Todo lo existente está regido por leyes naturales, siendo la ley natural el vínculo invariante entre causa y efecto. A nivel atómico se mantiene el concepto si bien la causalidad se mantiene pero a nivel estadístico. En la escala humana se puede mantener la idea de ley natural determinista, como un vínculo necesario entre pasado, presente y futuro.
Varios son los autores que aducen que, si estamos los seres humanos regidos por leyes naturales causales, se desvanece la posibilidad del libre albedrío, o libre elección, por lo cual seríamos seres vivientes sumergidos en un determinismo (o fatalismo) del cual poco podemos hacer para salir de él. Emile Boutroux escribió: "En el origen, el hombre no veía por todas partes sino capricho y arbitrariedad. Por consiguiente, la libertad que se atribuía carecía de poder sobre nada. La ciencia moderna le ha hecho ver leyes en todas partes, y cree advertir cómo su libertad se pierde en el determinismo. Pero un justo concepto de las leyes naturales le devuelve la posesión de sí mismo, a la vez que le muestra que su libertad puede ser eficaz y dirigir los fenómenos" (Del "Diccionario del Lenguaje Filosófico" de Paul Foulquie-Editorial Labor SA-Barcelona 1967).
Es oportuno señalar que en toda secuencia de causas y efectos existe un punto de partida que se denomina "condición inicial", que es justamente la que elige libremente cada ser humano, si bien luego todo lo que sigue vendrá determinado por el conjunto de leyes naturales existentes. Así, en cada momento de nuestra vida tenemos a nuestra disposición una gran variedad de posibilidades entre las cuales elegimos una sola de ellas. Podemos elegir salir a caminar, o leer un libro o escuchar música, por ejemplo. Una vez elegida una de esas posibilidades, se desencadena una secuencia de causas y efectos regida por leyes causales, si bien se mantiene la libre elección asociada al ser humano como atributo principal.
Puede aducirse, sin embargo, que la elección adoptada en cada instante viene determinada por la información mantenida en nuestra mente, y que tal información vino regida también por leyes naturales, lo que también es cierto. Sin embargo, debe tenerse presente que los seres humanos actuamos en base a una conjunción de herencia y de infuencias sociales. Así, cada vez que interactuamos con alguien, algo de ese contacto quedará guardado en nuestra memoria, por lo cual queda en nuestra mente la influencia de muchos seres humanos.
Cada una de las personas influyentes, a través de un contacto directo, o de la televisión o a través de un libro, ha sido a la vez influenciada por una cantidad casi ilimitada de personas. Por ello podemos decir que las causas que conducen a cada una de nuestras elecciones cotidianas son ilimitadas, o casi infinitas.
De ahí que la libertad de elección que disponemos descansa sobre una infinidad de causas previas con distintos grados de influencia. Cuando una de tales influencias tiene un predominio mucho mayor que las restantes, puede decirse que la persona influenciada ha perdido, para bien o para mal, parte de su libertad de elección, como es el caso de quienes reemplazan en su mente la realidad observada por una ideología previamente adoptada como referencia para interpretar la realidad.
Acerca del tema tratado, Baruch de Spinoza escribió: "Ninguna cosa singular, o sea, ninguna cosa que es finita y tiene una existencia determinada, puede existir, ni ser determinada a obrar, si no es determinada a existir y obrar por otra causa, que es también finita y tiene una existencia determinada; y esta causa, a su vez, no puede tampoco existir, ni ser determinada a obrar, si no es determinada a existir y a obrar por otra, que también es finita y tiene una existencia determinada, y así al infinito" (Citado en "Spinoza" de Joan Solé-EMSE EDAPP SL-Buenos Aires 2015).
Respecto de lo anterior, Joan Solé escribió: "Esta visión del mundo se denomina determinismo: dado el pasado o antecedente, el futuro o consecuente está decidido, la suerte está echada, lo que ha sucedido determina lo que sucederá debido a leyes de causalidad. Pero, a pesar de que esta visión parece imponer un fatalismo absoluto a los hechos del mundo, si se observa bien deja resquicios para la contingencia".
"El determinismo no afirma que el antecedente sea necesario; la cadena de causas podría haber sido distinta, un hecho remoto no tenía por qué ser necesariamente el que fue, y de haber sido distinto, toda la serie subsiguiente de hechos habría tomado otra dirección, a pesar de que la hubieran regido las mismas leyes de causalidad; dicho de otro modo, dadas las leyes de la naturaleza y un determinado conjunto de condiciones antecedentes, cualquier hecho particular es necesario, pero aún así hay margen para la contingencia porque podría haberse dado otro conjunto de condiciones antecedentes".
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1 comentario:
El ser humano no viene con su conducta, entendida en su dimensión concreta y específica en un determinado momento o situación, predeterminada como es el caso de los animales. En estas ocasiones podemos elegir entre varias opciones y por eso somos libres. Las específicas características de nuestro cerebro nos hacen seres morales.
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