El auge de la economía y la crisis posterior (el ciclo económico), aparecen secuencialmente, como causa y efecto, siempre que el auge haya sido consecuencia de una expansión crediticia “artificial”, es decir, fuera del proceso autorregulado del mercado. Esta es la conclusión a la que arriban los economistas de la Escuela Austriaca. De ahí que recomiendan a los bancos prestar dinero solamente en la cantidad disponible, dejando de lado las posibilidades estadísticas.
Los ciclos económicos han sido definidos como: “Periodos alternantes de alza y baja en los niveles de actividad económica con características similares en la producción, los precios, etc., fluctuantes de un «ciclo» a otro. Estas variaciones cíclicas pueden remontarse a finales del siglo XVIII y, posiblemente, a fechas anteriores. Un ciclo típico consistía en un periodo de expansión, un cambio de tendencia o recesión, un periodo de contracción y un cambio de tendencia hacia arriba o recuperación. Todo el ciclo duraba, generalmente, de cinco a once años. Durante la contracción («depresión») bajaban los precios, la renta nacional y el empleo, y durante la expansión («prosperidad») aumentaban”.
“Han aparecido numerosas y variadas teorías para explicar los ciclos económicos y toda la materia ha sido objeto de un fuerte debate entre los economistas. Una explicación «ecléctica» podría presentarse así: siempre que la demanda total de bienes y servicios sea inferior a la necesaria para mantener la producción a los niveles existentes, el nivel de producción y, por tanto, el empleo, descenderán. Esto puede ser debido a una tendencia de la economía a ahorrar demasiado (a subconsumir), o a crear una escasez del gasto de inversión para cubrir la brecha de la demanda agregada causada por los ahorros planeados (subinversión)” (Del “Diccionario de Economía” de A. Seldon y F.G. Pennance-Ediciones Orbis SA-Barcelona 1983).
Recordemos que los bancos reciben dinero en forma de ahorro, por el cual el ahorrista recibe un interés. Luego el banco otorga préstamos, con ese dinero, cobrando un interés algo mayor, de donde el banco obtiene su ganancia por la intermediación. Como la mayor parte de los ahorristas depositan su dinero a largo plazo, los bancos tienden a prestar una cantidad mayor de dinero que la que realmente ha recibido, ya que pocas veces ocurre que todos los ahorristas concurrirán juntos a retirar sus depósitos, lo que provocaría el quebranto del banco, hecho que sólo ocurre cuando una severa crisis financiera ha llegado. Para evitar estos inconvenientes, los distintos países tienen un Banco Central que apoya a los bancos poco solventes, pero a costa de inyectar dinero que de esa forma perjudica a otros sectores de la economía.
El capital prestado mediante los créditos bancarios es un importante factor de la producción. Si en lugar de ser el producto del esfuerzo y del ahorro, se lo crea prácticamente de la nada, estaríamos en una situación parecida a crear energía en lugar de transformarla a partir de alguna otra forma previamente existente. De ahí que, posiblemente, el proceso autorregulado del mercado tienda a reaccionar ante las perturbaciones ajenas a su funcionamiento de una manera similar a la evidenciada cuando se imprimen billetes a un ritmo superior al del crecimiento de la producción (inflación).
Como ejemplo puede citarse la crisis del 2008 producida esencialmente por el otorgamiento de créditos para la compra de viviendas, en EEUU, cuyos beneficiarios no podían devolver a los bancos. En España, por otra parte, al existir créditos baratos, es decir, con intereses menores a los de un mercado no perturbado o intervenido, permitió el auge de la construcción de viviendas para las cuales no existía la demanda correspondiente, promoviendo de esa forma la severa crisis posterior.
Veamos lo que dice Ludwig von Mises al respecto: “La demanda de créditos por parte del público es una magnitud que depende de la disposición de los bancos para prestar dinero, y los bancos que no se preocupan por su propia solvencia están en posición de expandir el crédito disponible bajando el interés a una tasa menor que la del mercado. Bajar la tasa de interés equivale a aumentar la cantidad de crédito a niveles que erróneamente se consideran justos y normales en las operaciones mercantiles”.
“Los billetes de banco se convierten en medios fiduciarios dentro de una economía de mercado libre de trabas. Los depósitos a la vista son sustitutos monetarios y en tanto su monto exceda las reservas retenidas, son instrumentos fiduciarios y en consecuencia, constituyen un vehículo de expansión crediticia no menor que los billetes de banco. El causante de la expansión crediticia fue el banquero, no la autoridad, pero hoy en día es una práctica del gobierno exclusivamente”.
“Mientras la cuantía de la expansión crediticia que los bancos privados y los banqueros pueden manejar en un mercado libre de trabas se encuentre estrictamente limitada, los gobiernos tendrán como objetivo el mayor monto posible de expansión crediticia. Esta es la principal herramienta en su lucha contra la economía de mercado libre”.
“Lo que se necesita para evitar una mayor expansión crediticia es colocar a las operaciones dentro de las reglas dictadas por las leyes civiles y comerciales, obligando a todo individuo o firma cumplir con todas las obligaciones de acuerdo con los términos establecidos en el contrato”.
“Una banca libre es el único método para evitar los peligros inherentes a la artificial expansión crediticia. Sólo una banca libre hubiera protegido a la economía contra las crisis y las depresiones”.
“En la actualidad no hay ningún gobierno que quiera considerar la creación de un programa de banca libre, porque ningún gobierno desea renunciar a lo que estima una fácil fuente de ingresos. Aquellos estadounidenses que lograron deshacerse en dos oportunidades de un banco central tenían conciencia de los peligros de dichas instituciones; fue demasiado desastroso el hecho de no haber visto que los males que ellos trataban de eliminar estaban presentes en todo tipo de injerencia gubernamental en las operaciones bancarias” (De “La acción humana”-Resumen en “Ideas sobre la libertad” Nº 41-Centro de Estudios sobre la Libertad-Buenos Aires Abril 1982).
Si no existiese el Banco Central, los bancos que expanden artificialmente el crédito, podrían terminar cerrando sus puertas ante la imposibilidad de devolver el dinero de los ahorristas. Si bien el Banco Central estatal protege a los ahorristas al auxiliar a los bancos mencionados, permite también que tales prácticas crediticias se mantengan y de esa manera se siga promoviendo la existencia de auges artificiales con las posteriores crisis financieras, que por cierto también producen serios inconvenientes, aunque esta vez involucrando a prácticamente toda la población, y no sólo a los ahorristas de un banco.
Se ha diferenciado el auge artificial (burbuja financiera), creado por la expansión crediticia excesiva, del auge natural, que implica que el crédito bancario está consolidado en base a ahorros concretos y reales. De la misma manera en que un proceso inflacionario enmascara las señales que el mercado brinda a empresarios e inversores, la expansión crediticia artificial tiende también a confundirlos.
Ludwig von Mises agrega: “Para que surja un auge artificioso es condición indispensable un aumento de la cantidad de instrumentos fiduciarios. La reaparición de los periodos de auge seguidos por periodos de depresión, es el resultado inevitable de los repetidos intentos de bajar las elevadas tasas de interés del mercado por medio de la expansión crediticia. No hay forma de evitar el colapso final del auge originado por tal expansión. Entonces existen dos posibilidades, a saber, que la crisis sobrevenga más pronto como resultado del abandono voluntario de una nueva expansión crediticia, o más tarde, como una catástrofe final y total del sistema monetario en cuestión”.
“El fracaso se percibe en cuanto los bancos se atemorizan ante el ritmo acelerado del auge y comienzan a reducir la expansión crediticia. El cambio en la conducta de los bancos no crea la crisis. Simplemente pone de manifiesto el estrago causado por los errores que cometieron las empresas durante el periodo de auge. La escasez de créditos que marca la crisis no es causada por la reducción de la actividad comercial sino por la abstención de una ulterior expansión crediticia. Esto afecta a todas las empresas; no sólo a las que están definitivamente predestinadas al fracaso, sino también y no en menor grado, a aquellas que se hallan en estado de solvencia y podrían florecer si hubiera un sistema crediticio sano. Como las deudas pendientes no se saldan, los bancos carecen de medios para otorgar créditos aun a las firmas más sólidas. La crisis se generaliza y obliga a todas las ramas de la actividad económica y a todas las firmas a restringir sus operaciones. Pero no hay forma de evitar estas consecuencias, producto del auge precedente”.
“Los precios de los factores de producción –tanto materiales como humanos- han alcanzado un nivel excesivo durante el periodo de auge. Primero deben bajar para que las operaciones comerciales puedan volver a arrojar ganancias. La recuperación y la vuelta a la «normalidad» sólo pueden comenzar cuando los precios y los salarios estén tan bajos que un número suficiente de individuos dé por sentado que ya no bajarán más. Por lo tanto, el único medio de acortar el periodo de mal funcionamiento de las operaciones, es evitar cualquier intento de retrasar la baja de precios y salarios. Todo intento por parte del gobierno o de los sindicatos para evitar o retrasar esta adaptación saludable, solamente prolonga el estancamiento”.
“Fuera del colapso posterior al auge, hay sólo una manera de volver atrás. Debe descender el nivel de los salarios; la gente debe restringir el consumo temporariamente, hasta que sea restituido el capital gastado en malas inversiones. Es totalmente falsa la creencia sustentada por los defensores de la expansión crediticia y la inflación, de que la abstención de una mayor expansión crediticia y de la inflación, perpetuarían la depresión. Los remedios sugeridos por estos autores no harían que el auge durara para siempre. Simplemente perturbarían el proceso de recuperación y agravarían el colapso final”.
“El auge sólo puede mantenerse en tanto la expansión crediticia progrese a pasos cada vez más acelerados y finaliza cuando no se inyectan cantidades suplementarias de medios monetarios en el mercado. Pero no podría durar eternamente, aun cuando la inflación y la expansión crediticia continuaran sin cesar. Tropezaría entonces con las inevitables barreras que impiden la expansión ilimitada del crédito y conduciría al colapso y a la total destrucción del sistema monetario”.
Finalmente se sugiere escuchar la conferencia de Jesús Huerta de Soto ubicada en la siguiente dirección de Internet: https://www.youtube.com/watch?v=puBNiGxDt5g
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