Las diversas sociedades humanas pueden clasificarse bajo dos categorías extremas. La primera de ellas implica una sociedad en la que la mayoría de sus integrantes piensa que los buenos y los malos están distribuidos casi uniformemente entre los distintos sectores étnicos, económicos, culturales, etc. De ahí que la alternativa para el mejoramiento social recae en un mejoramiento individual.
En las sociedades represivas, por el contrario, predomina la idea de que los ricos, los empresarios, los yankis, etc., son los malos, y que los pobres, los trabajadores, los izquierdistas, etc., son los buenos, incluso que todos los males padecidos por estos últimos se deben a los primeros. En esta sociedad pocos buscarán una mejora individual, mientras la mayoría cree estar exenta de toda culpa, ya que la atribuye enteramente al sector de los malos.
Los políticos de izquierda, en las sociedades represivas, conociendo las ideas y creencias predominantes en la sociedad, promueven tales ideas y creencias (o bien las inician) de manera de intentar "proteger" desde el Estado al sector supuestamente exento de errores y culpas, estableciéndose los distintos populismos y socialismos.
Se considera que el mejor gobierno, en las sociedades represivas, es el que más y mejor “reparte”, esto es, el que redistribuye riquezas del sector productivo al sector parasitario. En la Argentina, por ejemplo, se escuchan frases como la siguiente: “La casa de mi padre la obtuvo gracias a Perón”. Esta expresión implica que Perón le dio dinero propio para que construyera su casa, lo que parece poco probable. O bien le dio dinero ajeno a través del Estado, es decir, le dio dinero quitado o robado al sector productivo. Lo que parece seguro es que esa casa no la hizo con medios propios, legítimamente obtenidos, ya sea total o parcialmente. Mientras tanto, tal "ayuda" sirvió para comprar votos peronistas por una o más generaciones.
Es oportuno mencionar que el proceso inflacionario del último gobierno peronista (2019-2023) fue atribuido, por los políticos gobernantes, al anterior gobierno de Mauricio Macri. Luego de avanzado el proceso se amplió la culpabilidad a los empresarios, la guerra entre Rusia y Ucrania y a otros factores ajenos al gobierno. La inflación durante los primeros días del gobierno de Javier Milei sería culpa de Milei, pero jamás del gobierno peronista.
Un síntoma de la grave crisis moral de la sociedad argentina se advierte cuando el candidato presidencial Sergio Massa (a cargo del Ministerio de Economía), mientras destinaba entre el 1,5 y el 2% del PBI a su campaña electoral, decía que "el plan económico del FMI es inflacionario", culpando esta vez a dicho organismo. Además, en la propaganda electoral se decía que "la deuda de Macri" era la mayor deuda contraía en la historia del país, olvidando decir que tal deuda representa cerca de un 10% de la deuda total argentina.
Si bien el actual gobierno de Milei trata de achicar el enorme derroche de gastos estatales, como así también el masivo robo al Estado ejercido a lo largo y a lo ancho del país, pagados por todos mediante el “impuesto inflacionario”, las mejoras podrán ser evidentes en el futuro, pero serán limitadas. Y ello se debe a que poca predisposición a realizar inversiones tendrán los posibles inversionistas, ya que es muy grande el porcentaje de peronistas y socialistas (radicales, entre otros), por lo que no es de descartar que en el futuro vuelvan al poder para seguir destruyendo la nación.
El peronista sigue teniendo, como arma en contra de la nación, su voto incondicional. Sin embargo, muchos todavía no se han dado cuenta de ello. La grieta existente entre peronistas y anti-peronistas es una grieta moral, que sólo se ha de cerrar con el fin o el descenso del peronismo. Así como un judío no puede ser amigo de un nazi (por razones obvias) una persona decente no puede ser amigo de un peronista. De ahí que la grieta se deberá cerrar desde el sector que la inició y la mantuvo vigente.
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2 comentarios:
De acuerdo en todo, pero después de la victoria de Milei en las presidenciales me he puesto a investigar al personaje y me he dado cuenta de que tiene, entre otras objeciones a hacerle desde el punto de vista político, muchas ligazones con individuos no sólo peronistas sino también con oligarcas argentinos y con oscuros entramados globalistas, y al que desde la perspectiva puramente personal podemos calificar como poco de inestable e incoherente. Con esto quiero decir que si el entorno del actual presidente es de igual o parecido carácter al del líder el futuro de Argentina aparece mucho más lleno de tinieblas que de luces.
El rival de Milei, y el peronismo en general, es tan, pero tan malo, que Milei parece la perfección humana. En cuanto a algunos peronistas no kirchneristas, pueden ser de ayuda. Lo que pasa es que necesita hacer pactos con muchos sectores para afianzar sus proyectos en el Congreso...
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