Entre las diversas formas de gobierno que han existido, encontramos a la teocracia indirecta de la Europa medieval. Tanto los reyes como los sacerdotes cumplían el rol de intermediarios entre Dios y en resto de los hombres. Germán J. Bidart Campos escribió: "Así como se sostiene la idea de una monarquía templada y de un príncipe justo, se afirma también la obediencia y la fidelidad de los súbditos. Quienes han considerado que la Edad Media -sobre todo la Alta Edad Media- no llega a elaborar con precisión jurídica la noción abstracta del Estado como unidad, entienden que los vínculos concretos y de carácter personal suplen aquella ausencia. Y así se acude a la relación de juramento y de fidelidad".
"Pero entiéndase bien que el juramento al rey tiene su recíproco: el compromiso regio -también jurado- de regir al pueblo con justicia, de defender la religión y la Iglesia. Y similarmente, la fidelidad y la obediencia de la comunidad están pendientes del recto ejercicio del poder por parte del príncipe: si éste se desvía o tuerce de ese recto ejercicio, si viola la justicia, la ley divina, la ley natural, etc., el pueblo queda desligado de la obediencia prestada".
"Es decir que aparece una imagen contractual o pactista: tanto los deberes del rey como la fidelidad de los súbditos son pactados en mutuo acuerdo. Cada parte debe hacer lo suyo. De lo contrario, el vínculo se rompe. Ejemplo concreto de esto hallamos en dos situaciones típicas del medioevo: a) la excomunión del príncipe desliga de la obedencia a los gobernados, b) las cartas o fueros son, muchas veces, más que concesiones del monarca, acuerdos pactados con la comunidad o un sector de ella" (Del "Manual de Historia Política"-Ediar SA-Buenos Aires 1970).
Si bien esta forma de gobierno podría funcionar eficazmente con gobernantes y gobernados regidos individualmente por la ética bíblica acatada en forma aceptable, en la realidad, principalmente por parte de los gobernantes, se producen desvíos ante al carácter subjetivo asociado a las diversas interpretaciones de la religión. Con el tiempo, tal derecho divino de los reyes fue ridiculizado o denigrado para, finalmente, establecer un cambio todavía peor.
Así, los reyes no deberían responder ante Dios y el pueblo, sino sólo ante el pueblo, o mejor aún, ante las masas. Tampoco habrá reyes, sino gobernantes que surgen de las masas y las dirigen hacia fines poco favorables a una mejora ética. Gustave Le Bon escribió: "Poco aptas para el razonamiento, las multitudes son, por el contrario, muy aptas para la acción. Por su organización actual su fuerza es inmensa. Los dogmas que vemos apuntar tendrán pronto la fuerza de los antiguos dogmas; es decir, la fuerza tiránica y soberana que hace inútil toda discusión y la repugna. El derecho divino de las muchedumbres reemplazará al derecho divino de los reyes" (De "Psicología de las multitudes"-Editorial Albatros-Buenos Aires 1972).
La nueva tendencia implica asociar al pueblo la "voz de Dios", mediante la antigua expresión: Vox populi, vox dei (La voz del pueblo es la voz de Dios). "En su uso más temprano (798) la encontramos en sentido desfavorable. En una carta dirigida a Carlomagno, Alcuino de York le previene contra esta idea: «Y no debería escucharse a los que acostumbran a decir que la voz del pueblo es la voz de Dios, pues el desenfreno del vulgo está siempre cercano a la locura»" (De wikipedia.org).
Si tuviésemos que describir las causas de las grandes catástrofes totalitarias del siglo XX, podríamos afirmar que se trató de una serie de procesos sociales propios de la "era de las muchedumbres" con la activa presencia de hábiles embaucadores que orientaron a las masas hacia la destrucción social. Ludwig von Mises escribió: “Como sociólogo y filósofo de la historia, Marx nunca fue sino un hábil agitador que escribía para satisfacer las necesidades cotidianas de su partido”.
“La originalidad y la importancia histórica del marxismo residen únicamente en el dominio de la técnica política. Ha reconocido el poder formidable que puede uno asegurarse en la sociedad, al hacer de las masas obreras concentradas en las fábricas un factor político; busca y descubre las fórmulas verbales capaces de unir a estas masas con fines de acción común. Da el santo y seña que induce a los hombres, indiferentes hasta entonces a las cuestiones políticas y al ataque contra la propiedad individual. Anuncia un evangelio que racionaliza su odio y transforma bajos instintos de resentimiento y venganza en misión histórica” (De “El socialismo”-Editorial Hermes SA-México 1961).
La expresión "democracia de masas" resulta contradictoria por cuanto tergiversa a la "democracia de individuos", o democracia propiamente dicha. Cuando las masas son dirigidas mentalmente por hábiles embaucadores, la "voz de Dios" termina siendo la "voz del embaucador" que dirige a las masas.
Sintetizando, no puede lograrse un sistema político que funcione correctamente a pesar de los defectos y fallas morales de los integrantes de la sociedad, sólo pueden encontrarse sistemas mejores que otros. Y si alguna vez lográramos adaptarnos plenamente a las leyes naturales que rigen nuestras conductas individuales, quizás no hagan falta los gobiernos ni siquiera el Estado; mientras tanto, debemos orientarnos hacia esa solución.
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1 comentario:
Siempre que el parecer de Dios lo conocemos por las palabras usadas por quien habla directamente en su nombre debemos ponernos en guardia porque este transductor tiene, con toda seguridad, su propia agenda.
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