El proceso asociativo de ideas implica establecer un vínculo entre dos imágenes, o dos símbolos, depositados previamente en nuestra memoria. Tal proceso puede ejemplificarse mediante la asociación involuntaria que realizamos mientras dormimos. Así, supongamos que, durante el día, una persona conocida nos propone un negocio en común. En otro momento del día, otra persona, nunca antes vista, nos saluda de manera muy cordial. Ambos acontecimientos, que llevamos en la memoria, pueden ser vinculados durante el sueño nocturno, aunque esta vez quien nos propone realizar el negocio en común es la persona desconocida, con la improbabilidad y la incoherencia que caracteriza a la mayor parte de nuestros sueños.
Cuando razonamos despiertos, también tendemos a vincular, o relacionar, la información que llevamos en nuestra memoria. Nuestros pensamientos, esta vez conscientes y voluntarios, implican una asociación de ideas que se establece principalmente entre dos de ellas (bisociación).
Como ejemplo de creatividad científica puede mencionarse el caso de Arquímedes de Siracusa cuando el rey le encomendó descubrir si la corona que había encargado era de oro puro o bien si el oro había sido rebajado con plata. La dificultad esencial consistía en conocer el volumen de un cuerpo irregular como una corona. Conocidos el volumen y el peso específico del oro (Peso/Volumen) se podría luego encontrar la respuesta requerida. Arthur Koestler escribió al respecto: “Bajo la presión del impulso exploratorio, la cadena de asociaciones avanzará en círculos reducidos dentro del campo de los conocimientos geométricos contemporáneos y, encontrando bloqueados todos sus accesos a la meta, volverá una y otra vez al punto de partida, y hasta podemos suponer que, apremiados por la tensión creadora, los procesos mentales de Arquímedes seguían aún sin que él tuviera conciencia de ellos”.
“Ahora bien, Arquímedes tenía la costumbre de tomar un baño diario; pero las sensaciones que con esto se despertaban generalmente en él se relacionaban con el calor o el frío, la fatiga o el descanso, el sexo y la belleza, etc.; ni a Arquímedes ni a nadie antes que a él se le había ocurrido jamás relacionar los sensuales y triviales contextos asociativos de un baño caliente con la búsqueda científica de la medición de los sólidos”.
“Sin duda más de una vez debió observar que, si el baño estaba demasiado lleno, rebalsaba en la medida en que sumergía su cuerpo; pero esta experiencia trivial estaba tan íntimamente relacionada con el contexto «baño», que se necesitaba la tensión excepcional en que entonces se debatía, más una particular constelación de circunstancias, para que se arrancara de los lazos del hábito asociativo y viera en el agua derramada un equivalente líquido (susceptible de ser medido) del volumen del sólido sumergido”.
Una vez medido el volumen de la corona, sumergiéndola en un recipiente lleno de agua y midiendo el volumen del agua desalojada, obtuvo la respuesta esperada. El proceso asociativo, que surge en forma inconsciente en algún momento de la investigación, suele a veces ser confundido con el razonamiento consciente efectuado posteriormente. Koestler agrega: “Después de sucedido el hecho, es fácil presentar al proceso creador como un acto de razonamiento deductivo y representado en la forma de silogismo, como el que sigue, por ejemplo:
Premisa primera: Es fácil medir el volumen de un líquido.
Premisa segunda: El volumen de un sólido es igual al volumen del líquido que desaloja por inmersión.
Por lo tanto, la conclusión: El volumen de un sólido puede medirse por el volumen del líquido que desaloja por inmersión”.
“Pero, si es tan fácil, ¿por qué nadie antes que Arquímedes usó este silogismo?: porque nadie antes que él había relacionado las dos premisas que pertenecían a dos campos mentales diferentes. La dificultad inmensa, la originalidad creadora de este acoplamiento no resalta en el fluido esquema silogístico. El esquema da la impresión de que la hazaña mental consistió en unir ambas premisas bajo el mismo techo, por así decirlo. La conclusión no es más que la primera cría del matrimonio, obtenida por acciones normales. En otras palabras, silogismo y razonamiento deductivo no son el método del pensamiento creador, y sólo sirven como justificación formal del mismo después del acto (y como esquema para repetir el proceso por analogía después de la bisociación original de los dos campos en que están ubicadas respectivamente las premisas). No se «inventan» ni se «deducen», pues, las soluciones de los problemas, sino que meramente se «encuentran», «ocurren»” (De “Discernimiento y perspectiva”-Emecé Editores SA-Buenos Aires 1962).
En el caso de Charles Darwin y la teoría de la evolución por selección natural, Arthur Koestler escribió: “Con frecuencia, los grandes descubrimientos consisten en una sucesión de actos creadores que retrospectivamente parecen fundirse en uno solo. En el caso de Darwin podemos distinguir dos procesos eureka, consecutivos y separados por más de un año de intervalo. Cada uno de esos procesos consiste no en haber pasado algo nuevo, sino en conectar tendencias previamente desconectadas del pensamiento contemporáneo. La primera pude resumirse como la bisociación de la evolución por causa desconocida con las variaciones selectivas por la cría casera, lo que condujo a la evolución por selección artificial. El segundo paso es la bisociación de la evolución por selección artificial con la lucha por la existencia, lo que condujo a la evolución por selección natural”.
Darwin atribuye al libro de Robert Malthus (“Primer ensayo sobre la población”) haberle permitido ser consciente del proceso de lucha por la superviviencia, escribiendo al respecto: “Esta es la doctrina de Malthus, aplicada a los reinos animal y vegetal. Como en cada especie nacen más individuos que los que pueden sobrevivir; y como, por lo tanto, hay una lucha frecuentemente periódica, por la existencia, de ahí se deduce que todo ser que varíe (aunque imperceptiblemente) de modo conveniente para sí mismo, a través de sus condiciones de vida, complejas y a veces muy variables, tendrá mejores oportunidades de sobrevivir y así de ser naturalmente seleccionado”.
Alfred R. Wallace, coautor independiente de la teoría de la evolución por selección natural, se basa también en el libro de Malthus, aunque lo había leído varios años antes. “Wallace estaba enfermo con fiebres intermitentes, en Ternate, durante febrero de 1858, cuando empezó a pensar en el libro de Malthus «Essay on Population», leído varios años atrás; de pronto se le ocurrió la idea de la supervivencia del más apto. En dos horas «pensó casi toda la teoría» y en tres tardes había terminado el ensayo” (De la “Enciclopedia Británica”, citado en “Discernimiento y perspectiva”).
Koestler agrega: “Darwin todavía no había publicado su teoría, y su comunicación y la de Wallace fueron presentadas simultáneamente a la Sociedad Linneana. Este es otro ejemplo notable de cómo ayuda a que coincidan los descubrimientos el factor «madurez» de un periodo para que ocurra determinado tipo de procesos eureka. Notemos también que, en el caso de Darwin, la reacción al libro de Malthus fue instantánea, mientras que, en el caso de Wallace, evidentemente el subconsciente desempeñó un papel importante almacenando aquellas viejas teorías de Malthus y reproduciéndolas en el momento propicio”.
El proceso de la creatividad científica no difiere esencialmente del proceso cotidiano utilizado para adquirir un nuevo conocimiento, ya que en ambos casos debemos esperar la asociación de ideas adecuada. Como ejemplo adicional, se menciona el caso del autor del presente escrito al momento de poder comprender la idea básica del cristianismo. En una época en que estaba plenamente de acuerdo con las prédicas cristianas, no podía encontrarles un sentido y, por lo tanto, poco o nada podía razonar al respecto. Asociando la idea de que todo lo existente está regido por leyes naturales invariantes al concepto del Reino de Dios, surgió la posibilidad de que tal Reino implique el gobierno de Dios sobre el hombre a través de la ley natural; proceso que coincide esencialmente con el de la adaptación cultural al orden natural, resultando la postura básica de la religión natural.
En otra experiencia personal surgió la idea de “actitud característica”, como una respuesta típica expresada como un cociente entre Respuesta y Estímulo. Tal idea surgió de una analogía con los circuitos eléctricos, ya que presentaban la necesidad de encontrarles una respuesta típica única y para caracterizarlos aun cuando se les aplicara señales eléctricas de diversas formas, como ondas senoidales, o sucesiones de pulsos triangulares, cuadrados, etc. Para ello se debió encontrar una señal eléctrica general, representativa de las todas las posibles señales periódicas, siendo tal señal la senoidal con amplitud exponencial decreciente. Mediante la utilización del análisis con variable compleja y de la transformada de Laplace, se logró establecer dicha descripción unificada.
Si bien las relaciones de respuesta/estímulo son utilizadas frecuentemente en distintas ramas de la física y de la biología, la asociación de ideas, en el caso mencionado, surgió de una analogía con un fenómeno bastante más complejo que aquellos muchos más simples.
La asociación de ideas no sólo resulta de interés para la creatividad científica, sino también en la educación, especialmente en épocas en que se discuten las ventajas y desventajas de los métodos tradicionales. Según se vio, previo a la creatividad asociativa, cada individuo debió almacenar en su mente varias ideas, o conocimientos. En la educación tradicional, en base a contenidos, el entrenamiento mental se realiza mientras se van adquiriendo. Podemos simbolizar este proceso de la siguiente forma:
Pedagogía tradicional: (Contenido 1) asociado con (Contenido 2) = (Contenido 3)
Con la aparición de Internet, no faltaron las mentes innovadoras que sugirieron que en las escuelas no se debían dar contenidos, sino que se debía acompañar al alumno en la búsqueda libre de aquellos conocimientos que en realidad necesita, o cree necesitar. Con ello el alumno pierde el entrenamiento mental antes requerido para la adquisición de nuevos conocimientos. Podemos simbolizar este último proceso educativo de la siguiente forma:
Pedagogía destructiva: (Vacío 1) asociado con (Vacío 2) = Nada
Si bien se ha exagerado la ineficiencia del nuevo método propuesto, no debe dejarse de lado al proceso asociativo de ideas. Los intentos por ignorarlo pueden llevarnos a serios problemas educativos y culturales.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario