En forma semejante en que puede describirse el comportamiento de todo ser humano en base a las componentes emocionales y cognitivas de la actitud característica, puede intentarse describir las actitudes predominantes de los distintos pueblos y de las distintas épocas en base a las tendencias predominantes asociadas al punto de partida de los razonamientos de sus integrantes.
En este caso existe una propuesta en la cual se consideran a Dios, el hombre y el mundo como los orígenes prioritarios de los razonamientos o de los objetivos adoptados por los distintos pueblos. Así, el pensamiento de René Descartes adopta como punto de partida al hombre, con su "Pienso, luego existo", estableciendo un punto de partida diferente del predominante en su época y en las anteriores, que estaba asociado a Dios.
En cambio, Baruch de Spinoza adopta como punto de partida a Dios, si bien no se trata de un Dios personal sino de un orden natural regido por leyes naturales invariantes. Ello no significa dejar de lado al hombre y al mundo, de la misma manera en que Descartes tampoco deja de lado a Dios y al mundo, sino que en esos casos adoptan puntos de partida distintos.
Si analizamos la Edad Media europea, puede afirmarse que se trata de una época en que predomina la idea de Dios, aún cuando, seguramente, habrían sectores que no compartían este punto de partida. Por otra parte, bajo los sistemas socialistas, como el de la URSS y el de la China maoísta, se dejaban de lado tanto a Dios como al hombre para sumir a la población en un colectivismo forzoso que tan nefastos efectos produjo. Algo similar ocurrió con el nazismo.
También esta forma descriptiva puede asociarse a la evolución de alguna instituciones, como la Iglesia Católica, que durante gran parte de su historia parte de la idea de Dios girando desde hace algunas décadas atrás hacia el hombre y el mundo priorizando la "cuestión social". En este caso, consideramos como "mundo" las realizaciones propias de la economía y de la política.
Esta forma descriptiva proviene de Olegario González de Cardedal, quien escribió: "El hombre se comprende a sí mismo hoy como resultado de una historia reciente en la que su conciencia ha sido configurada por una ideas y por unas esperanzas. Nosotros somos el resultado necesario de lo que en Europa se ha pensado durante los últimos cinco siglos sobre el mundo, el hombre, Dios".
"Estas tres realidades determinan la forma concreta en que el hombre proyecta su existencia hacia un fin y a la luz del cual va realizando los trabajos de su vida cotidiana. La diferente intensidad de percepción, valoración y soberanía que la naturaleza, el propio hombre o Dios vayan teniendo, va confiriendo a cada época un sentido u otro. Si bien cada cultura y cada generación establecen una u otra primacía y piensan de manera diferente sobre cada una de esas tres realidades, sin embargo es constante en todas las épocas la interrelación entre ellas".
"Quien habla primero sobre Dios habla consecuentemente de una forma sobre el hombre y sobre el mundo. Quien, en cambio, primero habla sobre el mundo está implicando unas afirmaciones sobre Dios y sobre el hombre. Y quien comienza hablando sobre el hombre no llega a su última profundidad hasta que no ha hablado de Dios".
"En la relación concreta que se establece entre estas tres realidades es donde se ilumina y decide el destino humano. ¿Cuál de las tres es la primera, la que funda el sentido de las otras dos? Porque lo que parece claro es que ninguna de ellas existe ya ni es inteligible sin relación a las otras dos, que las tres son entre sí diferenciables, pero están llamadas a vivir en relación. Si la naturaleza de cada una de ellas es propia, el destino final de las tres ya es común".
"La era en que nosotros vivimos tiene al hombre como su centro: centro de interés, de valor y de finalidad. Tras haberse admirado de las realidades ante las que está y haberse vertido hacia el mundo, sumergiéndose en su grandeza y belleza, recreándolo en la escultura, la arquitectura y la poesía (mundo griego); y tras haberse concentrado en el conocimiento, la adoración y amor de Dios, al que reconocía revelado en la naturaleza, la historia y la persona de uno de los humanos (cristianismo), la conciencia humana se ha vuelto sobre el hombre como objeto supremo de conocimiento, de amor y de servicio. Ya no es sólo que nada de lo humano le sea ajeno, tal como proponía la sabiduría clásica, sino que le es ajeno todo lo que no es humano o humanizable" (De "Raíz de la esperanza"-Ediciones Sígueme-Salamanca 1996).
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1 comentario:
Los regímenes del socialismo real (en el texto identificados como colectivismos) también se amparaban ideológicamente en ideas absolutamente abstractas carentes de conexión con la realidad material pese a su pretendido cientifismo: lucha de clases, materialismo histórico, socialismo científico, plusvalía... El mismo Sigmund Freud criticó el lugar del marxismo en la cultura contemporánea comparándolo con el que ocupaba el Corán en las sociedades fundamentalistas islámicas.
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