Los detractores de la economía de mercado afirman que, bajo ese sistema, funciona el mecanismo de "suma cero", es decir, que lo que alguien gana en un intercambio, el otro lo pierde. Sin embargo, como todos sabemos, los intercambios diarios que realizamos los hacemos cuando estimamos que se ha producido un beneficio simultáneo entre ambas partes.
En donde aparece la "suma cero" es en el caso del Estado cuando cobra impuestos excesivos, ya que lo que el Estado se lleva, mediante tales impuestos, el productor lo pierde irremediablemente. En realidad, cuando los impuestos son bien administrados y no superan el 30% del PBI nacional, es posible que los impuestos cobrados vuelvan al contribuyente de alguna forma beneficiosa.
Cuando los impuestos son excesivos y son cercanos al 50%, como es el caso argentino, produce nefastos efectos, ya que restrigen las ganancias de las empresas impidiendo nuevas inversiones, además de abandonar actividades poco lucrativas, o refugiarse en la economía clandestina o bien irse a otros países con menos carga impositiva.
Ante el enorme derroche de recursos económicos por parte del Estado nacional, se ha debido pedir préstamos que están resultando impagables, por lo que el crédito le ha sido drásticamente anulado. De ahí que sólo queda como fuente de financiación la impresión monetaria excesiva, que ha provocado la aparición de otro impuesto adicional: el impuesto inflacionario, que en estos momentos (2023) produce una duplicación de los precios en unos 8 o 9 meses.
La limitación de las inversiones conduce a una limitación en cuanto a nuevos puestos de trabajo, que no crecen desde hace más de diez años. De ahí que muchos jóvenes emigren, con una importante pérdida de capital humano para el país. Sin embargo, por cuestiones ideológicas alejadas de lo que la economía requiere, se supone que la principal misión de las empresas es pagar impuestos para que el Estado concrete la "justicia social".
Los políticos profesionales han tenido la habilidad de embaucar a los votantes aduciendo que todo empresario es egoísta y malo por naturaleza y que es incapaz, por ello mismo, de beneficiar a la sociedad. De ahí que la misión del político consiste en cobrar cada vez más impuestos para redistribuir las riquezas que los "explotadores laborales" están incapacitados moralmente para hacerlo. Ernesto Sandler escribió: "Ningún funcionario público ni aspirante a serlo quiere tocar los ingresos que recibe el Estado, porque la matriz ideológica predominante es que el Estado es el principal motor del desarrollo y la justicia social, por lo cual necesita los recursos de la actividad privada".
"El sistema tributario -avalado por cientos de leyes y fallos judiciales- lejos de favorecer la libertad económica, alentar la competencia, generar igualdad y ayudar a los que menos tienen impide que cada trabajador sea dueño absoluto de sus ingresos. Es un sistema que castiga a los que trabajan y generan riqueza. Es un sistema que si bien muchos dirigentes sociales y políticos cuestionan públicamente por sus negativos efectos, llegado el momento de cambiarlo o reformarlo no lo hacen. No realizan cambios porque no están dispuestos a que el erario público sea afectado y no puedan disponer de los recursos que necesitan para seguir sosteniendo la omnipresencia del Estado" (De "Creencias económicas"-MG Editores-Buenos Aires 2022).
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1 comentario:
Y es que los funcionarios públicos, aunque en realidad estamos hablando de los que tienen capacidad decisoria, viven de los impuestos. Así que a mayor recaudación más posibilidades de alcanzar mayor tajada en el correspondiente reparto, vía presupuestos públicos. Las propuestas políticas de bajada de impuestos producen temor entre quienes viven de los presupuestos por la posibilidad que implican de recorte en sus ingresos.
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