Un planteamiento interesante, respecto de la existencia, o no, de un sentido de la vida objetivo, consiste en suponer que existe y que, en caso de ser rechazado, sufriremos por esa actitud. De ahí que, si concluimos en que la ausencia de sentido nos provoca sufrimiento, luego podemos pensar que previamente el orden natural nos ha "otorgado" un sentido y que, al rechazarlo, hemos sufrido el autocastigo correspondiente.
Este tipo de planteo puede servir para orientar nuestros pensamientos, sin que por ello podamos atribuirle un alcance mayor, ya que tal sentido objetivo de la vida existirá, o no, en forma independiente de los razonamientos que podamos realizar al respecto.
En cuanto a la crisis actual sufrida por grandes sectores de la sociedad, Rafael Echeverría escribió: "Nuestra creciente dificultad para sostener el sentido de la vida implica que los seres humanos, a diferencia de otras especies, requerimos encontrarle sentido a la vida como condición de sobrevivencia. Cuando perdemos la esperanza de encontrarle sentido a nuestra existencia, los seres humanos enfrentamos la posibilidad cierta del suicidio. Y hay muchas maneras de suicidarnos. Nuestras crisis de sentido se han vuelto recurrentes, suceden con creciente aceleración y alcanzan progresivamente una mayor profundidad. Son muchas las oportunidades en las que nos encontramos diciéndonos: «Mi vida no tiene sentido»" (De "Ética y coaching ontológico"-Ediciones Granica SA-Buenos Aires 2022).
A similares conclusiones llega Viktor Frankl, si bien no distingue, o parece no distinguir, entre un sentido de la vida objetivo, asociado al orden natural, y un sentido de la vida subjetivo, que depende de las elecciones individuales que podemos adoptar para nuestra vida. Tal sentido objetivo implica esencialmente contemplar las leyes naturales que rigen todo lo existente, incluidos los seres humanos, tratando de adaptarnos al orden natural emergente.
De ahí que todo el sufrimiento humano y todos nuestros desaciertos parecieran sintetizarse en un alejamiento o una ignorancia completa de tales leyes y de tal orden, y por ello mismo la imposibilidad de adaptarnos a los mismos. Carlos Alberto Sacheri escribió: "El análisis de la persona humana y de sus cualidades o propiedades esenciales, nos lleva espontáneamente al reconocimiento de un ordenamiento natural, expresión de la sabiduría divina, que ha de servir de base al orden social, determinando las normas éticas básicas que lo expresan en el plano de la conducta humana. La conciencia moral de la humanidad testimonia desde los tiempos más remotos que existe un ordenamiento normativo esencial, que todos los hombres han de respetar en su mutua convivencia".
"La cultura moderna ha ido perdiendo gradualmente el sentido del orden a medida que la filosofía se fue desvinculando de la realidad cotidiana para refugiarse en un juego mental, sin contacto con las cosas concretas. Como consecuencia de este proceso histórico, el hombre fue reemplazando los datos naturales de la experiencia con las construcciones de la razón y de la imaginación" (De "El orden natural"-Ediciones del Cruzamante-Buenos Aires 1980).
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1 comentario:
Ciertamente la modernidad es comprender la naturaleza, pero más aún dominarla, trascenderla usándola en nuestro beneficio. No deja de ser normal que con ese planteamiento se ignore el orden natural en su vertiente humana.
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