Es posible establecer cierta analogía entre la física y las ciencias sociales respecto a la existencia de diversos puntos de vista para describir un mismo fenómeno. Así, los fenómenos térmicos son descriptos globalmente por la termodinámica, con variables macroscópicas como presión, volumen y temperatura, mientras que la mecánica estadística los describe en forma paralela utilizando variables microscópicas, como la velocidad y la masa de las moléculas intervinientes en tales procesos.
En las ciencias sociales ocurre algo similar con la sociología y la psicología social; ya que la primera tiende a describir los fenómenos sociales en base a los aspectos grupales observados, como es el concepto de clase social, mientras que la segunda emplea variables asociadas a los individuos que integran los grupos, como la actitud característica. "Clase social: Conjunto de individuos entre los que una cierta comunidad de cultura, de nivel de vida, de intereses económicos, crea lazos más estrechos y relaciones más fáciles" (Del "Diccionario del Lenguaje Filosófico" de Paul Foulquié-Editorial Labor SA-Barcelona 1967).
De la misma forma en que ambas ramas mencionadas de la física se complementan y se refuerzan mutuamente, en las ciencias sociales debería ocurrir otro tanto. Sin embargo, a veces ocurre que conceptos sociológicos como la "lucha de clases" tienden a diluirse cuando se los describe en base a las actitudes individuales adquiriendo significados distintos a los aceptados en sociología.
La lucha de clases (desde el punto de vista de la economía), propuesta como motor de la historia, tiende a enmascarar al proceso de adaptación cultural que nos impone el orden natural, siendo éste un concepto mejor ajustado a la realidad. También podríamos hablar de una lucha entre sectores religiosos, razas, naciones, culturas, poderes, o entre el bien y el mal, etc. Como algunos economistas suponen que el comportamiento económico determina todos los demás aspectos de la vida, observan la realidad sólo en base a un aspecto limitado de ella. De ahí que Alexander Solyenitsin haya expresado de los marxistas: "Allí donde se necesita un bisturí, utilizan un hacha".
Si bien los conflictos sociales han existido, y existen, desde épocas remotas, ellos se deben esencialmente a los defectos morales individuales; más concretamente, al egoísmo, al odio y a la negligencia. La lucha de clases económicas no es otra cosa que la consecuencia del egoísmo de algunos que tiende a despertar la envidia de otros. Sin embargo, existen también individuos que no son egoístas ni envidiosos, por lo cual tal proceso no los incluye, advirtiéndose que tal lucha no se adapta a una sociedad real, o se adapta sólo parcialmente. Maurice Duverger escribió: "Las luchas políticas revisten dos aspectos. Por un lado, se enfrentan en ellas individuos, que compiten por conquistar el poder o el favor de aquellos que lo ejercen. Por el otro, se enfrentan grupos, colectividades, conjuntos sociales. Los liberales insisten sobre todo en el primer aspecto. Los socialistas y conservadores conceden, por el contrario, más importancia al segundo".
"Para los socialistas, los conflictos políticos tienen como motor esencial la lucha de clases; para los conservadores, son una consecuencia de las luchas de razas, de las rivalidades entre naciones, provincias u otras comunidades territoriales, competiciones entre grupos corporativos, o batallas entre colectividades religiosas o ideológicas" (De "Sociología política"-Ediciones Ariel SA-Barcelona 1968).
La generalización fácil ha sido la causa de las grandes catástrofes sociales que ha afrontado la humanidad. Así, los marxistas consideran que la sociedad capitalista está compuesta por dos sectores antagónicos (burguesía y proletariado) y promueve la lucha de clases sosteniendo que el primer sector carece de virtudes mientras el segundo carece de defectos. En forma análoga, los nazis consideran que la humanidad está compuesta por razas superiores e inferiores, promoviendo la lucha entre las mismas. De ahí que, si se intercambian las palabras "clase" por "raza", las proclamas marxistas y nazis muestran similares características. Es por ello que los mayores asesinatos masivos de la historia han sido realizados por Mao-Tse-Tung, Stalin y Hitler, en ese orden y en función de la cantidad de decenas de millones de víctimas que produjeron.
Supongamos por un momento que la lucha de clases económicas sea la única posible; entonces se presentan tres "soluciones" principales (que a veces empeoran las cosas):
a) Solución marxista: para que no haya lucha de clases propone la estatización de los medios de producción. Tal proceso implica que tales medios pasarán, no a los trabajadores, sino a manos de la clase dirigente que gobierna al Estado. Esto provoca una lucha de clases mucho más acentuada que antes por cuanto el socialismo implica la existencia de una clase dirigente y una clase dirigida. Las atroces matanzas efectuadas por Mao, Lenin, Stalin y demás líderes socialistas, deben también considerarse como "lucha de clases".
b) Solución liberal: para evitar abusos, como es el caso de la explotación laboral, se propone la competencia entre empresarios, ya que tiende a limitar los egoísmos individuales. Además, el capital humano, en la sociedad de la información, tiene mayor importancia que el capital material, todo empresario trata de mantenerlo, excluyendo toda posible forma de explotación.
La economía de mercado favorece la movilidad social; de ahí que no promueva la división de clases sociales. Las desigualdades, sin embargo, inevitablemente se producirán debido a la distinta capacidad individual de los actores económicos. Por el contrario, cuando en una sociedad hay pocos empresarios y no es posible hablar de "mercados competitivos", tal economía admitirá la explotación laboral pareciéndose más al socialismo (en donde existe una sola empresa: el Estado) que a una economía de mercado.
c) Solución cultural: es esencialmente la propuesta del cristianismo, que induce a abandonar actitudes como el egoísmo, el odio y la negligencia, para favorecer la cooperación social.
Puede decirse que el marxismo acentúa todos los defectos que atribuye al capitalismo, como es la explotación laboral y la servidumbre que la clase dominante impone sobre el resto. Alexander Solyenitsin escribió: "Esta es la clave del régimen soviético de servidumbre: la adscripción permanente al lugar de residencia y la imposibilidad de marcharse a otro sitio sin el permiso de las autoridades locales. El régimen de servidumbre tiene por tanto plena vigencia, no sólo en los campos de concentración o en las granjas agrícolas colectivas (koljoses) donde el trabajo forzado es abierto y no se remunera según su valor, sino que se extiende por toda la amplia geografía de nuestro país: los ciudadanos «libres» en modo alguno lo son para elegir su trabajo, ni para defender un salario digno; incluso en la vida corriente tienen que adaptar su comportamiento habitual a los pequeños sátrapas locales del partido, a sus caprichos. Aquél que suscita la ira de estos últimos puede ser oprimido por encima de todas las leyes".
"Los soviéticos no podemos elegir el lugar de residencia en nuestra propia Patria. ¿Cuánto más intolerable es este yugo que la no libertad para emigrar, que tan justa conmoción ha provocado en el mundo entero?" (De "Alerta a Occidente"-Ediciones Acervo-Barcelona 1978).
Al promover la estatización de los medios de producción, el marxismo promueve la inevitable aparición de dos clases sociales antagónicas y una segura lucha entre ellas. Al haber, además, ausencia de movilidad social, la clase dirigente llega a adquirir un carácter hereditario. Puede decirse que, tanto en las sociedades democráticas como en las socialistas, el marxismo se ha destacado por promover la lucha de clases inducida por la ideología respectiva, en lugar de intentar limitarla.
Como la clase dirigente socialista dispone del poder en forma absoluta (económica, política, militar, cultural, etc.) se producen frecuentemente catástrofes sociales como las mencionadas. Puede decirse que Marx trató de apagar el incendio de la lucha de clases echándole nafta en gran cantidad. Junto con Lenin, puede muy bien materializar la simbólica imagen del Anticristo. ¿O acaso era tan ignorante o ingenuo que no advirtió lo que generaría la abolición de la propiedad privada de los medios de producción?.
Quien adopta la postura que le permite sentirse "ciudadano del mundo", rechazará ser integrante de cualquier clase social, ya que se siente parte integrante de la humanidad. Para eliminar los conflictos entre clases, o subgrupos de la sociedad, es necesario adherirse al "amarás al prójimo como a ti mismo", mirando a cada ser humano sólo como un integrante de la humanidad que no pertenece a ningún subgrupo social.
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1 comentario:
El concepto de clase social, aun siendo falso porque tiene un componente principalmente de nivel económico que no es posible determinar en una economía desarrollada, cambiante y con movilidad como suelen ser las capitalistas, sí es muy adecuado para encuadrar, arengar y mandar sobre las masas cuando se lleva a cabo el desarrollo práctico de un proyecto divisivo y literalmente guerrero como es el marxista.
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