Los seres humanos somos el resultado de nuestra herencia genética, asociada a la evolución biológica, y también a la influencia cultural, asociada a la evolución cultural. Ambos procesos apuntan a establecer mayores niveles de adaptación al orden natural, o deberían hacerlo- Tal adaptación apunta a asegurar nuestra supervivencia y a limitar los niveles de sufrimiento, cuya existencia resulta ser una medida del nivel de adaptación logrado. Konrad Lorenz escribió: "El principio de ensayo y error, que en el proceso filogenético adquiere la forma de mutación y selección, aparece también en el plano más elevado de la búsqueda de conocimientos bajo el aspecto de formación y falsación de hipótesis".
"Los genetistas calculan que de 1.000 millones de mutaciones, sólo una representa una mejora de las perspectivas de vida del organismo y de su descendencia". "Aunque sólo una entre mil millones sea la mutación acertada, que ha de permitir al organismo aprovechar un poco mejor su anterior fuente de energía o descubrir otra nueva, este golpe de suerte paga unos dividendos fabulosos y por partida doble: no sólo aumenta el capital de energía, sino también el número de descendientes y, por consiguiente, las posibilidades de volver a acertar en la lotería de las mutaciones" (De "La acción de la naturaleza y el destino del hombre"-Alianza Editorial SA-Madrid 1978).
Puede decirse que la evolución cultural, que debe continuar en el mismo sentido que la evolución biológica, también se establece mediante "saltos evolutivos", esta vez constituidos por las nuevas ideas que surgen de los distintos individuos. De la multitud de ideas surgidas, algunas favorecerán el proceso adaptativo, mientras que otras lo atrasarán. Es importante mencionar que la aceptación o el rechazo de las nuevas ideas dependen de la actitud favorable o desfavorable de la sociedad hacia las mismas. De ahí que nada asegura el progreso humano en tal sentido adaptativo, ya que también podrán producirse retrocesos importantes.
Konrad Lorenz considera que las "mutaciones culturales" favorables provienen de la libertad de pensamiento, mientras que las desfavorables provienen de los adoctrinamientos. Al respecto escribió: "Hoy, a causa de trágicas circunstancias externas, la convergencia de dos altas virtudes humanas, el ansia de libertad y la fidelidad, puede constituir una trampa mortal para la civilización y la Humanidad. Me refiero al adoctrinamiento. Cuando los jóvenes lanzan por la borda todas las tradiciones heredadas de sus antepasados, como hacen hoy millones y millones de muchachos y muchachas, y se dedican a buscar asidero e identidad, están expuestos a aceptar, en lugar de una sociedad humana auténtica y válida, los sucedáneos más estravagantes".
"En esta crítica fase, los demagogos les proponen un sistema prefabricado y amañado de doctrinas que tienen el engañoso aspecto de verdaderos ideales porque anteriormente lo fueron. Eran verdad mientras se revelaban heréticamente contra las doctrinas imperantes; pero perdieron su carácter de verdad cuando se hicieron esquema rígidamente estructurado, en virtud de ese proceso que tan bien describe Thomas Huxley por el que el espíritu vivo del hombre se convierte en espejismo muerto de sí mismo, una especie de «producto congelado», de fácil manipulación y venta. Estas verdades congeladas suelen recibir nombres que acaban en «ismo»".
"La vinculación a unos ideales nuevos que el joven realiza en la época de la pubertad tiene gran similitud con esos procesos de fijación de un instinto a un objeto determinado que llamamos condicionamiento y que ha sido estudiado a fondo en los animales. Al igual que este último, la vinculación del joven al ideal se produce en un determinado «periodo sensible» de su vida y es irreversible o prácticamente irreversible. Cuanto más sincero es el juramento de fidelidad prestado a ese primer ideal, menos podrá entusiasmarse después por nuevos ideales si, por desgracia suya, se demuestra que aquél fue un engaño".
"En todas las naciones del mundo hay millones de jóvenes que han perdido la fe en los valores tradicionales de las generaciones precedentes a causa de situaciones que a todos nos parecen claras, estos jóvenes están expuestos a los adoctrinamientos de toda especie. Se sienten libres porque se han soltado de las tradiciones paternas, pero, incomprensiblemente, no se dan cuenta de que, aceptando una doctrina prefabricada, no sólo abjuran de aquéllas, sino de toda libertad de pensamiento y acción; por el contrario, la entrega total a una doctrina parece infundir el más intenso sentimiento subjetivo de libertad personal".
"Los doctrinarios de las más diversas tendencias, inflamados de ardor por su causa -porque también ellos en la fase sensible de su vida se sometieron a este proceso de condicionamiento-, esperan a los millones de jóvenes dispuestos a entregarse. El debilitamiento de la lealtad a la tradición de los mayores y el robustecimiento del efecto de propaganda que ejercen todas las doctrinas, tanto por la gran masa de sus adeptos como por las posibilidades que les deparan los medios de información, hacen que el proceso de adoctrinamiento crezca como un alud hasta el extremo de que amenaza con arrebatar a la humanidad su bien más valioso: la libertad de pensamiento".
La idea más importante, por los efectos que podrá producir, es que el nivel óptimo de felicidad se ha de lograr mediante la empatía emocional. Si tal idea no se ha expresado claramente, o si no se la ha presentado en un contexto adecuado, o bien se debe a la falta de habilidad para informar y convencer por parte de aquellos que la tienen presente, habrá que esperar que alguien tenga éxito en cuanto a su masiva difusión. Mientras tanto, la mayor parte de la gente mantendrá vigentes sus ideas al respecto, algo alejadas de lo que nos exige el orden natural.
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1 comentario:
Un gran problema en esta cuestión es que cuando se produce ese proceso de adoctrinamiento sus víctimas no tienen criterio, o al menos no el suficiente, precisamente porque el sistema educativo que usa la mayoría social no cumple con su misión instructora, de potenciación de las capacidades intelectuales y prácticas de los individuos, dedicándose preferentemente a esa labor servil de encarrilamiento y adocenamiento de las almas.
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