Cuando alguna de las instituciones de una sociedad funciona mal, surgen dos actitudes extremas; mejorarla o eliminarla. Debido a que los sistemas económicos, políticos, éticos, educacionales, etc., son muy complejos, ya que dependen de muchos factores, o causas, no resulta sencillo determinar si a tales sistemas conviene mejorarlos o bien deberían cambiarse o eliminarse, por lo que se generan interminables discusiones.
Al sistema democrático de gobierno, que es uno de esos sistemas, no habiendo logrado los resultados esperados en las primeras décadas del siglo XX, se lo intentó eliminar, surgiendo en su reemplazo los sistemas totalitarios. Sin embargo, con el tiempo se advirtió que el remedio fue peor que la enfermedad y que todo sistema político u económico, requiere de miembros de la sociedad con ciertos atributos morales básicos, sin los cuales fracasa cualquier sistema. Los mejores sistemas serán, por lo tanto, aquellos que funcionan satisfactoriamente cuando en la sociedad predomina un espíritu favorable a la cooperación social. Los peores sistemas son los que no funcionan bien a pesar de la buena predisposición de la gente, aunque todo ello sea difícil de verificar.
Los fundamentos de las ideologías surgidas de la religión, la filosofía o las ciencias sociales, pueden sintetizarse de la siguiente manera:
a) Leyes naturales, especialmente las que rigen la conducta de los seres humanos (éticas bíblicas, por ejemplo).
b) Leyes naturales falsas, parciales o erróneas (marxismo y el determinismo económico).
c) Principios subjetivos no asociados a leyes naturales (propuestas filosóficas con poco sentido práctico).
d) Otras ideologías adoptadas como referencia para hacer todo lo contrario (totalitarismos respecto de la democracia liberal, anarquismos respecto de los totalitarismos).
En cuanto a las religiones bíblicas, que parten de la existencia de un Dios interviniente en los acontecimientos humanos, claramente adoptan principios de validez subjetiva. Sin embargo, las éticas propuestas surgen de la observación directa de la realidad adoptando como fundamento la ley natural o leyes de Dios. La validez de este fundamento no asegura la total eficacia de la religión.
El marxismo pretende ser científico, asumiendo la creencia que el método asegura la validez de los resultados, ignorando que la ciencia procede por medio de "prueba y error", y no mediante la dialéctica de la "tesis, antitesis, síntesis", poco o nada usada en las ciencias experimentales serias.
Las propuestas filosóficas no vinculadas a las leyes naturales tienden a ignorar totalmente la ciencia vigente en una época determinada, por lo cual sólo presentan un interés que va algo más allá de la simple curiosidad.
Finalmente aparecen las ideologías cuyo único fundamento, o el fundamento principal, es la ideología rival a la que combaten adoptándola como referencia para proponer todo lo contrario. Este es el caso de los diversos socialismos, incluso el marxismo, que adoptan al liberalismo como referencia para proponer un anti-liberalismo (socialismo). Así, a la economía de mercado oponen la planificación estatal, a la propiedad privada de los medios de producción oponen la estatización de los mismos, a la democracia política oponen el totalitarismo, etc. Si no existiese el liberalismo, el socialismo no tendría razón de ser.
Adviértase que la mayoría de los marxistas apoya al régimen de Nicolás Maduro, tanto como al vigente en Cuba o en Corea del Norte, no por los resultados producidos, sino por el "éxito" logrado al hacer todo lo opuesto a lo que sugiere el liberalismo. Incluso un periodista partidario del chavismo expresaba: "En Venezuela no existe la justicia independiente, pero nunca antes la hubo", es decir, lo que se hace produce efectos que no se contrastan con la realidad, sino con lo que hace el "sector enemigo". Algunos llegan a justificar los masivos asesinatos en la China comunista y en la URSS aduciendo simplemente "que también hubo muchas víctimas en las grandes guerras mundiales".
Los diversos totalitarismos (fascismo, nazismo, comunismo) surgen como respuesta al desencanto por la democracia y el capitalismo, como se dijo. Uno de los primeros países en que ello ocurre fue Italia. Benito Mussolini, de origen socialista, no tiene una ideología concreta sino que la va construyendo a medida que las circunstancias lo aconsejan. Primero lucha contra la democracia, pero, ante los intentos comunistas por lograr el poder, produce los cambios necesarios para enfrentar la competencia del otro totalitarismo. En lugar de adoptar la estatización de los medios de producción, opta por el corporativismo, controlando la economía desde el Estado pero manteniendo la propiedad privada de tales medios.
A pesar de los fracasos, desde el punto de vista del ciudadano común, los sistemas totalitarios (todo en el Estado) mantienen su vigencia ideológica tras una eficaz campaña de difamación contra el liberalismo. Ello ha provocado, como reacción, la aparición de movimientos y partidos anarquistas (nada en el Estado) que adoptan como referencia al socialismo para promover todo lo contrario. De ahí que se opongan a la educación pública, a toda empresa estatal, a toda ley que provenga del Estado, a la influencia religiosa en la sociedad, aduciendo principalmente una prioritaria e irrestricta libertad individual, sin apenas hablar de la responsabilidad que debe asociarse a la libertad, y al apego a la ley natural.
Sugiriendo establecer un individualismo extremo, no valoran el individualismo necesario para establecer la cooperación social, sino que proponen aislarse eliminando todo vínculo empático o afectivo siguiendo el principio de que el egoísmo es una "virtud" y que el amor al prójimo es "inmoral". De ahí que el relativismo moral sea adoptado por los simpatizantes del anarquismo.
Mientras que los diversos socialismos han sido utopías, ya que los resultados prácticos poco o nada coincidieron con los objetivos propuestos, el anti-socialismo de los anarquistas-capitalistas se presenta como una nueva utopía, ya que la ausencia del Estado sólo tendrá sentido cuando previamente se logre una mejora ética individual generalizada, objetivo poco probable de alcanzar sin abandonar el relativismo moral y sin adoptar la búsqueda del amor-empatía, que tanto desprecian por provenir del cristianismo.
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