Puede hacerse una analogía acerca de la relación existente entre las diversas formas de vida y la biología, por una parte, con el comportamiento económico del hombre y la ciencia económica, por otra parte. Mientras que la biología, previa a un esquema conceptual que le diera sentido, consistía esencialmente en una recopilación de información inconexa, con la teoría de la evolución por selección natural adquiere una plena significación. Theodosius Dobzhansky escribió: “Durante casi un siglo, la influencia de la teoría de la evolución se ha hecho sentir más allá de los límites de la biología. En realidad, esta influencia ha crecido aceleradamente, y en la actualidad la idea de la evolución ha llegado a formar parte del capital intelectual de la civilización occidental. En biología esta idea es fundamental. Para el estudiante principiante, y no menos para el profesor y el especialista, la idea de evolución da sentido a lo que de otro modo sería una tediosa descripción de hechos áridos que deberían memorizarse y que pronto se olvidarían una vez finalizados los cursos. Esos mismos hechos y descripciones de seres que alguna vez o nunca hemos visto, a la luz de la evolución se transforman en fascinantes. Conocerlos se convierte en una aventura intelectual” (De “La evolución, la genética y el hombre”-EUDEBA-Buenos Aires 1966).
En el caso de la economía, luego de una etapa de recopilación de información inconexa, Adam Smith vislumbra la existencia de un sistema autoorganizado, el mercado, que permite comenzar a darle sentido a los comportamientos económicos anteriores y futuros por cuanto, al iniciarse la teoría económica, existe una referencia para poder establecer comparaciones.
Si bien se conocían los efectos de las decisiones de individuos y gobernantes, resultaba difícil distinguir entre causas favorables y desfavorables a la producción y el consumo. No podía advertirse cuáles eran los errores y cuáles los aciertos a partir de las descripciones que se realizaban antiguamente, mientras que en la actualidad es posible juzgar, con una mejor perspectiva, las decisiones y acciones de nuestros antepasados. R. Heilbroner y W. Milberg escribieron: “En su sentido más amplio, economía es el estudio de un proceso que encontramos en todas las sociedades humanas: el proceso para lograr el bienestar material de la sociedad. En sus términos más sencillos, la economía es el estudio de la forma en que los seres humanos se ganan el sustento de todos los días” (De “La evolución de la sociedad económica”-Prentice Hall-México 1999).
En cuanto a las tareas de la sociedad económica, los citados autores agregan: “Debemos realizar un análisis sistemático de la economía señalando las funciones que la organización social debe llevar a cabo a fin de incluir la naturaleza humana en el contexto social. Y al centrar nuestra atención en este problema fundamental, nos damos cuenta con rapidez de que comprende la solución de dos tareas elementales relacionadas, pero independientes. Una sociedad debe:
1- Organizar un sistema para asegurar la producción de bienes y servicios suficientes para su supervivencia y
2 – Organizar la distribución de los frutos de su producción de modo que tenga lugar más producción.
“Estas dos tareas para la continuidad económica son, a primera vista, muy sencillas. Pero se trata de una sencillez engañosa. Gran parte de la historia económica se ocupa de la forma en que las distintas sociedades enfrentan estos problemas elementales; y lo que nos sorprende al estudiar estos intentos es que la mayor parte de ellos fueron fracasos parciales. (No podrían haber sido fracasos totales, pues la sociedad no habría sobrevivido)”.
A través de la historia, aparecen tres formas básicas de organización económica: la tradición, la autoridad y el mercado. En la sociedad tradicional, la “división del trabajo” se establece en forma hereditaria. “Las sociedades que se basan en la tradición resuelven los problemas económicos en forma muy pragmática. Primero, se enfrentan al problema de la producción asignando las tareas de los padres a los hijos. De esta manera, una cadena hereditaria asegura las habilidades y los empleos se transmitan de generación en generación. Adam Smith escribió que en el antiguo Egipto «cada hombre estaba obligado, por un principio religioso, a seguir la ocupación de su padre y cometía el sacrilegio más terrible si cambiaba de actividad»”.
La segunda forma de organización económica es la del “mando centralizado”, en la que un jefe económico ordena las actividades que se deben cumplir mientras que el resto debe limitarse a obedecer. Es un sistema ligado generalmente a alguna forma de esclavitud o servidumbre. “El modo de organización económica autoritaria.....lo encontramos en los despotismos de la China medieval y clásica que produjeron, entre otras cosas, la colosal Gran Muralla, o en el trabajo de los esclavos con el que se construyeron muchas de las grandes obras públicas de la Roma antigua, o bien en cualquier economía basada en la esclavitud, como la de EEUU antes de la Guerra Civil. Hace apenas unos cuantos años, lo hubiéramos encontrado en los mandatos de las autoridades económicas soviéticas. En una forma menos drástica, lo encontramos en nuestra sociedad: por ejemplo, en forma de impuestos (es decir, la apropiación por parte de las autoridades de un porcentaje de nuestro ingreso para propósitos públicos)”.
Finalmente se establece la economía de mercado, que resulta ser un marco económico y legal que soluciona los problemas económicos de la sociedad, siempre y cuando exista una aceptable adaptación a sus requerimientos. Si no se parte de un nivel ético normal, lo que incluye trabajar con intensidad y eficacia, pocos resultados positivos habrá de lograrse. Tal es así que sus detractores critican sus ocasionales magros resultados (que no se produce el “derrame” que aseguran sus adeptos) sin tener en cuenta que tal “derrame” requiere de la existencia de un mercado desarrollado en donde compita una cantidad adecuada de empresarios. Si la calidad y cantidad de empresarios es limitada, o si la mayor parte de la población busca un empleo estatal, incluso improductivo, no será el sistema económico el que falle, sino la pobre adaptación al mismo. “En una economía de mercado a nadie se le asigna ninguna tarea. De hecho, la idea principal en una sociedad de mercado es que cada persona pueda decidir qué hacer”. “En una sociedad de mercado, todos los puestos se ocuparán porque a la gente le conviene ocuparlos”.
Puede advertirse que en la sociedad tradicional el individuo no tiene libertad por cuanto no puede elegir la actividad laboral deseada ya que la herencia familiar determina su vida laboral. Por otra parte, en el mando centralizado, no existe libertad ni tampoco igualdad, ya que existe un sector que da órdenes y otro que obedece. En una sociedad de mercado (cuando está desarrollado), al existir movilidad social, permite alcanzar la libertad y la igualdad (en el caso de aquellos que se sienten inferiores por disponer de un menor nivel económico).
La consolidación de la teoría económica se produce en una etapa en la cual el método de la ciencia experimental reemplaza a las creencias surgidas desde la religión, en materia económica, como también a los planteos utópicos provenientes de los filósofos. Jerónimo Boccardo escribió: “La economía política es una ciencia de observación, y funda sus principios y sus teorías en el cuidadoso examen de los hechos y de los fenómenos económicos. Su suerte debía ser, por lo tanto, la misma que tuvieron todas las demás doctrinas experimentales. Los antiguos no tenían, por otra parte, aptitudes para esta clase de disciplinas científicas, por cuanto no estaban acostumbrados a cultivar más que aquellas que se apoyan sobre especulaciones abstractas y sobre el puro razonamiento”.
“Desdeñaban toda paciente investigación acerca de los hechos que la Naturaleza nos ofrece diariamente en espectáculo, y preferían con atrevidas y a veces temerarias hipótesis, ir más allá de las enseñanzas de la experiencia. Aquel Platón que se atrevía a elevarse hasta adivinar las leyes que gobiernan la máquina del universo, hubiera considerado como indigna de su persona la investigación de las leyes que rigen la caída de un cuerpo en el espacio, la descomposición de una sustancia orgánica, el valor de las mercaderías, la formación de capitales y el aumento o disminución de las poblaciones”.
“En lugar de observar y describir, los filósofos de la antigüedad aspiraban a crear y a imaginar. Y de aquí el que, lejos de intentar descubrir si la sociedad humana y la producción, la distribución y el consumo de las riquezas obedece a un orden natural y a un armonioso sistema de principios, creían poder organizar con su talento una República en la que fuesen comunes los bienes, las mujeres y los hijos, y en la que hubiesen todos de acomodarse a las arbitrarias normas que ellos habían forjado a priori”.
“Otras causas concurrieron también a impedir que la economía política se constituyese como ciencia entre los antiguos. Los hombres libres y poderosos, en Grecia y Roma, miraban con supremo desprecio el trabajo, especialmente el trabajo manual o mecánico, reputado por ellos como obra servil, abandonando realmente a los esclavos la mayor parte de las ocupaciones productivas”. “¿Cómo era posible, con semejantes ideas, conciliar una ciencia que considera el trabajo y la industria como fundamento principal, no sólo de la riqueza, sino de la civilización, con una ciencia que puede llamarse con razón la ciencia del trabajo?”.
“Otro principio consagraba la sociedad antigua, a saber, el de que es lícito a una pequeña parte de ciudadanos dominar y oprimir a otra parte bastante más numerosa; Aristóteles mismo escribía en su Política que una porción de la humanidad nace libre, y otra esclava; y Xenofonte aconsejaba a los atenienses que hiciesen fuente principal de sus rentas públicas el comercio de los esclavos. ¿Cómo podía nacer entonces una ciencia que combate toda clase de usurpaciones y de monopolios, una ciencia que puede también, con perfecto derecho, llamarse la ciencia de la libertad humana?”.
“En suma: para que la economía política pudiese constituirse como doctrina autónoma, era menester que el Cristianismo viniese a proclamar la igualdad originaria de todos los hombres, a ennoblecer el trabajo y a romper las cadenas de los esclavos; que los bárbaros aportasen, al mismo tiempo que arruinaban y destruían la antigua civilización, algunos elementos vitales de la nueva, y principalmente el vivo asentimiento de la libertad individual” (De “Historia del comercio, de la industria y de la Economía Política”-Editorial Impulso-Buenos Aires 1942).
En la actualidad persiste, en numerosos sectores, la tendencia a mantener vigente la economía del “mando centralizado” (el Estado). Ello se debe esencialmente a la creencia de que la economía debe subordinarse a la política, en lugar de buscar la compatibilidad entre ambas. La era pre-científica predomina aún en la mente de muchos individuos.
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