Las acciones humanas conducen a la búsqueda de dos tipos de valores: los materiales y los emocionales, denominados estos últimos, generalmente, como espirituales. Ambos tipos de valores son necesarios e imprescindibles en la vida de los seres humanos, de ahí que la búsqueda de sólo uno de ellos no resulte aconsejable. Alfredo Sáenz escribió: "Michele Sciacca ha precisado la diferencia que media entre los valores económicos y los valores espirituales. Lo propio de los valores económicos consiste en ser «intercambiados» y «consumidos»; lo de los valores espirituales en ser «expresados» y «comunicados»".
"De los valores económicos se hace uso, de los espirituales se disfruta. La expresión es de San Agustín, según el cual a las cosas perecederas corresponde el uti, el usarlas, y a las cosas que no fenecen corresponde el frui, el gozo. Las primeras son un medio, se consumen; las otras, disfrutando de ellas, se acrecientan" (De "El hombre moderno"-Ediciones Gladius-Buenos Aires 1998).
Los vínculos sociales se establecen bajo la orientación de ambos tipos de valores. En todos los casos es recomendable tener presente un beneficio simultáneo entre las partes. Tal beneficio simultáneo deriva del "Amarás al prójimo como a ti mismo", principio básico de la "justicia natural"; justicia que nos exige el orden natural para asegurar nuestra plena adaptación a dicho orden.
La búsqueda de tales tipos de valores no sólo caracterizan a los diversos individuos, sino también a las diversas sociedades e incluso a las distintas épocas. Así, el predominio de lo espiritual sobre lo material caracteriza a la Edad Media europea, mientras que el predominio de lo material sobre lo espiritual caracteriza nuestra época actual.
En ambos casos se muestra un alejamiento del equilibrio, es decir, no resulta eficaz rechazar lo material ni tampoco rechazar lo espiritual (en realidad, lo emocional, vinculado a la ética, ya que muchas veces se considera que lo "espiritual" no es lo mismo que lo ético).
En la actualidad existe cierta animadversión hacia la ciencia y la tecnología culpándolas del atraso de los valores éticos, que deberían ocupar un lugar más importante. También es posible establecer que el retraso en lo ético se debe a lo poco eficaz que hasta ahora ha sido el accionar de la religión, la filosofía y las ciencias sociales, incapaces de hacer revertir el atraso mencionado. Alfredo Saénz agrega: "La técnica ofrece al hombre actual una enorme cantidad de posibilidades. Pero justamente ese ensanchamiento de alternativas enciende en los hombres el ansia de lo insaciable, impulsándolos a vivir extensivamente, no intensivamente, en sentido de profundidad. Y así sucede en la práctica, que mientras los logros técnicos se acrecientan de día en día, decrece la interioridad y se empobrece el espíritu. No parece haber proporción entre el progreso exterior y el interior".
Si bien lo material y lo ético (o emocional) tienen una similar importancia, resulta necesario establecer cierta prioridad, de tal manera que, una vez logrado uno de ellos, el otro vendrá "por añadidura". Mientras Cristo recomienda priorizar lo ético, diciendo "Primeramente buscad el Reino de Dios y su justicia, que lo demás se os dará por añadidura", en la actualidad predomina lo contrario. Mariano Grondona escribió: "En su ensayo sobre La acción humana, el padre del liberalismo económico actual, Ludwig von Mises, concibe al hombre como un incansable calculador de ventajas e intereses, no sólo en el ámbito de lo económico sino en todas sus actividades y relaciones. Ahora ya no hay más un homo oeconomicus. El hombre económico se identifica, sin más, con el homo a secas. Lo fundamental es el desarrollo económico, lo demás vendrá por añadidura".
Mientras que el materialista busca las comodidades del cuerpo y compite por alguna forma de poder, con el egoísmo se orienta hacia el triunfo, pero le surge la envidia cada vez que es derrotado. El que se orienta por las emociones y la razón busca la paz y la tranquilidad de ánimo y de conciencia.
En lugar de existir una mayoría que busque el equilibrio entre lo material y lo espiritual, predominan dos fuerzas en competencia; los materialistas que ignoran lo espiritual y los espiritualistas que ignoran lo material. En ambos casos denigrando al adversario.
Desde sectores de la Iglesia tratan de denigrar toda forma de materialismo, de la misma forma en que los politiqueros lo hacen con los candidatos rivales durante los procesos electorales. Al no estar convencidos de la superioridad del Reino de Dios que supuestamente predican, caen en el extremo de predicar el pobrismo, un disvalor económico totalmente alejado de las virtudes cristianas que se pregonan en la Biblia.
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1 comentario:
Ciertamente casi nadie busca una harmonización de los dos tipos de valores referidos y se opta por uno de ellos, generalmente por los materiales y, asimismo, se suele clasificar a los demás por su aparente elección valorativa. En todo caso la predilección significativa por valores espirituales es considerada una rareza y excluyente de lo concerniente al campo material, razón por la que se equipara a marginalidad. La dicotomía es tan notoria que incluso muchos de los que tienen preferencia por lo espiritual manifiestan un rechazo irracional por todo lo que tenga carácter material, cuando no se debería establecer una separación tajante entre esferas al ser ambas necesarias e insoslayables.
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