Por lo general, varios sectores de la sociedad suponen que desde la economía se ha de solucionar la mayor parte de los problemas individuales y sociales, en forma independiente a los demás aspectos que involucran a los seres humanos; lo que se conoce como economismo o economicismo. Otros sectores, en forma similar, aducen que sólo desde la política se llegará a tales soluciones; lo que podría denominarse "politicismo". En ambos casos se ignora el nivel moral de la sociedad, incluso sospechando que no existe una moral absoluta, sino que sólo disponemos de un relativismo moral que ha de quedar eclipsado por el sistema económico, o por el sistema político, propuesto, respectivamente.
Mientras que la democracia de individuos puede considerarse como el mejor sistema político, sin caer en el exceso antes mencionado, la democracia de masas constituye actualmente un serio peligro para la integridad de las naciones. Ello se debe a que, movimientos totalitarios como el peronismo o el chavismo, utilizando medios democráticos, se instalaron en el poder con fines poco democráticos, conduciendo a sus respectivos países a situaciones económicas y sociales desesperantes para la mayoría.
La prédica populista y totalitaria se basa en la aparente búsqueda de la igualdad, el atractivo principal de la gente envidiosa. En el siglo XIX, Alexis de Tocqueville expresaba: "Igualdad es una palabra adoptada por envidia. En el fondo del corazón de todo republicano significa «Nadie estará en mejor situación que yo»".
Los mejores analistas políticos y económicos son aquellos que pueden describir los distintos fenómenos sociales asociándolos a las actitudes básicas de los integrantes de la sociedad, que son en realidad las principales causas que derivan luego en tales fenómenos.
La envidia generalizada promueve una acción gubernamental que limita la riqueza generada por los sectores productivos, lo que produce una caída del PBI per capita (Producto Bruto Interno por habitante). El envidioso tendrá cierta comodidad liberadora de su envidia, aún cuando generalmente observará que esta vez será superado, económicamente, no por los empresarios, sino por los políticos a cargo del Estado. Pero, como tales políticos ocupan ese lugar gracias a su voto, esta vez no tendrá mayor problema.
Al respecto, William E. H. Lecky escribió: "La inclinación a la democracia no significa una inclinación al gobierno parlamentario o una tendencia hacia una libertad más amplia. Al contrario, pueden aducirse poderosos argumentos tomados de la historia y de la naturaleza de las cosas, los cuales prueban que la democracia puede a menudo resultar algo directamente opuesto a la libertad".
"En la antigua Roma, la vieja república aristocrática se transformó gradualmente en una democracia y ésta se convirtió rápidamente en despotismo imperial. En Francia se ha verificado más de una vez un cambio análogo. Un despotismo que reposa sobre un plebiscito, es una forma de democracia tan natural como la república. Además, algunas de las más fuertes tendencias democráticas son claramente contrarias a la libertad".
"La igualdad es el ídolo de la democracia, pero dadas las capacidades y energías del hombre, infinitamente diversas, sólo puede ser alcanzada por medio de una constante y enérgica represión de su natural desarrollo" (Citas de "Libertad o igualdad" de Erik R. V. Kuehnelt-Leddihn-Ediciones Rialp SA-Madrid 1962).
Respecto del Estado de Bienestar, que es la forma más "civilizada" de socialismo, Erik R. V. Kuehnelt-Leddihn escribió: "El Estado «bienhechor» democrático que se continúa esencialmente en la dictadura de las masas, necesita para la realización de su programa social y nivelador un gran aparato burocrático que no hace sino introducirse con harta frecuencia y de manera estable en la vida privada del individuo. De ahí que Lecky escribiera muy acertadamente: «En nuestros días no hay hecho tan indiscutible como la afición de la democracia a las reglamentaciones autoritarias...Consecuencia igualmente manifiesta de la moderna democracia es la expansión de la autoridad y la multiplicación de las funciones del Estado en otros campos, especialmente en el terreno social. Este progresivo incremento del poder del Estado significa un aumento de las restricciones impuestas a múltiples formas de la actividad humana. Significa un incremento de la burocracia y del número de atribuciones de los funcionarios del Estado. Significa también un constante crecimiento de los impuestos, lo cual constituye en realidad una continua restricción de la libertad»".
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1 comentario:
La lucha contra la desigualdad tiene, en realidad, muy poco de lucha contra la pobreza. Es más bien la extensión de la misma a más capas de la sociedad, e incluso la profundización de tal pésima situación en las menos favorecidas. Estas últimas pueden salir beneficiadas en términos puramente relativos, lo que seguramente calma su envidia al comprobar que muchos más comparten su situación de deficiencia, pero en términos absolutos salen perdiendo con respecto a la situación inicial a partir de la cual se aplican las políticas populistas, algo que no parece muy inteligente por su parte apoyar (los pobres de Venezuela son ahora más pobres que lo eran antes del inicio del chavismo, por ejemplo).
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