Cuando a un peronista se le critica la hipercorrupción desarrollada por los politiqueros a quienes apoya con su voto, por lo general responde que "todos los políticos son iguales". De esa manera ejerce un hábil encubrimiento de las diversas mafias que dominan a la Argentina, ya que se iguala a gobiernos ineficaces con gobiernos plenamente destructivos.
Lo grave del caso es que muchos no peronistas también aducen que "todos los políticos son iguales", para encubrir su ignorancia al respecto y su falta de interés por su propia seguridad y por su propio futuro. Ante tales respuestas, puede decirse que el peronismo y la alta corrupción tienen en el país una larga vida.
A continuación se transcribe un artículo al respecto:
EL BALOTAJE Y LA FALACIA DE LOS DOS DEMONIOS
Por Dardo Gasparré
Por conveniencia o por ignorancia, parece desconocerse el concepto del balotaje y su lógica. Y muchos piensan que el voto en blanco los libera de responsabilidad o manda un mensaje de náufrago en una botella que nadie encontrará.
Difícil tomar en serio, pero también rebatir, a quienes siguen argumentando como si en la segunda vuelta electoral se estuviera ante una elección de primera vuelta en la que se trata de votar a quien cada uno considera el mejor, o quien mejor representa sus ideas o principios.
Para simplificar el proceso de análisis, se podría resumir el acto electoral del 19 de este modo: si usted vota en blanco, por la UP o se abstiene de ir a votar, usted vota por Massa. De lo contrario, le queda la opción Milei. Todo el resto forma parte de argumentos de pesca de votos, de intentar disfrazar su decisión, de un principismo que no es tal, del miedo a salir del closet y declararse peronista, de gambetear ante los demás o ante usted mismo el blanqueo de su postura política.
De un lado está Massa, el peronismo o kirchnerismo, la acción deliberada, cruel y perversa contra el futuro de los argentinos, que viene de varios años, pero que se hace alevosa y empieza a estallar con la regencia de Sergio, estallido que apenas ha empezado.
Por el otro está Milei, con todas las imputaciones que se le hacen, sin un equipo sólido, tampoco un plan, con escasa experiencia política y de gobierno, sin ninguna herencia diabólica, pero sin conformar una esperanza para quienes no son sus fanáticos.
Massa es kirchnerista y peronista. No lo uno o lo otro, como lo intentan vender desde Cristina al periodismo amigo. Cada una de las políticas y acciones de Massa o de Cristina, son copias de las políticas e ideas de Juan Perón en la década del 45 al 55. Sin ninguna diferencia, ni en el formato ni en las consecuencias. Sostener que el regente no es kirchnerista sino peronista, entonces, es, además de políticamente falso a todas luces, un argumento tautológico inútil, que no implica diferencia alguna. Es el culpable de haber condenado fría y deliberadamente a por lo menos una generación a sacrificarse para tratar de salvar al país de la miseria y la desmembración, quienquiera fuera el elegido presidente. Lo único que puede prometer es lágrimas, sudor frío de espanto y es de esperar que no sangre.
SIN INMUNIDAD
Por supuesto que los votantes tienen el derecho de olvidar lo que prefieran olvidar y elegir a quien les plazca. Lo que no tienen, es la inmunidad para no sufrir los efectos de su voto, y el reproche del resto de la comunidad que tendrá que soportar las consecuencias del totalitarismo que sigue siempre a estos sueños de reparto e irresponsabilidad de gobernantes y gobernados. (Por algo la evidencia empírica es algo que desprecia el neomarxismo woke en todos sus sinónimos y seudónimos).
Algunos pensadores sostienen que el término populismo no es adecuado para definir a la coima sistémica al votante que los movimientos denominados progresistas, entre ellos el massismo, nuevo apodo del peronismo-justicialismo-kirchnerismo. (Sin darse cuenta de que se someten a su materialismo dialéctico o relato). Pues entonces, para ser más precisos, habrá que decir que Massa incurre a cada momento en el delito de fomentar la prostitución electoral de sus votantes, que tal cosa es pagar por el voto, lo que además hace a costa de saquear el erario público y arruinar a todos los sectores productores y trabajadores. El nivel de gravedad de esa maldad es tal, que no admite comparación con ninguna locura, ninguna irreflexión, ninguna inexperiencia, ningún exabrupto, ningún exceso ni intemperancia que pueda imputarse a su rival.
Milei, por su parte, al lado de su indiscutible fuerza de persuasión y convocatoria que le ha valido hacer retroceder y hasta paralizar el avance intelectual del estatismo y el intervencionismo y volver a poner en primer plano la libertad y la propiedad, muestra una gran inexperiencia y casi como una consecuencia inevitable un equipo improvisado y contradictorio. Al lado de un grupo de entusiastas ignorantes, tiene en sus filas tránsfugas peronistas, infiltrados, buscavidas, y también algunos asesores bien formados, algunos de los cuales parecen creer que han conseguido una cátedra o un púlpito desde donde predicar sus teorías puras e impolutas, o sus papers que muchas veces son apropiados para ámbitos de discusión académica, más que para aplicar a una democracia, con todas las imperfecciones de una democracia.
Esa falta de límites de su propio entorno, más su estilo personal, más lo que muchos se atreven a diagnosticar un síndrome de Asperger (que, si tal fuera el caso, debería ser blanqueado, por no ser ni incapacitante ni limitante) lo llevó a expresar que si se debía enfrentar con la descontada negativa de los legisladores peronistas y afines, (o anexos) y su aparato piquetero y sindical los denunciaría ante la sociedad por su obstrucción a la solución al robo y al saqueo al Estado. Esa sensación de que se estaba intentando imponer un sistema a un país como si se tratase de una tribu de la época del colonialismo del imperio británico con reminiscencias de Gunga Din, le valió rápidamente la fama de poco democrático. (Curiosamente, ese planteo no se le hizo a ningún otro candidato, que sufriría las mismas penurias si tratase de atacar a los ladrones públicos en todas sus formas).
Pero no son lo mismo. Ni son equivalentes. Milei es un candidato por el que muchos no votarían fuera de un balotaje. Massa es un candidato que no merece que se lo vote. Ni merece ser candidato. Un sufragio por él implica casi una complicidad, un indulto. O un suicidio.
El apoyo de Macri y Bullrich a LLA tiene efectos más profundos que la reacción enojada del perokirchnerismo: el más evidente es el otro enojo de un amplio sector de la UCR y la CC, de Larreta y de Lousteau, la obvia oposición de los gobernadores mendigos, de los arribistas tipo Manes, de un amplio espectro que dijeron que eran “el cambio” sólo por estar en un brete político, no porque lo desearan ni creyeran en él ni quisieran que ocurriese. El único lugar que tiene Gerardo Morales, por caso, en un gobierno de LLA con el apoyo de los seguidores del Pro de Macri y Bullrich es en la vereda opuesta.
LA CUESTION DEL TALENTO
Hay otros efectos. El acercamiento entre las dos fuerzas auténticamente en favor de la libertad, la propiedad y la reducción del gasto estatal allana el camino a incorporar al gobierno una gran cantidad de funcionarios eficientes, honestos y de probada capacidad de gestión que Milei no tuvo el tiempo de reclutar, ni la experiencia para hacerlo. Y no es materia de un pacto electoral o de una repartija de cargos. Esa gran cantidad de talento no es irrelevante. En la situación de postración en que queda el país tras la devastación peronista, más importante que tener un plan para el futuro es tener planificada y gestionar la transición.
Esa transición requiere muchos cambios, y muchos ajustes. Esos procesos afectarán a muchos, y no son evitables ni postergables. Un ejemplo simple es el que tiene que ver con los subsidios, los planes, el empleo del Estado. Proceder manu militari, o al voleo, indiscriminadamente, usando los grandes rubros en vez de la precisión, el análisis en profundidad, el conocimiento, la capacidad de gerenciar, la experiencia, sería caer en la injusticia sistemática en un tema ya de por sí doloroso aún con justicia. Incorporaciones de calidad sirven a dos propósitos: por un lado, aportar esa cantidad de gestores capaces, por el otro, limitar la influencia de un sector de LLA que no es exactamente el de jóvenes inexpertos e insultadores ignorantes, sino el sector de teóricos que confunden la pureza de la teoría académica y la cátedra, con la realidad diaria. Y esto no significa postergar ni reducir el necesario ajuste y reacomodamiento de los precios relativos, sino hacerlo bien y posible.
Hace pocas horas miembros de ese claustro sacrosanto exhortaba a Milei a no abandonar la línea de la motosierra y la quema del Central, para hacerlo fácil de comprender. Justamente esa es la línea de pensamiento que puede y debe cambiar con un proceso de entendimiento entre LLA y esta especie de Nuevo Pro que surge hoy. Lo ha expresado muy claramente el propio Javier: “Nuestros proyectos son muy similares en un 90% de los casos. Ninguno de los dos quiere que el Banco Central siga emitiendo, por ejemplo. Las diferencias se pulen en la acción”. Un resumen de cualquier alianza o acuerdo político en el mundo. Remember Borgen.
Así como este acercamiento ha producido un realineamiento furioso y enojado en el radicalismo, en el mismo PRO, y ha expuesto a los infiltrados peronistas de todo tipo, también producirá su efecto depurador en LLA, tanto en ideas como en sus ideólogos, gestores y seguidores. Y eso puede ser otra clase de cambio, que por lo mismo que se dice aquí, es más que necesario.
Esa esperanza, esa posibilidad de renovación y mejora de ideas, discursos, metodología y enfoque, también constituye una diferencia de fondo con el peronismo, que no puede ofrecer nada de eso, porque su camino fundacional de destrucción y pobreza es implacable e inexorable. Garantizado por la inefable señora de Kirchner, que ahora, con la rara habilidad que caracteriza a su especie, finge indiferencia hacia Massa para que parezca peronista, no kirchnerista. Como si creyese que nadie sabe que son lo mismo.
En una democracia el pueblo puede elegir hasta una dictadura. Y a veces, transformar la mismísima democracia en dictadura. Con muchas excusas, explicaciones, justificaciones y apelación a los principios que no han sabido sostenerse en el pasado, ahora corre el riesgo de hacer lo mismo.
No son lo mismo. Ni da lo mismo.
(De www.laprensa.com.ar)
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1 comentario:
Aunque es mejor que no lo diga expresamente, por el bien de la inmensa mayoría de los argentinos, Milei tiene que hacer caso a Gasparré.
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