El caso del niño y, luego, del adolescente sobreprotegido por sus padres, es el elocuente ejemplo de la anulación de toda capacidad adaptativa en quien la padece. Así como el aislado del contacto social no puede desarrollar anticuerpos que lo protejan del contagio de enfermedades, el sobreprotegido carecerá de las fuerzas motivacionales necesarias para afrontar la vida. Tal proceso vendrá asociado a cierta dependencia respecto de sus protectores, por lo que el sobreprotegido carecerá de libertad. De ahí la anulación de sus potenciales aptitudes.
A nivel social ocurre otro tanto, surgiendo un proceso similar que se establece cuando el Estado protector, o Estado benefactor, tiende a sobreproteger a todo individuo limitando sus fuerzas y creando una peligrosa dependencia. De ahí que desde tal Estado se mencionen generalmente los derechos, de todo tipo, y casi nunca los deberes u obligaciones.
La Argentina padece una severa y terminal decadencia social y económica. La importante inflación, asociada a un excesivo gasto público, mantenido con emisión monetaria, ha sido reconocida con sus causas, ante cierta encuesta, por más del 60% de los encuestados. Sin embargo, la mayoría de ellos no está de acuerdo con limitar empleos públicos superfluos, planes sociales y otros subsidios a la vagancia y a la corrupción. La dependencia mental respecto de la sobreprotección estatal implica que aún estamos lejos de comenzar a revertir la angustiosa situación.
A un nivel superior, o internacional, ocurre otro tanto, ya que organismos supranacionales tienden a sobreproteger, con ayudas financieras, a gobiernos corruptos e ineptos. De ahí que varias son las voces que reclaman por su desaparición. Este es el caso del Fondo Monetario Internacional (FMI), que también es cuestionado por la izquierda política, pero por distintas causas. Así, mientras el liberal advierte que las ayudas financieras (con bajos intereses) sirven para mantener gobiernos ineptos, la izquierda supone que tales ayudas (con supuestos altos intereses) se utilizan para extraer riquezas del país.
Al respecto, Alberto Benegas Lynch (h) escribió: "Una de las erogaciones compulsivas más suculentas de los contribuyentes y, al mismo tiempo, más inútiles y contraproducentes consiste en la muy mal llamada «ayuda externa». Esta así denominada «ayuda» consiste en que bien remunerados burócratas internacionales haciendo uso prepotente del fruto del trabajo ajeno, entregan sumas millonarias a gobiernos que, precisamente, se hacen acreedores de los dineros ajenos debido a sus políticas insensatas basadas en trasnochados estatismos que provocan reiteradas fugas de capitales y personas".
"Estos funcionarios internacionales que viajan siempre en primera clase, se hospedan en hoteles de máximo estrellato (donde a veces incursionan en llamativas aventuras sexuales, muchas veces también compulsivas) y nunca son revisados en las aduanas, llegan con carradas de dólares a devolver en plazos e intereses mucho más atractivos que los que ofrece el mercado y pontifican sobre presupuestos equilibrados a costa de exorbitantes aumentos impositivos y otras sandeces que dejan exhautos a los esquilmados ciudadanos, en un clima de gobernantes corruptos que, merced a la financiación de marras, se enquistan en el poder".
"Si se cortara el crédito proveniente de la succión de los bolsillos del prójimo para financiar a gobernantes inauditos, éstos se verán obligados a modificar sus políticas o dimitir y dejar paso a medidas que reemplacen el estatismo para dar cauce a las energías creativas de una sociedad abierta, con lo que se instalan posibilidades de obtener créditos privados sobre bases sólidas. Además, tal como lo vienen sugiriendo pensadores de fuste, habría que liquidar instituciones aberrantes como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y equivalentes, al efecto de liberar recursos esterilizados en faenas que amplían la rapiña y la pobreza" (De "Vivir y dejar vivir"-Fundación Libertad-Rosario 2013).
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1 comentario:
Está muy bien traída la referencia a la sobreprotección paterna y a la inutilidad que se produce como consecuencia en quien la padece. Y es que la sobreprotección financiera de los organismos internacionales deja a los países que la reciben a merced de la “ayuda” externa. Ayuda entre comillas porque no se da a cambio de nada o de los meros intereses nominales establecidos en los créditos concedidos, sino de la sumisión total de los países receptores a las directrices provenientes de instancias extranjeras, fenómeno también conocido como globalismo.
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