Mientras que el socialismo revolucionario, o violento, resulta ser un totalitarismo tanto en lo político como en lo económico, mantenido mediante alguna forma de terror, el socialismo no violento (socialdemocracia, Estado de bienestar) resulta ser democrático en lo político y totalitario en lo económico.
En ambos casos pueden identificarse un teórico y alguien que luego lo pone en práctica. El principal teórico del socialismo violento fue Karl Marx, mientras que fue puesto en práctica por Vladimir Lenin. En el caso del socialismo no violento, uno de los teóricos del Estado de bienestar fue William Beveridge, mientras que fue puesto en práctica por Clement Attlee en Inglaterra luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial. El socialismo no violento, o socialismo fabiano, de origen inglés, es un antecesor de esta propuesta. Debido al vínculo estrecho entre Inglaterra y la India, no resulta extraño que Gandhi lo adoptara previendo instalarlo en la India, recién liberada de la colonización británica.
Entre los conceptos básicos el socialismo aparece el de la igualdad económica, basada en la redistribución de la riqueza por medio del Estado que confisca parcialmente los capitales de quienes más poseen. Como el capital es la principal herramienta para la producción, esta redistribución tiende a limitar la producción de riqueza, por lo que la igualdad mencionada tiende a ser una igualdad en la pobreza.
El socialismo apunta a una sociedad en la cual el vínculo de unión entre los seres humanos son los medios de producción, lo que contrasta con la sociedad cristiana en la que el vínculo es de tipo emocional o moral. Los vínculos materiales en realidad atan a las personas restringiendo las libertades elementales, mientras que los vínculos afectivos permiten la libertad individual. El Mahatma Gandhi escribió respecto del socialismo que proponía: "En este esquema no hay lugar para las máquinas que desplazan la mano de obra humana y concentran el poder en unos pocos. El trabajo ocupa un lugar único en una familia humana culta. Las máquinas que ayudan al individuo podrían ocupar un lugar importante. Sin embargo, debo confesar que no me he sentado a pensar cuáles podrían ser esas máquinas. Pensé en la máquina de coser Singer. No obstante, incluso eso es algo superficial. No lo necesito para completar mi esquema" (De "Hacia un socialismo no violento"-Editorial La Pléyade-Buenos Aires 1977).
La igualdad ecónomica, materializada en la igualdad de remuneraciones de quienes realizan trabajos especializados y de quienes realizan trabajos simples, promueve la falta de estímulos para los primeros y de estímulos negativos para los últimos, que poco o nada harán para superarse. Gandhi escribe al respecto: "No tengo ninguna duda de que si la India ha de llevar una vida independiente ejemplar, envidia del mundo, los bhanguis, médicos, abogados, maestros, comerciantes, etc., tienen que cobrar el mismo salario por un día de trabajo honesto. Tal vez la sociedad hindú nunca acceda a ese ideal pero es deber de todo hindú desplegar las velas exclusivamente hacia esa meta si quiere que la India sea una tierra de felicidad".
El socialismo no violento, basado en ideas económicas poco favorables para la producción, como es el caso del keynesianismo, en realidad crea violencia en forma indirecta, cuando aleja a mucha gente de la producción y del trabajo convirtiéndolos en parásitos sociales, como es el caso de la Argentina. Wilhelm Röpke escribió: “Entre los lentos cánceres de nuestra economía y sociedad occidentales se destacan dos: el avance al parecer incontenible del Estado de beneficencia o Benefactor y la erosión del valor del dinero, lo que se denomina inflación reptante. Existe entre ambos un estrecho vínculo nacido de sus causas comunes y de su esfuerzo recíproco. Los dos se inician lentamente, pero al poco tiempo el ritmo se acelera hasta que cuesta detener el deterioro, lo cual multiplica el peligro. Si los afectados supieran lo que les aguarda al final, tal vez se detendrían a tiempo. La dificultad estriba en que es extraordinariamente difícil lograr que se oiga la voz de la razón mientras todavía se está a tiempo”.
“Los demagogos sociales emplean las promesas del Estado Benefactor y de la política inflacionaria para seducir a las masas y cuesta advertir a la gente de modo convincente acerca del precio que todos deberán pagar al final. Tanto mayor razón para que aquellos cuya visión es más equilibrada y extensa redoblen sus esfuerzos por desengañar a los demás, sin atender a los violentos ataques de los demagogos sociales, poco escrupulosos para escoger sus medios, y de los funcionarios del propio Estado Benefactor”.
“Otra característica común del Estado Benefactor y de la inflación crónica es que ambos fenómenos demuestran, en forma clara y aterradora, de qué manera ciertas fuerzas políticas socavan los cimientos de una economía y una sociedad libres y productivas. Ambos son los resultados de opiniones masivas, reclamos masivos, emociones masivas y pasiones masivas, y a ambos los dirigen esas fuerzas en contra de la propiedad, de la ley, la diferenciación social, la tradición, la continuidad y el interés común. Los dos convierten al Estado y al voto en medios para hacer que una parte de la comunidad avance, a expensas de las otras, hacia donde la mayoría del electorado empuja por la fuerza de su solo peso. Los dos son expresión de la disolución de aquellos principios morales firmes que antaño se aceptaban como incuestionables” (De “Más allá de la oferta y la demanda”-Centro de Estudios sobre la libertad-Buenos Aires 1979).
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1 comentario:
Tanto la India como la China actuales se han alejado en su praxis económica del socialismo teórico que pueda quedar en sus planteamientos generales, quedando éstos en mera retórica ideológica que encubre una adopción de la economía de mercado en ambos países absolutamente decidida y que está dando los frutos tan notorios que pueden observarse, pero sin que resulte soliviantado el pensamiento tradicional de buena parte de la población.
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