Mientras que el relativismo moral permite justificar conductas libertinas a nivel individual, a nivel de las ideologías permite encubrir y justificar asesinatos en gran escala. Este es el caso de los colectivismos. Como ejemplo puede citarse un libro en el cual se mencionan en forma casi exhaustiva distintos hechos de violencia colectiva a lo largo de la historia, mientras se silencian totalmente los asesinatos en gran escala practicado bajo los regímenes socialistas. Fredric Wertham escribió: "No debemos considerar en forma aislada el exterminio en masa que realizaron los nazis. Muchas matanzas y exterminios en masa han ocurrido en tiempos pasados: las Cruzadas (un millón de víctimas), la matanza del día de San Bartolomé; la Inquisición (un cuarto de millón); brujas que fueron quemadas (por lo menos veinte mil); el sometimiento de las colonias en Sudamérica (más de quince millones); la isla de Haití (catorce mil sobrevivientes de un millón de habitantes) después de 35 años de colonización; el exterminio de indios en Argentina y Uruguay, la isla de Mauritius (los esclavos sometidos a trabajos forzados morían en número tal que tenían que ser importados 1.200 anualmente)..." (De "La señal de Caín" (Sobre la violencia humana)-Siglo Veintiuno Editores SA-México 1971).
Detrás de esta actitud pareciera existir, dentro del relativismo reinante, la censura hacia quienes cometen asesinatos prohibidos por la religión que practican, mientras se justifican plenamente los asesinatos permitidos y promovidos por los ideólogos a los que adhieren. Así, el citado autor critica la violencia "mala" de sus opositores (nazis, cristianos, etc.) mientras calla la violencia "buena" asociada a los crímenes socialistas teniendo presente que Lenin afirmó: "Moral es lo que favorece el advenimiento del socialismo; inmoral lo contrario".
El libro "La señal de Caín" apareció originalmente, en inglés, en 1966, cuando ya se había producido la hambruna en la China de Mao y se sabía en todo el mundo de los masivos crímenes en la URSS, por lo que un especialista en el tema no podía ignorarlos, por lo que queda la posibilidad mencionado de justificarlos según el criterio amaparado por el relativismo moral.
Lo que le faltó decir, al menos en forma aproximada, al autor del libro citado, lo expresó posteriormente Stephane Courtois, quien escribió: “No obstante, podemos establecer un primer balance numérico que aún sigue siendo una aproximación mínima y que necesitaría largas precisiones pero que, según estimaciones personales, proporciona un aspecto de considerable magnitud y permite señalar de manera directa la gravedad del tema:-URSS, 20 millones de muertos.-China, 65 millones de muertos.-Vietnam, 1 millón de muertos.-Corea del Norte, 2 millones de muertos.-Camboya, 2 millones de muertos.-Europa Oriental, 1 millón de muertos.-América Latina, 150.000 muertos.-África, 1,7 millones de muertos.-Afganistán, 1,5 millones de muertos.-Movimiento comunista internacional y partidos comunistas no situados en el poder, una decena de millones de muertos. El total se acerca a la cifra de cien millones de muertos” (De “El libro negro del comunismo”-S. Courtois y otros-Ediciones B SA-Barcelona 2010).
Los ideólogos socialistas, aprovechando el reconocimiento oficial, dentro de la URSS, de los crímenes de Stalin, lo culparon por todos los males del comunismo con la intención de dejar limpia la imagen de Lenin y así seguir intentando la expansión del socialismo por el resto del mundo. Svetlana Alliluyeva (hija de Stalin) escribió al respecto: “Son los regimenes totalitarios los que engendran las ideologías totalitarias, y en este sentido el comunismo no se diferencia en nada del fascismo”.
“Fueron fuerzas de esa naturaleza las que conquistaron el poder en 1917. Mi padre fue el instrumento de una ideología. Pero los fundamentos del sistema de partido único, del terror, de la prohibición de albergar otras opiniones, son obras de Lenin. Él es el verdadero padre de todo lo que Stalin, más tarde, desarrolló hasta los máximos límites. Todas las tentativas de blanquear a Lenin, de hacer de él un santo, son inútiles: han quedado cincuenta años de historia atrás para probarnos lo contrario. Stalin no descubrió nada, ni siquiera «combinó». Recibió de Lenin, como herencia, un régimen comunista totalitario, del cual él fue la encarnación ideal: personificación completa de un poder sin control del pueblo, basado en la supresión de millones de seres humanos. Y aquellos que habían tenido fuerzas suficientes para sobrevivir físicamente fueron reducidos a la esclavitud, fueron privados del derecho de crear, de pensar. Y en este país encadenado, casi asfixiado, él inventó su versión del pseudo-socialismo”.
“El chiste de los años veinte se tornó verdad encarnada: «Se puede levantar una sociedad socialista; es imposible, sin embargo, vivir en ella». Los «inmensos méritos históricos» de mi padre se cifran en el objetivo de sus objetivos: la invención de un mundo mitad prisión y mitad cuartel” (De “Vivir como un ser libre”-Aymá SA Editora-Barcelona 1970).
Por lo general se menciona al fascismo como el mayor peligro que puede ofrecer la política. Sin embargo, Mussolini no figura entre los 10 o 20 mayores asesinos que han existido a lo largo de la historia, lista encabezada por Mao, Stalin y Hitler, orden que sigue la cantidad de asesinatos cometidos.
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1 comentario:
Y después está una diferencia fundamental entre el fascismo-nazismo y el socialismo-comunismo: el primero dice bastante a las claras lo que quiere hacer antes de tomar el poder y el segundo miente absolutamente sobre sus reales intenciones.
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