Mario Bunge escribió un artículo difamatorio respecto de Friedrich A. Hayek; algo casi normal en alguien que confiesa su adhesión al socialismo, aunque no esperable en alguien que se dedicó a profundizar acerca de la ciencia experimental y su método. Como se sabe, en ciencia se acepta lo que concuerda con la realidad y se rechaza lo que no concuerda. De ahí que, si se tienen presentes los resultados de la aplicación del socialismo y los resultados de la aplicación de la economía de mercado, se advertirá el fracaso del primero y el éxito parcial del segundo. Sin embargo, Bunge trata de "peligroso" a quien promueve lo que mejor funciona, escribiendo al respecto, no sin ofrecer un previo y posiblemente falso halago: "Friedrich von Hayek, el famoso economista neoliberal desaparecido en 1992 a la edad de 92 años, fue uno de los hombres más cultos y encantadores que he conocido. También fue uno de los más peligrosos" (De "Elogio de la curiosidad"-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 1998).
Por el contrario, respecto de la cárcel cubana escribió un artículo titulado: "Cuba: sí, pero", en lugar de un esperable "no" rotundo a un sistema totalitario que mantiene enclaustradas a varias generaciones de cubanos. Al respecto escribió: "Los cubanos parecen felices: se les ve actuar apaciblemente, departir amablemente, acoger al extraño con hospitalidad y sonreír a menudo, sin la tensión característica de otros pueblos".
En un sistema carcelario, carente de derechos y de posibilidades futuras, al ciudadano común no le queda otra alternativa que afianzar sus valores humanos, en el mejor de los casos. Una de las frases típicas emitidas por los cubanos, es la siguiente: "En Cuba sólo tenemos tres problemas: desayuno, almuerzo y cena". Sin embargo, Bunge escribió acerca de Cuba: "Es evidente que nadie pasa hambre" (De "Vistas y entrevistas"-Ediciones Siglo Veinte-Buenos Aires 1987).
En cuanto a la cooperación social, Bunge escribe: "Hayek no dudaba de la posibilidad y virtud de la cooperación, pero sostenía que ésta sólo es posible en pequeña escala, cuando la gente se conoce y puede ponerse de acuerdo. Creía que en la gran escala que caracteriza a la economía moderna, sólo funciona la competencia...".
Bunge parece ignorar el mecanismo de la economía de mercado en la cual la competencia se establece para optimizar la cooperación social, y no para anularla. Por el contrario, cuando existen monopolios, privados o estatales, desaparece la competencia y la economía de mercado, mientras que la cooperación social tiende a limitarse. De ahí que sea el monopolio estatal (socialismo) el que se opone a la cooperación social, aunque se diga lo contrario.
Respecto de la Unión Soviética y de su fracaso, Bunge estima que ahí no hubo un sistema socialista, de manera de dejar abierta la posibilidad para futuros fracasos y otras catástrofes sociales como la ocurrida bajo el mando de Stalin. Escribió al respecto: "El colapso de la economía dirigida del ex bloque soviético parece haberles dado la razón a Hayek, su maestro Von Mises y demás economistas de la escuela austriaca, quienes siempre atacaron el intervencionismo estatal. Si se mira bien, no hay tal triunfo, y esto por dos motivos. Primero, la economía soviética no era auténticamente socialista, o sea democrática y autogestionada, sino autoritaria: no había socializado sino nacionalizado los medios de producción. Peor: los había puesto a disposición del Partido Comunista, una casta privilegiada, omnipotente, prepotente, incompetente y corrupta".
"Segundo, el ideal socialista está incorporado, en alguna medida, en el Estado de bienestar que impera en todo el mundo industrializado, sobre todo en Europa y Canadá. Éste no sólo provee seguridad social y numerosos servicios públicos, sino también leyes que limitan el poder de la empresa privada y, con ello, la libre competencia de que habla la economía neoclásica".
Bunge distingue entre "socialización" de los medios de producción y "nacionalización" de los mismos. Aunque el fracaso se ha de producir en ambos casos, ya que, cuando los empresarios pierden sus empresas, los efectos serán similares si van a parar a manos de las masas carentes de capacidad empresarial (socialización) o a los revolucionarios marxistas (nacionalización). Bunge parece ignorar que la mayor hambruna histórica se produjo en la China de Mao luego de establecer la socialización o nacionalización de la agricultura de ese país.
En alguna parte, Bunge habla de la "democratización de la propiedad", sin tener presente que el capital privado es la principal herramienta para la producción y que, por lo tanto, redistribuir el capital del sector productivo equivale a redistribuir las herramientas y la maquinaria de una empresa fabril, con lo que ello implica la caída en la producción de bienes y servicios y el aumento de la pobreza.
Adviértase que Bunge encuentra en la "limitación de la libre competencia" una función del Estado de bienestar, lo que favorece la tendencia a los monopolios. Justamente, así como el liberalismo propone, en política, la división de poderes, la competencia en la economía impide la concentración de poder económico que puede conducir a excesos.
El filósofo de la ciencia descalifica la moral social de Hayek escribiendo: "A Hayek nunca lo conmovió la tragedia de la pobreza, en particular la causada por la desocupación involuntaria masiva y permanente. Pero al menos toleró la llamada «red de seguridad». Supongo que la indiferencia de Hayek por los problemas sociales se debía a que vivía en su biblioteca y sólo leía libros y artículos de colegas, nunca las estadísticas ni, menos aún, la crónica diaria de la pobreza. Nunca estuvo al frente de una empresa que no fuese académica".
Bunge ignora que Hayek tuvo una actividad no académica en el Estado austriaco, como colaborador de Ludwig von Mises, por entonces a cargo de la Cámara de Comercio de Austria. De todas formas, como cualquier científico auténtico admite, la veracidad o la falsedad de una descripción, resultan independientes de las actividades habituales realizadas por una persona. Ludwig von Mises escribió: "Tras la quiebra del Bodenkreditansfalfen 1929, insistí para que se organizara en Londres una exposición de la producción austriaca a partir de 1921, con los gráficos de los progresos realizados. Que se trataba de progresos muy dudosos lo sabíamos perfectamente tanto yo como Hayek que, como director del Instituí fur Konjunkturforschung había elaborado los gráficos. Pero, a la luz de las concepciones mercantilistas dominantes, aparecían en todo caso como progresos..." (De "Autobiografía").
Bunge desconfía de los méritos de Hayek por los cuales se le concede el Premio Nobel de Economía. Como todo socialista, Bunge desconoce que el mercado es un sistema autorregulado, con realimentación negativa, y que toda intervención estatal en economía, tiende a perturbarlo. Ello no implica que el liberalismo desconozca la existencia del Estado. La labor de Hayek no se limita sólo a la economía, sino que realiza un estudio del aspecto legal asociado al Estado para ser compatible con la economía de mercado, entre otras realizaciones. Sylvia Nasar escribió: "En 1974, la Academia Sueca de las Ciencias sacó a Hayek de la oscuridad al concederle el Premio Nobel por su «perpicaz análisis de la interdependencia de los fenómenos económicos, sociales e institucionales»" (De "La gran búsqueda"-Debate-Buenos Aires 2013).
El físico y filósofo termina su difamatorio artículo revistiéndolo nuevamente de un posible falso elogio: "Hayek ha muerto, pero ha dejado una escuela políticamente muy influyente. Además, libros y artículos que, aunque avejentados, da gusto leer por su erudición, franqueza y claridad. Cada vez que me topo con uno de ellos recuerdo la sonrisa afectuosa y el corbatín de este hombre tan admirable por su erudición y su sentido del humor como peligroso por su insensibilidad social y su ciega pasión ideológica".
Sin embargo, Hayek nunca se opuso a las verdaderas ayudas sociales. Por el contrario, al promover la producción en forma eficaz, se favorece el nivel económico de toda la sociedad, aunque en distintos niveles, ya que el liberalismo busca eliminar la pobreza y no la desigualdad económica. Sylvia Nasar escribió: "A Hayek no le gustaban los políticos republicanos, los coches ni prácticamente nada de la vida norteamericana, especialmente la ausencia de una atención sanitaria universal y de un sistema público de pensiones. Sentía nostalgia de Europa...".
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1 comentario:
Mario Bunge no aplica los principios y las técnicas científicas cuando establece sus parámetros ideológicos. Aunque cuando definió al Partido Comunista lo clavó: una casta privilegiada, omnipotente, prepotente, incompetente y corrupta. Le faltó añadir violenta y satánica.
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