Entre los siete pecados capitales, considerados por la Iglesia Católica, aparece la soberbia en primer lugar. Ello se debe a que tal actitud tiende a asociarse a una excesiva búsqueda de poder; pero no de un poder que beneficia a los demás, sino que ha de ser utilizado como un medio para gobernar a los demás bajo el propio criterio personal del soberbio, quien desplaza e ignora las leyes naturales, o las leyes de Dios, que deberían gobernar a los hombres para que no hubiesen conflictos.
En el Apocalipsis se infiere una época en la que predomina la soberbia y el poder mal empleado, cuando se producen graves conflictos en la humanidad. Este ha sido el caso de los diversos totalitarismos que han predominado y que, incluso hoy, predominan ideológicamente en varios países. En la profecía mencionada se los simboliza como una “bestia” que emite juicios descalificadores hacia quienes se le oponen y también describe la adhesión ofrecida por sus futuras víctimas. “Entonces vi cómo salía del mar un monstruo, que tenía diez cuernos y siete cabezas, y sobre los cuernos diez diademas, y sobre las cabezas nombres de blasfemias. Vi a una de sus cabezas como herida de muerte, pero su llaga mortal fue curada y toda la Tierra quedó admirada. Todos se pusieron de rodillas y la adoraron, diciendo: ¿Quién podrá guerrear contra él? Diósele asimismo una boca, que profiere palabras llenas de arrogancia y de blasfemia. Abrió su boca en blasfemias contra Dios, blasfemando de su nombre. Le permitieron profanar el templo e insultar a los que están en el Cielo…..”.
Los totalitarismos políticos utilizan métodos similares a los de la religión, en donde se exige fidelidad a los dogmas establecidos e incluso hablan del “hombre nuevo”, concepto empleado por Cristo para referirse al hombre que acepta las leyes de Dios y se adapta a ellas. Por el contrario, el “hombre nuevo soviético” fue un intento de construir una sociedad en que los hombres debían regirse y adaptarse a las reglas impuestas por el marxismo-leninismo. Ello implicaba una obediencia total y absoluta al Dios-Estado, o a quienes dirigían al Estado.
El primer eslabón de la cadena de violencia de los años 70, estuvo constituido por los “intelectuales” que la promovieron. En realidad, un auténtico intelectual es el que busca la verdad. Los “intelectuales” de los 70 nunca comunicaron a la gente acerca de lo que había sido el “socialismo real” en la URSS, en China, y en otras partes del mundo. Para ese entonces, ya se había levantado el muro de Berlín, Nikita Kruschev había reconocido ante el pueblo soviético los desastres ocurridos durante el estalinismo, incluso se conocía la barbarie de la Revolución Cultural propuesta por Mao-Tse-Tung. Aun así, impulsaron en toda Latinoamérica la revolución marxista-leninista.
Posteriormente, ante los miles de muertos producidos por la acción terrorista y la correspondiente reacción de las fuerzas militares, se dedicaron a predicar a favor de los “derechos humanos” que ellos mismos se negaron a reconocer en policías, empresarios, militares, etc., que fueron victimas de la violencia que promovieron desde sus escritos.
Nicolás Márquez menciona una nota en homenaje a Ernesto Che Guevara que apareció en 1968 en la revista “Cristianismo y revolución”, que entre otras cosas dice: “Este es el homenaje que le rendimos al Che Guevara en esta declaración.[…] Nuestra revolución será antiimperialista, antioligárquica y antimonopolista encabezada por la clase obrera y se apoyará en la lucha diaria de las masas oprimidas, eligiendo desde ya como único camino para la toma del poder, al que juzgamos inevitable: el de la lucha armada” (De “La mentira oficial”-Mar del Plata 2006).
Entre los firmantes de la nota aparecen Juan Gelman, Héctor Polino, León Rozichtner, Dalmiro Sáenz, Rodolfo Walsh y Juan José Sebreli. Éste último agregaba en otra parte: “Toda lucha, toda revolución exige indefectiblemente el sacrificio de una generación o una colectividad”, que la misma además se lleva a cabo con “suciedad, sangre, con sudor y vidas humanas”. “Toda innovación en el terreno de lo político y lo social implica por tanto el escándalo de la violencia y la dictadura”. Si bien posteriormente cambia su postura, el grave error ya se había cometido.
El escritor Julio Cortazar también apoyaba la expansión de la barbarie totalitaria, escribiendo en 1970: “Mi idea de socialismo no pasa por Moscú sino que nace con Marx, para proyectarse a la sociedad latinoamericana y que hoy se expresa históricamente en la Revolución Cubana, la guerra de guerrillas en distintos países del continente y las figuras de Fidel Castro y el Che…Mi mayor contribución al futuro de la Argentina está en hacer todo lo posible para ampliar el ámbito continental de la Revolución Cubana”.
Los ideólogos trataban de promover el surgimiento de terroristas entre la población desprevenida, para que asesinaran a gente inocente en su mayoría. Aunque no fueran “inocentes del todo”, el asesinato no era una forma civilizada de hacer justicia y mucho menos cuando se trata de imponer sistemas sociales que fracasaron rotundamente a lo largo y a lo ancho del mundo.
A esta forma explícita de promover la violencia, debe agregarse la forma implícita o disimulada, mediante la cual se repite, en cada ocasión, que la culpa de todos los males de una sociedad la tiene un grupo de empresarios, o la burguesía, o el sistema capitalista, o los EEUU, etc., hasta lograr que la violencia surja en forma casi espontánea en quienes aceptan la veracidad de tales afirmaciones. La propia Iglesia Católica, en la actualidad, ha adoptado una postura similar, si bien algunos sectores de la misma ya lo hacían desde la década de los setenta. De alguna forma se cumple lo que indica la profecía cuando expresa: “Le permitieron profanar el templo….”.
El avance islámico en Europa, que consiste en la implantación lenta, pero sin pausas, del totalitarismo teocrático, es interpretado por Oriana Fallaci como otro proceso compatible con la profecía del Apocalipsis. Entre los aspectos que destaca la escritora, aparece la incompatibilidad de ambas culturas, es decir, la europea y la musulmana. Como ejemplo puede mencionarse el hecho de que la mujer musulmana puede ser castigada por su marido sin que ello implique un delito según su tradición, mientras que si un europeo realiza una acción similar, puede ser conducido a la cárcel. De ahí que debería existir una ley para musulmanes y otra para cristianos, en el caso en que convivan en un mismo país. Al respecto escribió: “En cuanto a la violencia sobre las mujeres….comienza en el ámbito familiar donde son castigadas por los padres y por los maridos y por los hermanos. A menudo para castigar los «crímenes de honor» y para imponer los matrimonios rechazados o precoces. Violencia que va desde las bofetadas al homicidio, y a menudo el homicidio es presentado como suicidio. Escuche el siguiente pasaje: «En Turquía la práctica de matar a las hijas rebeldes u obligarlas a suicidarse es ampliamente tolerada e incluso aprobada por los líderes de las comunidades locales. Esto, incluso a los más altos niveles del poder ejecutivo y judicial. Raramente las autoridades hacen investigaciones serias sobre estos casos de homicidio o de aparente suicidio»”.
“Por lo demás para entender cómo son tratadas las mujeres en Turquía, que se ha vuelto a convertir al Corán, basta pensar en el caso que cuento en «La Fuerza de la razón». El de la mujer de treinta y cinco años Cemse Allak violada y embarazada por un desalmado, y a causa de ello lapidada a muerte por la familia. (Respuesta dada por la cuñada al periodista inglés que la entrevistaba: «¿Qué podíamos hacer? Era soltera y había perdido el honor. Violación o no, nos había deshonrado también a nosotros»)” (De “Oriana Fallaci se entrevista a sí misma”-Editorial El Ateneo-Buenos Aires 2005).
Al islamismo se lo pretende difundir de la misma forma en que al socialismo se lo trataba de imponer: mediante la fuerza y el engaño. Y no se pretendía imponerlos porque ambas formas de vida fuesen exitosas, sino por la soberbia de quienes pretenden lograr el poder total y absoluto sobre la vida de millones de personas, que muchas veces, sin saberlo, colaboran con sus futuros victimarios. El destino de Europa parece estar definido. Ello se debe a que en algunas decenas de años, los musulmanes serán mayoría en varios países europeos y por ello impondrán sus bárbaras costumbres ya sea que los habitantes no musulmanes estén de acuerdo, o no. La citada autora escribe: “Para dar cuerpo al sueño de Solimán el Magnífico, para realizar su «Estado Islámico de Europa» ya no necesitan ejércitos. Hoy la conquista es de naturaleza completamente diferente. Es una conquista religiosa, cultural. Más que ocupar el territorio mira a adueñarse de las almas con principios que no son nuestros principios, conceptos que no son nuestros conceptos, costumbres que no son nuestras costumbres…”.
“El ex-imán de Cremona [Najib Rouass], predicaba así la Yihad: «Que nuestra religión se convierta en una espada para echar a los cristianos. Que la tierra se hunda bajo sus pies como un terremoto. Que las bombas exploten sobre ellos y sobre sus hijos. Que Alá los elimine da la faz de la Tierra»”.
“Bernard Lewis, el viejo sabio que llaman el historiador del Islam, nos dice que muchos occidentales se engañan pensando que el Islam radical no es una amenaza para el futuro….Nos dice que a finales del 2100 Europa será toda o casi toda musulmana, por lo tanto parte del Occidente Árabe es decir del Magreb. ¿Y sabe como ha comentado esta profecía el musulmán-moderado Bassam Tibi, es decir el representante del Islam moderado en Alemania? La comentó diciendo: «El problema no es establecer si será musulmana la mayoría o la totalidad de los europeos. El problema es preguntarse si el Islam destinado a dominar Europa será el Islam de la Sharia o el Euroislamismo»”.
La posible entrada de Turquía a la Unión Europea ha de ser un paso importante para la futura imposición del totalitarismo teocrático en Europa. Oriana Fallaci comenta al respecto: “¿Cómo es posible que acojamos en casa un país que es musulmán en un noventa y nueve por ciento? ¿Cómo es posible que metamos en Occidente a sesenta millones de turcos que no están en regla con los más obvios derechos humanos que el mundo moderno reconoce y protege?”.
Otro caso representativo de la tradición islámica fue mencionado por la citada autora: “Basta también el caso que sucedió en la playa de Esmirna”. “El de las cinco chicas de dieciséis años que se habían acercado con las maestras y el profesor de religión musulmana a hacer una visita al mar. Que eludiendo su vigilancia entraron con el chador al mar. Que a causa del chador fueron tragadas por las olas. Y que los bañistas dispuestos a sumergirse no pudieron salvarlas porque el profesor de religión se lo impidió. «Quietos todos. No las toquéis. El Corán lo prohíbe». Las pobrecillas gesticulaban, gritaban, imploraban ayuda y él repetía el-Corán-lo-prohíbe…..(Más o menos lo mismo ocurrió hace algún tiempo en Arabia Saudita donde para no ofender al Corán los bomberos dejaron quemarse a treinta y seis mujeres en un incendio)”.
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