Ser cristiano significa parecerse a Cristo, o bien intentar serlo. Ser peronista significa parecerse a Perón, o bien intentar serlo. Un hombre podría calificarse de cristiano-peronista sólo en el caso de que tanto Cristo como Perón hayan mostrado atributos morales e intelectuales similares; de lo contrario será una calificación sin sentido, o bien podrá considerarse que un peronista adopta el disfraz cristiano con intenciones poco loables. Michele Aramini escribió: “Respecto de Jesús se realiza lo que varias veces hemos dicho: el hombre descubre que su identidad no deriva de un descubrimiento, sino de un querer. Para querer es necesario que el imperativo desde siempre presente en su conciencia en forma inicial asuma la figura del mandamiento. En Jesús el mandamiento se determina en la llamada perentoria: «¡Sígueme!» En esta palabra no está indicada una meta, sino sólo un camino. Pero así debe ser. Se llega a la meta sólo si se acepta seguir un camino, de lo contrario no se llega a ninguna parte”.
“Hemos usado un par de términos tradicionales para hablar del carácter cristológico de la moral: seguimiento e imitación. El primer término recuerda el camino, el segundo la meta. ¿La moral cristiana es seguimiento o imitación? La tradición histórica del cristianismo ha preferido, siguiendo a San Pablo, la imitación de Cristo, mientras Lutero consideró evangélicamente correcto sólo el seguimiento, en cuanto en los evangelios sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas) no se encuentra la terminología de la imitación. En realidad, en los sinópticos no falta la realidad de la imitación, más aún, en un texto de capital importancia seguimiento e imitación están unidos: «Si alguno quiere venir en pos de mí reniéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame (Mc 8,34)»” (De “Introducción a la Teología moral”-Editorial San Pablo-Bogotá 2007).
La esencia del cristianismo radica en unificar la moral individual, o familiar, con la moral social, ya que el “Amarás al prójimo como a ti mismo” implica a todas y cualquier persona, como una predisposición a compartir las penas y las alegrías de los demás como propias. Incluso sugiere “amar al enemigo”, de manera de limitar o anular toda posible disputa que pueda presentarse.
En cuanto al peronismo, algunos analistas políticos lo han calificado de “fascismo de las clases bajas”, ya que promueve el odio entre sectores e incluso los alienta hacia la violencia material. Félix Luna escribió sobre Perón: “A continuación dijo algo que ningún gobernante del mundo se ha atrevido a decir: «Establecemos como una conducta permanente para nuestro movimiento: aquel que en cualquier lugar intente alterar el orden en contra de las autoridades constituidas o en contra de la ley o de la Constitución, ¡puede ser muerto por cualquier argentino!»”.
“Y todavía agregó que esta conducta, «que ha de seguir todo peronista», no solamente se dirigiría contra los que la ejecuten sino también contra los que conspiren o inciten”.
“Ya era de noche y de la plaza salía un bramido de entusiasmo cada vez que Perón voceaba estas frases insensatas. Insistió: «La consigna para todo peronista, esté aislado o dentro de una organización, es contestar a una acción violenta con otra más violenta….¡Y cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de los de ellos»” (De “Perón y su tiempo”-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 1986).
Otras insinuaciones a la violencia se mencionan a continuación:
“El día que se lancen a colgar, yo estaré del lado de los que cuelgan” (2-8-46)
“Entregaré unos metros de piola a cada descamisado y veremos quien cuelga a quien” (13-8-46)
“A mí me van a matar peleando” (13-8-46)
“Con un fusil o con un cuchillo, a matar al que se encuentre” (24-6-47)
“Esa paz tengo que imponerla yo a la fuerza” (23-8-47)
“Levantaremos horcas en todo el país para colgar a los opositores” (8-9-47)
“Vamos a salir a la calle de una sola vez para que no vuelvan nunca más ellos ni los hijos de ellos” (8-6-51)
“Distribuiremos alambre de enfardar para colgar a nuestros enemigos” (31-8-51)
“Para el caso de un atentado al presidente de la Nación….hay que contestar con miles de atentados” (Plan político Año 1952)
“Se lo deja cesante y se lo exonera…por la simple causa de ser un hombre que no comparte las ideas del gobierno; eso es suficiente” (3era. Conferencia de Gobernadores, pág. 177)
“Vamos a tener que volver a la época de andar con alambre de fardo en el bolsillo” (16-4-53, horas antes del incendio de la Casa del Pueblo, la Casa Radical, la sede del Partido Demócrata Nacional y el Jockey Club)
“Leña…leña….Eso de la leña que ustedes aconsejan, ¿por qué no empiezan ustedes a darla?” (16-4-53)
“Hay que buscar a esos agentes y donde se encuentren colgarlos de un árbol” (16-4-53)
“Compañeros: cuando haya que quemar, voy a salir yo a la cabeza de ustedes a quemar. Pero entonces, si eso fuera necesario, la historia recordará la más grande hoguera que haya encendido la humanidad hasta nuestros días. Los que creen que nos cansaremos se equivocan. Nosotros tenemos cuerda para cien años” (7-5-53)
“A unos se los conduce con la persuasión y el ejemplo; a otros con la policía”
“Que sepan que esta lucha que iniciamos no ha de terminar hasta que no los hayamos aniquilado y aplastado” (31-8-55)
“Nuestra nación necesita paz y tranquilidad….y eso lo hemos de conseguir persuadiendo, y si no a palos” (31-8-55)
“Veremos si con esta demostración nuestros adversarios y nuestros enemigos comprenden. Si no lo hacen, ¡pobres de ellos!” (31-8-55)
“Yo pido al pueblo que sea él también un custodio del orden. Si cree que lo puede hacer, que tome las medidas más violentas contra los alteradores del orden” (31-8-55)
“¡Al enemigo, ni justicia!” (Memorando para el Dr. Subiza)
“¡Ahh…si yo hubiese previsto lo que iba a pasar…entonces sí: hubiera fusilado al medio millón, o a un millón, si era necesario. Tal vez ahora eso se produzca” (9-5-70)
“Si yo tuviera 50 años menos, no sería incomprensible que anduviera ahora colocando bombas o tomando la justicia por mi propia mano” (30-12-72)
“Los militares son todos unos bestias” (5-2-73)
(Extractos del Diario “La Nación”, Domingo 4 de Marzo de 1973, página 11)
La división de la sociedad argentina, profundizada por el peronismo, resulta ser esencialmente una división ética, antes que social o económica. Para la gente decente resulta totalmente inaceptable que alguien incite a la violencia de la manera en que lo hizo Perón, mientras que el peronista encuentra, por alguna razón psicológica difícil de explicar, cierta identificación con el líder, de ahí la división que el kirchnerismo trató luego de mantener vigente; y con bastante éxito, por cierto.
Resulta más que evidente que un cristiano auténtico, es decir, alguien quien al menos trate de seguir a Cristo, no puede ser peronista, ya que cristianismo y peronismo son opuestos exactamente de la misma manera en que el amor es lo opuesto al odio. De ahí podemos extraer, como consecuencia, el principio necesario para el resurgimiento de la sociedad argentina: realizar una masiva conversión desde el peronismo al cristianismo.
En cuanto al Papa Francisco, que nunca ha negado haber sido peronista, o seguir siéndolo, puede decirse que si lo es, entonces no es cristiano. Si bien existen jóvenes que “conocen” a Perón a través de versiones parcializadas, y que pueden ser cristianos y también “peronistas”, bajo cierto engaño ideológico, en el caso de Jorge Bergoglio la cosa es distinta, porque vivió de niño y de adolescente las primeras presidencias de Perón, cuando incitaba a matar a los “enemigos”, que podían definirse como la gente decente aborrecida por Perón.
Para conocer a alguien, podemos adoptar parcialmente el “Dime con quién andas y te diré quién eres”. En el ámbito intelectual, puede decirse: “Dime quién es tu ídolo político y te diré quién eres”. De ahí que no deba resultar extraño que el Papa Francisco haya apoyado espiritualmente a personajes representativos de la asociación ilícita constituida por el kirchnerismo. Si bien el apoyo espiritual resulta más necesario en quien más lo necesita, los personajes kirchneristas, luego de visitar al Papa, salieron fortificados para seguir agrediendo y difamando de alguna forma a la gente decente. Por el contrario, cuando Cristo se juntaba con pecadores, los inducía a que se convirtieran en personas justas.
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