En los últimos tiempos ha resultado bastante evidente, aún para el ciudadano común, que existen sólo dos sistemas económicos posibles: socialismo y capitalismo. Sin embargo, gran parte del catolicismo se opone tanto a un sistema como al otro, y, con cierta animosidad antiliberal, se los ubica como dos males similares, sin contemplar las enormes diferencias existentes entre ambos. Algunos fanáticos, "comparan" el asesinato de decenas de millones de inocentes, principalmente por obra de Mao y Stalin, con los "males" producidos por el capitalismo, como es el alto nivel de vida en la mayoría de los países occidentales.
La reacción católica antiliberal posiblemente se deba a que, bajo gobiernos liberales, el catolicismo debería competir en el "mercado de las religiones" con otras creencias distintas, mientras que con gobiernos de tipo totalitario (Hitler, Perón, Franco, etc.) podrían gestionar con la dirigencia política cierta exclusividad para sus prédicas. Esta postura es similar a la de los empresarios que no se sienten capaces de competir en el mercado y prefieren establecer arreglos con los gobiernos de turno.
Las quejas van siempre hacia lo ocurrido hace algunos siglos atrás, como es el caso de la Revolución Francesa, cuyo "liberalismo" poco o nada tiene que ver con la actualidad. Incluso repiten inexactitudes respecto del capitalismo primitivo del siglo XVIII y XIX, culpándolo de la "miseria que produjo", cuando en realidad la población comenzó a aumentar significativamente al mejorar su nivel de vida, y que, como consecuencia, se extendió el promedio de vida individual.
Critican del liberalismo una postura que, según se dice, deja de lado la ética cristiana, cuando en realidad, tanto la democracia liberal como la democracia económica (mercado), resultan enteramente compatibles con tal ética. Si no la predican en forma explícita, ello se debe a que el liberalismo no es una religión y por ello mismo proponen un sistema que permite la difusión de las diversas éticas propuestas, con la esperanza de que predomine la mejor.
Si existe una severa crisis moral, no debe culparse a los ideólogos liberales (entendiendo como "liberales" a figuras representativas como Ludwig von Mises y Friedrich von Hayek), sino que debe advertirse que son precisamente los predicadores del cristianismo quienes han fracasado en forma alarmante. Ello se vislumbra en la gran cantidad de denuncias contra abusos de menores por parte de sacerdotes e incluso por haber sido un sector de la Iglesia Católica el promotor e impulsor del terrorismo marxista de los años 70 a través del grupo Montoneros, entre otros.
En cuanto al liberalismo, Ludwig von Mises escribió: “El objetivo del liberalismo es la cooperación pacífica entre todos los hombres y entre todas las naciones. Cuando hay propiedad privada de los medios de producción en todas partes y cuando las leyes, los tribunales y la administración tratan a nativos y a extranjeros en iguales términos, es de poca importancia donde estén marcadas las fronteras de un país…la guerra ya no compensa; no hay motivo para la agresión…todas las naciones pueden coexistir pacíficamente” (De www.mises.org.es).
Si bien los sectores marxistas de la Iglesia se han definido abiertamente a favor del socialismo y contra el capitalismo, llama la atención que los sectores católicos antimarxistas mantengan su postura antiliberal. Como el principal argumento del marxismo es el anticapitalismo, no resulta extraño que, con un leve empujoncito ideológico, cualquier católico pase a engrosar las filas del socialismo.
Aún el desafortunado Carlos Alberto Sacheri, asesinado por izquierdistas en los años 70, posiblemente no haya advertido que sus prédicas anticapitalistas pueden haber facilitado el paso de algunos católicos hacia las filas marxistas, si bien sus prédicas en realidad fueron principalmente cristianas. Respecto de los obispos tercermundistas, escribió: "Dan un documento de contenido eminentemente social en el que sostienen que el capitalismo es totalmente injusto y, por lo tanto, anticristiano, y por un juego de argumentaciones sumamente ambiguas, las unas menos verdaderas, por no decir más falsas, que las otras, se llega a la conclusión siguiente: que el socialismo, aparentemente sin otro calificativo, es la fórmula esencial para solucionar todos los problemas".
"Pero al final del documento, en su parte 18, a ese socialismo aparentemente inocuo, nunca bien definido en los 17 párrafos primeros, se lo colorea con la etiqueta de marxista al presentar, en una forma un tanto ambigua, al marxismo como una forma de vida más próxima al Evangelio. Mientras que en los párrafos anteriores se han dedicado a una crítica demoledora, aunque justa, del sistema capitalista, de golpe aparece ese socialismo calificado con la mención expresa del marxismo" (Citado en "Sacheri. Predicar y morir por la Argentina" de Héctor H. Hernández-Ediciones Vórtice-Buenos Aires 2007).
Cuando la misma realidad es interpretada de manera totalmente opuesta por dos personas, resulta una pérdida de tiempo intentar llegar a alguna forma de acuerdo. Así, el "muro de Berlín", de la Alemania comunista, representaría un éxito para los socialistas y un fracaso para los liberales, mientras que "el milagro alemán", de la Alemania capitalista, representaría un fracaso para los socialistas y un éxito para los liberales.
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1 comentario:
Muchos antiliberales concentran sus ataques en el flanco económico porque es el de más fácil caricaturización, pero en realidad su intención es acallar el debate con sus descalificaciones totales porque se saben con discurso endeble y de fácil crítica. También es necesario recordar que los sistemas calificados como liberales por sus enemigos suelen tener poco de liberales, siendo muchos de sus componentes herencias o resultado de mixturas añadidas provenientes de concepciones corporativistas, mercantilistas y socialistas, claramente antiliberales.
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