cobrarían y los salarios que se pagarían, y qué dividendos y otros ingresos privados se les permitiría recibir a los propietarios. La posición de los supuestos propietarios privados, demostró Mises, se reduce esencialmente a la de los pensionistas.
¿Hitler de derecha y conservador? Si Hitler hubiese sido un conservador y un hombre de derecha alemán, lo más lógico hubiese sido que el caudillo alemán, una vez alcanzada la Cancillería (1933) y muerto el Presidente Hindenburg, hubiese llamado nuevamente al Kaiser Guillermo II exiliado en Bélgica para reinstaurarlo en el trono. Esto no sucedió puesto que Hitler tenía en mente un proyecto refundacional, un nuevo Reich que marcaría una nueva historia para Alemania. En relación al concepto de “conservadurismo” cabe decir que tal concepto no puede abordarse como si orbitase en un “vacío histórico” o fuera de un contexto histórico determinado. Cabe añadir que esta palabra la estoy tomando desde el punto de vista de quien “conserva” algo, como por ejemplo una tradición, lo cual no es algo negativo ya que la civilización ha progresado no sólo a través de cambios sino que también conservando aquellos aspectos que la favorecen.
Desde este punto de vista, todos somos conservadores en alguna medida (así, de pasada, terminamos con esa dicotomía absurda de conservador versus progresistas). El que se opone a cualquier clase de cambio no son los conservadores sino que son los dogmáticos. Así, Hitler sí fue conservador en algunos aspectos como cuando invocaba a la mitología y cultura alemana (Lohengrin, Parsifal, Wagner, etc). Pero el punto más controvertido es el de afirmar que Hitler era un socialista, lo cual es comprensible ya que a ningún socialista marxista o socialdemócrata le gustará que su nombre esté asociado al pártido nazi, pero el hecho es que ese es el caso. Ciertamente los nazis no eran socialistas tal como lo podría entender Marx, pero Marx no fue el creador del socialismo. Por lo demás se podrá decir que, mientras en la Rusia bolchevique la propiedad privada de los medios de producción estaba prohibida, en Alemania no lo estaba, ergo: la Alemania nazi no era socialista. Frente a esto, en primer lugar debemos tener presente que, efectivamente existía la propiedad privada (nominal, como diría Mises), pero tal sistema económico en Alemania estaba subordinada al Estado, al partido y a la ideología oficial (aunque los tres estaban fusionados en la figura de Hitler).
Por ende, como ya he señalado, la idea de un Hitler como un mero títere de los capitalistas no se corresponde con la realidad. Finalmente Hitler arrastró a Alemania, a su gente y a su economía al desastre sin ningún remordimiento. En cuanto a Rusia, efectivamente no había propiedad privada de los medios de producción, pero esto no significaba que la propiedad era del “pueblo” que estaba sometido a la dictadura bolchevique. Los medios de producción eran propiedad privada de la élite o nomeklatura comunista que vivían una vida de ricos capitalistas, con privilegios que el “pueblo” no podía ni llegar soñar con tenerlos. En suma, existen distintos socialismos, pero al final, pertenecen a la misma familia ideológica. Ya expliqué en uno de mis artículos sobre el fascismo cómo las ideas Oswald Spengler y Arthur Moeller van den Bruck (1876-1925) dieron forma al “socialismo prusiano”.
Los socialistas deben entender que los socialismos reales del siglo XX eran capitalismos de Estado, o mejor dicho, eran totalitarismos económicos. Y ese es el techo del socialismo, la fase en donde eternamente quedará estancado. Así, y para que quede claro, desde la revolución industrial, ninguna nación moderna puede darse el lujo de: 1) no ser capitalista y 2) prescindir de los mercados. Esa es la tragedia del comunismo: el ser un mero capitalismo dictatorial de Estado, pero que funciona muy por debajo de un capitalismo basado en la propiedad privada y en el libre mercado. Podemos sumar algo más a esta tragedia: es en estos capitalismos de Estado (marxistas-leninistas) donde el trabajador es verdaderamente explotado y en donde se formó ese gran monopolio acaparador: el Estado.
Pero la mejor forma de demostrar esto es recurriendo a las palabras del dictador populista alemán, y al programa de los 25 puntos del partido nazi y al breve escrito de Joseph Goebbels sobre qué es el socialismo. Destaquemos algunos de los 25 puntos del Programa nazi (Asamblea de Hofbrauhaus. 1920):
4. Sólo puede ser ciudadano el que sea miembro del pueblo. Miembro del pueblo sólo puede ser el que tenga sangre alemana, sin consideraciones por su confesión religiosa. Ningún judío puede, por consiguiente, ser miembro del pueblo.
10. El primer deber de todo ciudadano debe ser producir, espiritual ó corporalmente. La actividad del individuo no ha de contravenir los intereses de la colectividad, sino que ha de desarrollarse dentro del marco comunitario y en provecho de todos.
11. Abolición de las ganancias obtenidas sin trabajo y sin esfuerzo. Quebrantamiento de la servidumbre del interés.
13. Exigimos la nacionalización de todas las empresas monopólicas y de los trusts.
14. Exigimos la participación en las ganancias en las grandes empresas.
15. Exigimos una ampliación generosa de la asistencia social a la vejez.
16. Exigimos la creación de una clase media sana y su conservación; la comunalización de las grandes tiendas y su alquiler a bajo precio a pequeños artesanos y talleristas y un decidido trato preferencial de éstos en los suministros al Estado, las provincias o los municipios.
17. Exigirnos una reforma agraria adaptada a nuestras necesidades nacionales; la creación de una ley para la expropiación gratuita de tierras para fines de bien común.
18. Exigirnos la lucha implacable contra aquellos que con su actividad perjudican el interés común. Los viles criminales del pueblo, los usureros, los especuladores, etc., serán castigados con la pena de muerte, sin consideraciones de ninguna índole por su confesión y su raza.
Dentro del programa estatal y económico del partido nazi se destaca el Principio politico-económico, donde se enfatizaba que la misión de la economía comunitaria (Volkwirtschaft) era la de cubrir las necesidades del pueblo y no la de lograr una rentabilidad cada vez más alta para el capital prestamista. También cabe destacar el principio político-financiero el cual afirmaba que las finanzas estaban al servicio del Estado y que los poderosos del dinero no debían formar un Estado dentro del Estado, de manera que la meta del partido era destruir la servidumbre del interés.
Tal servidumbre podría ser abolida por medio de una serie de medidas. En primer lugar había que liberar al Estado y al pueblo de su endeudamiento tributario frente a los grandes prestamistas. En segundo lugar se debía nacionalizar el Reichsbank y los bancos de emisión. En tercer lugar había que implantar una moneda estable con respaldo. En cuarto lugar se debía crear un Banco de la Construcción y de la Industria de utilidad pública. En quinto lugar se menciona la idea de otorgar préstamos sin intereses. En sexto lugar se hacía necesario modificar radicalmente la práctica impositiva conforme a los principios sociales de la economía comunitaria, liberando a los consumidores de la carga de impuestos indirectos, y de los productores de aquellos impuestos que frenaban la producción. Por último la financiación de todas las grandes obras públicas se realizarían mediante emisión de bonos estatales sin intereses.
Tenemos entonces que la ideología del partido nazi era una de tipo socialista, claro que nacionalista y racista, a diferencia del internacionalismo del socialismo marxista que no apelaba a una raza o nación en particular, sino que a los proletarios sin distinción de ningún tipo. Para entender este socialismo debemos recurrir al escrito de Joseph Goebbels, Ministro de propaganda y Canciller del Reich tras el suicidio de Hitler. El jerarca nazi explicaba que los nazis veían en el socialismo una manera de lograr la unión de todos los ciudadanos, así como una forma de mantener la herencia racial y de poder recobrar la libertad política y renovar el Estado alemán. Pero Goebbels toma distancia del socialismo marxista en cuanto a que en el socialismo nacionalista alemán no consistía en una lucha de clases. Ya que involucraba a toda la población alemana. En otras palabras, para el líder nazi, el socialismo sin el elemento nacionalista era una mera teoría, era nada, un castillo en el cielo. A esto añade Goebbels:
El pecado del pensamiento liberal fue sobrepasar al socialismo nacional, creando fuerzas, permitiendo sus energías ir en una dirección contra lo nacional. El pecado del Marxismo era degradar al socialismo en una pregunta de sueldos y estómagos, poniéndola en conflicto con el Estado y su existencia nacional. Comprendiendo estos dos factores, nos permite llegar a un nuevo sentido del Socialismo, que ve su naturaleza como nacionalista, progreso estatal, liberando y construyendo.
Termina el autor con las siguientes exclamaciones:
¡Nosotros estamos contra el burgués político, y para el Nacionalismo genuino!
¡Nosotros estamos contra el Marxismo, pero para el verdadero Socialismo!
¡Nosotros estamos a favor del primer estado Nacional alemán de naturaleza Socialista!
¡Nosotros estamos a favor de los trabajadores alemanes NacionalSocialistas!
El socialismo (al igual que el anarquismo y el capitalismo), puede venir en distintos sabores, y el nacionalsocialismo es uno de ellos. Por lo demás, los socialistas de orientación marxista no deberían sentirse ofendidos porque se les asocie de alguna manera al nazismo, puesto que su ideología siguió aniquilando personas e instaurando dictaduras por largo tiempo, tras la caída de Hitler. Es más, deberían estar agradecidos de Hitler ya que les sirvió de cortina de humo para lograr ocultar por algún tiempo sus propios crímenes.
(De www.mises.org.es)
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1 comentario:
El nazismo es socialismo porque prescribe que una minoría de iluminados sean los que decidan sobre todos los temas, en especial los económicos. Es decir, lo que más caracteriza al socialismo es su cuestionamiento de los mecanismos de mercado en todo lo relacionado con la economía, su apuesta por el poder y la decisión estatal en tal ámbito.
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