En una etapa de severa crisis moral, no resulta raro advertir una paralela crisis intelectual. Esta crisis intelectual se hace evidente, entre otros aspectos, cuando se supone que ciencia y religión son opuestas e incompatibles. Si tenemos presente que todo lo existente está regido por leyes naturales invariantes, y que dichas leyes son el objetivo de estudio del científico, pronto podremos vincular tal actividad a la religión en cuanto que el religioso también encuentra en dichas leyes la voluntad de un Creador que las ha impuesto para conformar un orden natural. Al identificar "leyes naturales" con "leyes de Dios", se advierte la cercanía entre ciencia y religión.
Esta cercanía fue advertida, entre otros, por Ernst Mayr, quien escribió: “Prácticamente todos los arquitectos de la revolución científica siguieron siendo devotos cristianos; por eso no debe sorprendernos que el tipo de ciencia que desarrollaron fuera, en muchos aspectos, una ramificación de la fe cristiana. Desde su punto de vista, el mundo había sido creado por Dios y, por lo tanto, no podía ser caótico. Estaba gobernado por Sus leyes, que, puesto que eran leyes divinas, eran universales. Se consideraba que una explicación de un fenómeno o un proceso era sólida si se ajustaba a una de dichas leyes. De este modo se pretendía llegar a un conocimiento claro y absoluto del funcionamiento del cosmos, y con el tiempo sería posible demostrar y predecir todo. Así pues, la tarea de la ciencia de Dios consistía en descubrir aquellas leyes universales para descubrir la verdad universal definitiva encarnada en dichas leyes, y en poner a prueba su veracidad mediante predicciones y experimentos” (De “Así es la biología”-Editorial Debate SA-Madrid 1995).
Convalidando lo anterior, puede afirmarse que gran parte de los fundadores de las principales ramas de la ciencia experimental fueron individuos bastante cercanos al cristianismo. Así es el caso de los fundadores de la mecánica y de la astronomía (Copérnico, Kepler, Galileo, Newton), del electromagnetismo (Ampere, Faraday, Maxwell), de la evolución biológica por selección natural (Darwin) y de la genética (Mendel). También Newton, junto a Gottfried Leibniz y, posteriormente, Augustin Cauchy, son los nombres relevantes del cálculo infinitesimal. Incluso uno de los fundadores de la teoría del universo en expansión, denominada “modelo de Lemaître, Friedmann, Robertson, Walter”, tal el caso de George Lemaître, fue un sacerdote católico. Respecto a su modelo de átomo primitivo, escribió: “El objeto de una teoría cosmogónica es el de buscar las condiciones iniciales idealmente simples de las que ha podido resultar, por medio del juego de las fuerzas físicas conocidas, el mundo actual en toda su complejidad” (De “Cosmogonía”-Editorial Ibero-Americana-Buenos Aires 1948).
La supuesta incompatibilidad entre ciencia y religión aparece, como en el caso Galileo, en cuanto desde la Iglesia Católica olvidan que la Biblia es un libro de contenido ético y que indica "cómo ir al cielo y no cómo es el cielo" (Galileo). Si se interpretan textualmente las diversas simbologías bíblicas, se cae en una irracionalidad total. El fanatismo y la búsqueda de poder sectorial, asociado a las instituciones religiosas, las alejan de la esencial compatibilidad entre ciencia y religión.
El otro aspecto que tiende a diferenciar ciencia y religión implica a las supuestas intervenciones de Dios quien interrumpiría sus propias leyes para beneficiar a los seres humanos (milagros). Si existen leyes naturales o leyes de Dios, deberemos adaptarnos a las mismas. Si, por el contrario, le pedimos a Dios que las interrumpa para beneficiarnos de alguna manera, estaríamos adoptando una actitud en contra de su voluntad creadora.
Existe cierta evidencia de la no intervención de Dios en los acontecimientos humanos cuando advertimos que, con solo cambiar un pequeño detalle, en ciertas circunstancias, Dios podría fácilmente evitar tragedias que afectan la vida de muchas personas. Si no lo hace, se debe seguramente a que no interviene en nuestras vidas cotidianas. De ahí que Cristo dijo: "...porque Dios sabe que os hace falta antes que se lo pidáis".
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1 comentario:
Su complejidad y conocimiento imperfecto por nuestra parte son aspectos de las leyes naturales que concuerdan con su vinculación a la divinidad.
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