Un importante sector, entre los intelectuales católicos, mantiene su adhesión al orden social medieval europeo aduciendo que tal ordenamiento responde al auténtico cristianismo y que el Reino de Dios habría de estar constituido, entre otros aspectos, por una sociedad que mantuviera vigente el orden mencionado.
Ante tal creencia, se dedican a descalificar todo lo que se apartó del ordenamiento social medieval, negando lo positivo que pudo traer cada "revolución" contraria o distinta de dicho orden. Félix Adolfo Lamas escribió: "Entendida la crisis como ruptura de los vínculos reales de la vida humana, puede establecerse una precisa relación entre crisis y revolución. En efecto, la Revolución se define como una ruptura de las formas o estructuras fundamentales de un sistema social, cultural, político, religioso, etc.".
"Así, la Reforma Protestante fue una revolución religiosa; el Humanismo renacentista, una revolución cultural; la inauguración del principio de inmanencia, primero en sede sólo gnoseológica y luego en el plano metafísico, una revolución filosófica. La Revolución Americana, la Francesa y la Rusa, típicas revoluciones políticas, a su vez, no podrían explicarse sin ese previo clima religioso, cultural y filosófico revolucionario".
"Se comprende, con esta óptica, cómo la pugna entre el liberalismo y el socialismo es sólo relativa, dentro de un marco común, que se reduce, en el fondo, a la oposición, fruto de la inercia, entre una etapa ya agotada del proceso y otra, pujante, que es a la que hoy le toca librar la batalla definitiva..." (De "Ensayo sobre el orden social"-Instituto de Estudios Filosóficos Santo Tomás de Aquino-Buenos Aires 1985).
Pareciera que, mientras que el sector católico cree que existe una confabulación anticristiana generalizada, el resto poco o nada se preocupa del asunto, si bien desde el sector marxista existe una evidente intención de usar a la Iglesia como arma ideológica para difundir al socialismo.
Es oportuno mencionar que Cristo nunca propuso un orden social como el medieval, ni otro orden social similar, ya que sus mandamientos éticos se dirigen al individuo. Cuando la mayor parte de la sociedad cumpla con el "Amarás al prójimo como a ti mismo" se dará, por añadidura, cierto orden social que, posiblemente, sea distinto del orden social medieval, o bastante distinto. De ahí su expresión: "Buscad el Reino de Dios y su justicia, que lo demás se os dará por añadidura".
En lugar de la ética cristiana original, asociada a los mandamientos bíblicos, en la Edad Media surgen emisores secundarios (en lugar de divulgadores del mensaje original) que tienden a desplazar, o reemplazar, a la antigua ética. Con ello se advierte que el orden social medieval poco tiene que ver con las enseñanzas de Cristo, no sólo por no apuntar éstas hacia un orden social concreto, sino por el reemplazo mencionado. Alois Dempf escribió: "Se dibuja netamente una clara línea de evolución a través de la cual se va integrando una riqueza cada vez mayor de experiencia moral, de aspectos místicos y metafísicos, hasta formar un todo armónico que es por dentro casi un organismo vivo, una íntima compenetración de forma de alma, orden del mundo y teología".
"Pero después surgen al menos tres grandes clases de sistematización ética: la ética simbólica, que considera al alma como una imagen microcósmica de todo el universo; después la sistematización teológica, que busca una unión viva de las fuerzas naturales y sobrenaturales del alma bajo el concepto aristotélico de perfección; finalmente la ética metafísica de la mística alemana, especialmente del Maestro Eckehart, que combina la autoperfección ética, en cuanto nacimiento de Dios en el alma, con todo el proceso intemporal del mundo".
"La peculiaridad de la ética medieval resalta con singular claridad cuando se la compara con la antigua ética cristiana, que, como base de toda la anterior evolución, necesariamente ha de formar parte de nuestra exposición. Al paso que la ética medieval es siempre en algún modo sistemática, la antigua ética cristiana es asistemática en su forma externa, salvo contadas excepciones que en nada afectan a su esencia" (De "Ética de la Edad Media"-Editorial Gredos-Madrid 1958).
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1 comentario:
No es entendible que pueda defenderse el orden medieval. Su romantización no puede eludir la brutalidad y la dureza que lo caracterizaban. En él se hicieron bonitas catedrales pero la vida del pueblo era extremadamente dura e injusta.
En realidad, esa postura obedece a la defensa de unas muy concretas posiciones de poder temporal y espiritual, las de la Iglesia.
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