El cristianismo, como toda religión, induce a adoptar una actitud que puede describirse como formada por dos partes; una ascendente (que mira hacia Dios) y una lateral (que mira hacia el prójimo). Una actitud que sólo mira hacia Dios e ignora al prójimo resulta ineficaz, ya que se trata de una religión moral. Además, ignorar el mandamiento del amor al prójimo implica mutilar la religión original, convirtiéndola en un pseudo-cristianismo.
Una postura supuestamente religiosa, que carece de la actitud lateral mencionada, carece de lo que se denomina "cuestión social". Si se tiene en cuenta la definición de religión como "la unión de los adeptos", se confirma lo anterior. Ello conduce a algunas mentes generosas a "completar" el cristianismo luego de efecturar la previa mutilación. Igino Giordani escribió: "El nacimiento de la «cuestión social», traído por las revoluciones industriales, primero en Inglaterra y después en los demás países, en la segunda mitad del siglo XVIII, tras de las aplicaciones de las doctrinas materialistas de la escuela liberal y del socialismo, ha vuelto a descubrir la necesidad de plantear un principio moral teológico, aun en la base de los hechos económicos, y ha hecho considerar al Evangelio en el aspecto social como nunca antes se hiciera".
"La Edad Media había aplicado minuciosamente el Evangelio a las relaciones sociales. En su visión católica integral de la vida, los problemas políticos y económicos habían sido planteados, y resueltos también, por la Escolástica. Los teólogos estudiaban tanto la esencia de Dios Trino, cuanto la eticidad de la usura; y los cristianos se acusaban en el confesionario tanto de sus culpas como de sus violaciones del justo precio o de la mercancía pactada, de sus relaciones con sus propios amos o sus propios dependientes, de sus préstamos o de sus contratos" (De "El mensaje social de Jesús"-Ediciones RIALP SA-Madrid 1962).
Cuando decae la influencia de la Iglesia, aumenta la influencia del Estado. Entonces aparecen voces que consideran innecesaria la influencia social del cristianismo. El citado autor agrega: "No faltaron sociólogos ni exegetas luteranos que negasen al Evangelio un contenido social. Junto con ellos no pocos intelectuales racionalistas, que sustraían al Nuevo Testamento su carácter de historicidad, para convertirlo en un centón de Logia alegóricos, de apocalípsis espirituales y de aspiraciones escatológicas, le sustrajeron también toda capacidad y propósito de actuación concreta en este mundo, convirtiéndolo en un mensaje de fuga y de ascesis, de rebeldía contra la vida terrena y de refugio en los sueños del reino celestial".
Calvino, por otra parte, bajo una distinta interpretación de los Evangelios, propone su propia "cuestión social". Giordani escribe al respecto: "El experimento calvinista se desarrolló y prosperó mayormente en zonas industriales. Este hecho se combinó con la ética propia de Calvino, que dio un nuevo impulso al trabajo como una forma de rectitud cristiana en acto, difundió un espíritu de incremento indefinido de las actividades profesionales, y rechazó la condena tradicional de la usura; y que, con la imposición de un límite moral al lujo y al consumo, obligó a ahorrar, es decir, a acumular un capital que había de utilizarse en otro trabajo y no en goces. Creó así la ética de la ganancia".
Más cercano en el tiempo, y menospreciando o ignorando la eficacia social de los Evangelios, Pierre Teilhard de Chardin
busca compatibilizar cristianismo con marxismo. En lugar de representar al máximo promotor del amor (Cristo) como opuesto al máximo promotor del odio (Marx), los representa como dos vectores desplazados un ángulo de 90º, y cuya resultante, a 45º, representa la síntesis promovida. Al respecto escribió: “En virtud de lo que acabo de decir, la figura adjunta representa simbólicamente el estado de tensión en que se halla al presente, más o menos conscientemente, instalado todo individuo humano a consecuencia de la aparición, en su propio corazón, junto a las tradicionales fuerzas ascensionales de adoración (Oy) [Eje vertical], una modernísima acción propulsiva (Ox) [Eje horizontal] ejercida sobre cada uno de nosotros por las recién nacidas fuerzas de trans-hominización. Para concretar más el problema, reduzcámoslos a sus términos más perfectos o más expresivos. Es decir, convengamos en que Oy representa simplemente la tendencia cristiana, y Ox representa simplemente la tendencia comunista o marxista, tal como cristianos y marxistas se expresan comúnmente en torno a nosotros, en este mismo momento”.
“Como un conflicto –y aun como un conflicto en apariencia irreductible- nos es forzoso responder. Aquí (siguiendo Oy) una Fe en Dios indiferente, si no hostil, a toda idea de una ultra-evolución de la especie humana. Allí (siguiendo Ox) una fe en el Mundo, formalmente negativa (al menos verbalmente) de todo Dios trascendente”.
“Tomada en sí sola, la fe en el Mundo no basta, pues, para mover la Tierra hacia delante. Pero tomada en sí sola, tampoco es seguro que la fe cristiana, en su antigua explicitación, baste todavía para levantar al Mundo hacia lo alto. Por definición, por principio, la función distintiva de la Iglesia es la de saber y poder cristianizar todo lo humano en el Hombre. Ahora bien, ¿qué puede acontecer (qué no está ya aconteciendo…) si, en el momento preciso, cuando en la «anima naturaliter christiana» empieza a surgir una componente tan viva como la conciencia de un «ultra-humano» terrestre, que la autoridad eclesiástica ignora, desdeña o incluso condena, sin siquiera llegar a comprenderla, la nueva aspiración?”.
“Oy y Ox, en lo alto y hacia delante: dos fuerzas religiosas, repito, que ahora ya se afrontan en el corazón de todos los hombres; dos fuerzas, acabamos de verlo, que se debilitan y marchitan si se aíslan; dos fuerzas, por consiguiente (y es lo que me falta por demostrar), que sólo esperan una cosa: no que hagamos una elección entre ambas, sino que hallemos el modo de combinarlas a la una con la otra” (De “El porvenir del hombre”-Taurus Ediciones SA-Madrid 1962).
Según Teilhard, el marxismo-leninismo, que produjo en el mundo unas cien millones de victimas al intentar imponer el socialismo, no debe desaparecer, sino que debemos “combinarlo” y compatibilizarlo con el cristianismo. Ésta parece ser la semilla que ha crecido dentro de la Iglesia hasta relegarla al lugar más denigrante en toda su historia, ya que la propia Iglesia de Cristo trata de asociarse a las fuerzas del Anti-Cristo.
En la actualidad, se cae al extremo de considerar que el cristianismo debe dejar de lado la actitud ascendente y concentrarse sólo en lo social, olvidando que la fuerza ideológica de todo intento de adaptaciób al orden natural debe contemplar la existencia de leyes naturales invariantes que, en cierta forma, materializan la simbología del Dios personal que interviene en los acontecimientos humanos. Giordani escribió: "Mientras que el valor dogmático de la fe se atenúa cada vez más, crece cada vez más la importancia concedida a las obras, como a suprema tabla de salvación. Los más audaces, y los más ingenuos, proclaman que la religión cristiana debe, si quiere vivir, transportarse íntegramente al orden social. Activismo contra quietismo; «servicio social» contra especulación teológica".
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1 comentario:
Ese activismo social, en realidad político, propuesto desde determinado sector de la Iglesia ha confirmado en la práctica el peligro de caer por parte de sus ejecutantes y partidarios, por su carácter esquemático y reductor, en el vaciamiento moral que trae consigo el olvido mencionado en este hilo de la apelación a la “ascensión” personal y grupal propia del cristianismo o de cualquier postulado teológico.
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