Los detractores de la economía de mercado, bajo una falsa actitud pacifista, critican la competencia entre productores, por una parte, y entre consumidores, por otra parte. Suponen que tal competencia, inherente al sistema capitalista, es similar a la existente entre las diversas mafias que luchan por el poder en la búsqueda de un predominio total en las diversasn áreas de una sociedad.
Si bien es frecuente el caso de este tipo de competencia, como una distorsión de la economía de mercado, lo que predomina es la competencia para la cooperación social. Así, decimos que el empresario A compite con el empresario B, tratando cada uno de abarcar un mayor porcentaje del mercado. La forma en que compiten se restringe a elaborar artículos de mejor calidad y de menor precio, con lo que "cooperan con el consumidor", ya que es el beneficiario directo de esa competencia. De ahí que los economistas hablan de una competencia que favorece la cooperación social.
Si en lugar de haber varios productores que participan en el proceso de intercambio (mercado), existe uno solo, deja de haber competencia y ello tiende a perjudicar al consumidor, por cuanto el único empresario puede abusar de esa soledad para fijar precios elevados o baja calidad. Sin competencia entre productores, se interrumpe la cooperación social. Es posible que el único productor no cometa excesos para evitar el surgimiento de competidores, pero un sistema monopólico carece de la seguridad propia de los sistemas competitivos.
Lo que llama la atención es la ignorancia de este proceso tan evidente, ya que muchos intelectuales asocian a la competencia inherente al capitalismo, una lucha similar a la existente entre las distintas mafias que asolan una ciudad. Este es el caso de Frans de Waal, quien expresó: "Hay una concepción con la cual no estoy de acuerdo: que somos por naturaleza individualistas y competitivos, y que hay que construir una sociedad basada en la competencia. En realidad se oponen dos visiones extremas: una según la cual se puede crear una sociedad enteramente basada en la libre empresa y la competencia, una sociedad muy individualista. Y la otra -el viejo ideal comunista- según el cual se puede crear una sociedad enteramente basada en la cooperación sin competencia, donde todo el mundo, casi como un hormiguero o una cueva de termitas, contribuye al bien del grupo".
"Pero el comunismo fracasó porque la gente no está dispuesta a sacrificar todos sus beneficios por el bien del grupo. Hay que darles ciertas ventajas a ellos mismos y a sus hijos; sin esas ventajas, ya no quieren participar. Por eso el comunismo no funcionó: por la ausencia de recompensas individuales suficientes por el trabajo efectuado" (De "Los nuevos psi" de Catherine Meyer-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 2010).
Para el citado autor, no existiría ninguna forma de cooperación social bajo una economía de mercado, mientras que en realidad se potencia la cooperación social con la competencia indicada más arriba. Por el contrario, asocia la cooperación al comunismo cuando en realidad todo sistema colectivista genera una competencia entre consumidores cuando observan que unos reciben alimentos o bienes en mayor cantidad y calidad que otros consumidores. Además, el autor parece descartar que los sistemas comunistas constituyeron verdaderas cárceles, como lo demostró la existencia de la muralla de Berlín.
El citado autor agrega: "Una sociedad basada exclusivamente en la competencia individual no puede existir. El ideal «deje que las personas compitan entre sí, que algo bueno saldrá de ello» no concuerda con nuestra naturaleza de primates que quiere que estemos socialmente conectados, que desarrollemos lazos sociales y fuertes sistemas de cooperación".
Los ideólogos que combaten el capitalismo, ya sea por maldad o por ignorancia, son quienes favorecen a los movimientos de izquierda que tienen en la mente volver al nefasto sistema comunista tratando por todos los medios de destruir al sistema de cooperación social potenciado por la competencia. Ludwig von Mises escribió: "El «laissez faire» no significa: Dejad que operen unas supuestas fuerzas ciegas e incontroladas. Quiere decir: Dejad a cada uno que resuelva cómo quiere cooperar en la división social del trabajo; dejad que sean los consumidores quienes determinen lo que los empresarios hayan de producir".
"La planificacion socialista significa: Dejad que el gobernante, por sí y ante sí, amparado en los resortes de la represión, resuelva y decida" (De "La acción humana"-Editorial Sopec SA-Madrid 1968).
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1 comentario:
El ideal comunista desconecta radicalmente trabajo y recompensa y eso es profundamente antieconómico. Al convertir los deseos en derechos se fomentan las aspiraciones, pero se olvida la única solución real a la creación de la riqueza que las hace posible, que es el trabajo.
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