Siguiendo las advertencias de Viktor Frankl, puede decirse que la ausencia de un sentido de la vida es la mayor causa de los inconvenientes afrontados por gran parte de la sociedad. En el pasado, cuando las religiones bíblicas tenían mayor vigencia, no existía tal problema. En la actualidad, ante un alejamiento del hombre respecto de la religión (o de la religión respecto de la sociedad), adquiere la mayor importancia. Víktor Frankl escribió: “Tarde o temprano nos veremos obligados, no ya a moralizar, sino a ontologizar la moral; habrá que definir el bien y el mal, no como algo que debamos o no hacer, sino el bien como aquello que favorece la realización del sentido que se encomienda a un ente y se le exige, y el mal como aquello que impide esa realización”.
“La mera supervivencia no puede ser el valor supremo. Ser hombre significa estar orientado y ordenado a algo que no es uno mismo. La existencia humana se caracteriza por su autotrascendencia. Cuando la existencia humana no apunta más allá de sí misma, la permanencia en la vida deja de tener sentido, es imposible. Ésta fue al menos la lección que yo aprendí en los tres años que hube de pasar en Auschwitz y en Dachau, y los psiquiatras militares pudieron confirmar en el mundo entero que los prisioneros de guerra más capacitados para sobrevivir eran aquellos que se orientaban hacia el futuro, hacia una meta de futuro, hacia un sentido que debían cumplir en el futuro. ¿No puede aplicarse esto, por analogía, al tema de la supervivencia de la humanidad?”.
“Pero si la humanidad quiere encontrar un sentido que sea válido para todos, debe dar un nuevo paso. Después de haber alcanzado, hace miles de años, el monoteísmo, la fe en un solo Dios, debe llegar a creer en una sola humanidad. Hoy necesitamos más que nunca un monantropismo” (De “El hombre doliente”-Editorial Herder SA-Barcelona 1987).
Las empresas exitosas, en el ámbito de la economía, son aquellas que advierten las necesidades o los gustos de sus potenciales clientes, ofreciéndoles lo que ellos demandan. Por el contrario, las empresas poco eficientes tienden a ignorar tales necesidades o deseos. En el caso del sentido de la vida, implícito con amplitud en la Biblia, casi no aparece en el lenguaje de los predicadores católicos, o al menos en la mayoría. Y ello se debe a que olvidan que, quizás, lo más importante del cristianismo es la de otorgarle un sentido a todo ser humano; un sentido que resulta compatible con el orden natural. A partir de ese sentido, surge la acción moral correspondiente.
Esa mayoría de predicadores olvida que las prédicas bíblicas están orientadas a individuos y no a diversos sectores de la sociedad. El "Buscad el Reino de Dios y su justicia, que lo demás se os dará por añadidura" podría ser expresado también como: Buscad el sentido de la vida exigido por el orden natural, que lo demás se os dará por añadidura. Francisco Interdonato escribió respecto del iniciador de la "teología de la liberación": "Concibe la teología como una reflexión crítica no únicamente de carácter epistemológico, sino también de los condicionamientos económicos y socio-culturales. Es una reflexión sobre la praxis, y lo esencial, y lo universal es que la praxis norma a la teología; no al contrario, como siempre se supuso".
Agrega más adelante: "Quizás el mayor error de método de la teología de la liberación es el tomar como punto de referencia a la colectividad, la justicia «social», las estructuras «sociales», y no al individuo en su interioridad".
"Las estructuras sociales justas es indudable que facilitan la adquisición del equilibrio personal y la bondad interior, pero no la dan. Hacerse justo y bueno es tarea personal de cada uno. La experiencia de toda nación o comunidad humana, de los partidos políticos, y asociaciones de cualquier índole, aun de las Iglesias, incluso de los pequeños grupos directivos o gubernamentales, y también de monasterios, con las estructuras igualitarias realmente ideales, con selección única y aun sanciones: nunca han hecho desaparecer una serie de diferencias, no sólo de cultura y de posesión de bienes, o de su «uso», sino de todo lo que brota del egoísmo y la ambición" (De "Teología Latinoamericana ¿Teología de la liberación?"-Ediciones Paulinas-Buenos Aires 1979).
Al dejar de priorizar la búsqueda del sentido de la vida para priorizar esta vez la "justicia social", la Iglesia Católica ha renunciado al cristianismo original para ser predicadora del socialismo y del marxismo. Esta traición no sólo favorece las ambiciones destructivas del marxismo-leninismo sino que también tiende a destruir toda la eficacia inherente al cristianismo; es decir, sería una doble traición (aumenta el mal y reduce el bien). Interdonato agrega: "Lo confirma el ejemplo de Rusia, donde después de casi sesenta años de régimen comunista, perduran o aumentan las disfunciones en el comportamiento, a pesar de la dura represión. La justificación de muchos socialistas: «ahí no se ha realizado el socialismo; se ha alejado del verdadero marxismo...», etc., no es válida, pues subsiste el hecho de que así comenzó y quiso serlo y actuó los medios que debían conducir al socialismo".
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1 comentario:
La primera impresión de la Teología de la Liberación es la de rebaja de nivel en la exigencia intelectual, y consiguientemente también en la carga de sentido moral. Suena a mero discurso político, a instrumento para la lucha partidaria con utilidad para el alistamiento y el encuadramiento de los efectivos a los que se aspira para ganar combates, sean de ideas o de armas.
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