El concepto de "orden social" se asocia a la estabilidad y la armonía existentes en un grupo humano como consecuencia del predominio de una actitud de cooperación. Así, podemos hablar de un "orden familiar" o bien de un "orden social", según el ámbito al que se hace referencia.
Son dos las formas extremas en que se trata de establecer un orden social adecuado. La primera alternativa la constituye el orden espontáneo surgido de las virtudes personales de los integrantes del grupo social. La segunda alternativa implica un "diseño social" con el cual se busca establecer el orden que carece un grupo social determinado.
Como ejemplo de orden social espontáneo puede mencionarse la ética cristiana, que presupone el cumplimiento de los mandamientos bíblicos para conformar, como consecuencia, sociedades estables y armoniosas. Como ejemplos de orden social impuestos exteriormente, pueden mencionarse los diversos totalitarismos, que presuponen que tales ordenamientos generarán las virtudes personales necesarias para la convivencia esperada.
La existencia de un orden social es una imperiosa necesidad desde el punto de vista de la supervivencia de la humanidad. La inexistencia de dicho orden genera conflictos que apuntan a la desintegración social y a un cierto nivel de sufrimiento. Julian Huxley escribió: "Si el individuo humano logra transformarse en personalidad auténticamente integrada, con una cabal realización de sus cualidades posibles, está realizando su original e importante contribución al progreso del proceso cósmico. El individuo no es, o por lo menos no necesita ser una mera ruedecilla de la máquina social, una cifra en el vasto y dilatado proceso evolutivo. El individuo desarrollado integralmente es la organización más elevada de que tengamos conocimiento, y una personalidad armoniosa y bien organizada es la contribución individual al proceso general" (De "La crisis humana"-Editorial Paidós-Buenos Aires 1975).
Desde épocas remotas han surgido diseñadores sociales que buscaban restablecer una supuesta "edad de oro" de la humanidad. También surgieron utopistas que imaginaban futuros venturosos si se cumplían sus proyectos personales. Sin embargo, resulta más sencillo conocer y describir las leyes psicológicas que rigen nuestras conductas, para establecer luego nuestra propia optimización individual. Es conveniente la observación directa en el presente en lugar de considerar tanto un pasado como un futuro inciertos. Alfred Sauvy escribió: "El mito de la Edad de Oro se perpetúa de siglo en siglo y constituye una de las necesidades de la humanidad. La Edad de Oro es una época acabada, más o menos vaga, en donde los hombres eran felices. El mito del paraíso terrenal, que se vuelve a encontrar en diversas religiones, no es más que una de las formas. Este mito aparece bajo forma más concreta en tiempos contemporáneos, y aun, sobre todo, en poblaciones que se dicen racionalistas" (De "La naturaleza social"-Taurus Ediciones SA-Madrid 1962).
Para establecer un orden social estable, es imprescidible que sea aceptado voluntariamente y por ello se requiere la vigencia de un clima de libertad. Por el contrario, los regímenes totalitarios, al ser impuestos por la fuerza y el engaño, sólo logran un orden social aparente que encubre la insatisfacción y el padecimiento. Ludwig Erhard escribió: "La libertad es un bien tan precioso, que debe ser defendida y conquistada cada día de nuevo. Yo afirmo que son justamente aquellos hombres que en mayor grado estiman el valor y la bendición de la libertad los que casi se asustan a veces al reconocer la responsabilidad que aquélla carga sobre sus hombros. «Libertad y responsabilidad» son indivisibles, y esto significa también que «libertad y orden» son indivisibles, pues la libertad sin orden amenaza siempre con degenerar en el caos, en tanto que el orden sin libertad amenaza ahogarse en una brutal opresión. Por lo tanto es necesario encontrar la síntesis entre orden y libertad" (De "La economía social de mercado"-Ediciones Omega SA-Barcelona 1964).
Uno de los principales teóricos del orden social fue Marco Tulio Cicerón. Al respecto, Félix Adolfo Lamas escribió: "Buscando la definición de república, y partiendo de la significación misma del vocablo, establece que la república no es otra cosa que «algo del pueblo»; mas el pueblo «no es cualquier agrupación de seres humanos reunidos de cualquier manera, sino una aglomeración de gentes en gran número, asociadas según un acuerdo o consentimiento común en lo que respecta a la justicia y al derecho y a la común utilidad»".
"El pueblo, en consecuencia, no es una realidad anterior o lógicamente previa al Derecho, la justicia y al consenso común acerca de los intereses comunes, sino que, por el contrario, está formalmente constituido por esos elementos. No cabe, pues, pensar en un pueblo inorgánico o desordenado".
"En segundo lugar, es necesario destacar otra enseñanza ciceroniana de gran importancia para la doctrina del orden social. Se trata de que la vinculación constitutiva que se establece entre la república y el Derecho, implica por necesidad la vigencia de la ley natural, fundamento de validez de todo juicio justo y, por lo tanto, de todo Derecho.... «Así -dice Cicerón- hemos de explicar la naturaleza del Derecho, deduciéndola de la naturaleza del hombre»" (De "El orden social"-Instituto de Estudios Filosóficos Santo Tomás de Aquino-Buenos Aires 1985).
En cuanto al orden social democrático, se lo puede escribir mediante una simbología. Podemos imaginar la sociedad como un gran edificio que, para ser estable y acogedor, debe poseer sólidos cimientos (ser compatible con la ley natural); debe poseer suficiente cantidad de vigas y columnas (el sector empresarial); los ladrillos (integrantes de la sociedad) deberán estar fuertemente vinculados con las vigas y columnas y también entre ellos (empatía emocional). La ausencia o la debilidad de los cimientos, de las vigas y columnas, o de la mezcla vinculante entre los ladrillos, conducirá a agrupaciones de seres humanos que no constituirán una sociedad ni tampoco una república.
En base a esta analogía se puede advertir el fracaso del socialismo, ya que no tiene un cimiento adecuado, por cuanto está fundamentado en una falsa ley natural (la lucha de clases como motor de la historia). Tampoco tiene sólidas vigas y columnas, ya que la nacionalización de los medios de producción favorece la existencia de una economía dirigida por políticos. Finalmente, por ser los medios de producción y el trabajo, los aparentes vínculos que conformarán el orden social, se advierte la ausencia de la empatía emocional como vínculo natural, impuesto por el propio proceso evolutivo.
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