El debilitamiento de la religión moral se asocia al ateísmo, que es el opositor tradicional de la religión. Sin embargo, existe un enemigo interior, mayor y más cercano: la superstición. El supersticioso y el dogmático son quienes limitan la religión a un reducido porcentaje de la población. Ante tal situación les surge la secreta satisfacción de pertenecer a la minoría de "elegidos", ya que ahuyentan a los demás. Aducen la existencia de un Dios que los acepta mientras rechaza al resto, quienes son precisamente los destinatarios de la religión moral.
Este proceso se repite en distintas épocas, observándose la común descalificación de los críticos (designados como ateos) por quienes llevan adelante las extrañas creencias que constituyen la superstición. Ernst Cassirer escribió: "La auténtica oposición radical de la fe no está en la incredulidad sino en la superstición, porque toca a sus raíces y sofoca la fuente de donde mana la verdadera religión. Por eso, el saber y la fe se hallan frente a un enemigo común y la lucha contra él es la tarea más urgente. En esta lucha pueden aliarse y sólo a base de esta unión se producirá luego su separación y la determinación de sus fronteras peculiares".
"Bayle no quiere tocar el contenido de la fe y se reserva frente a él toda crítica expresa. Lo que combate con mayor énfasis es la idea que supone que todo medio es bueno para fundamentar la fe, que mezcla abigarradamente la verdad y la insensatez, el prejuicio, la razón y la pasión, con tal de que sirvan de algún modo a la finalidad apologética".
"El verdadero mal no es el ateísmo sino la idolatría, no la incredulidad sino la credulidad loca y ésta es la que hay que combatir" (De "Filosofía de la Ilustración"-Fondo de Cultura Económica-México 1950).
El supersticioso se caracteriza por mirar el mundo como la consecuencia de dos poderes ocultos que se enfrentan y que representan el bien y el mal. No valora las acciones y sus consecuencias sino en base a la pertenenecia a uno u otro poder. En cierta forma, la superstición religiosa no difiere esencialmente de las actitudes adoptadas por los adherentes a las ideas totalitarias. De la misma forma en que el supersticioso cree en el poder que admira e idolatra, descree del poder rival llegando a veces a severas incoherencias lógicas.
Observar el mundo real considerando que todo lo existente está gobernado por leyes naturales invariantes, resulta ser una visión opuesta a la del supersticioso. Éste, en lugar de tratar de adaptarse a dichas leyes (leyes de Dios), le pide y le implora que interrumpa tales leyes en su favor, lo que constituye esencialmente una actitud antirreligiosa, si bien los pedidos por tales interrupciones son lo más destacado de la religión popular. En el Diccionario de la Lengua Española (Ediciones Castell 1988) leemos: "Superstición. Tendencia a atribuir carácter sobrenatural u oculto a determinados acontecimientos".
Baruch de Spinoza considera que la superstición está asociada al miedo, y que promover el miedo es una forma frecuente observada en quienes buscan ejercer el poder mental y material sobre otros seres humanos, algo que se advirtió tanto en el "totalitarismo" inquisitorial como en los totalitarismos políticos del siglo XX. Al respecto escribió: "Si los hombres pudieran conducir todos sus asuntos según un criterio firme, o si la fortuna les fuera siempre favorable, nunca serían víctimas de la superstición".
"Pero, como la urgencia de las circunstancias les impide muchas veces emitir opinión alguna y como su ansia desmedida de los bienes inciertos de la fortuna les hace fluctuar, de forma lamentable y casi sin cesar, entre la esperanza y el miedo, la mayor parte de ellos se muestran sumamente propensos a creer cualquier cosa. Mientras dudan, el menor impulso les lleva de un lado para otro, sobre todo cuando están obsesionados por la esperanza y el miedo; por el contrario, cuando confían en sí mismos, son jactanciosos y engreídos".
"La causa que hace surgir, que conserva y que fomenta la superstición es, pues, el miedo. Y, si aparte de lo dicho, alguien desea conocer ejemplos concretos, he aquí el de Alejandro. Sólo comenzó a acudir a los adivinos, movido por un sentimiento supersticioso, cuando, a las puertas de Susa, experimentó por primera vez temor a la fortuna. Después de su victoria sobre Darío, dejó de consultar a los augures y adivinos, hasta que de nuevo sintió terror ante las circunstancias adversas" (Del "Tratado teológico-político"-Ediciones Altaya SA-Barcelona 1994).
La paganización de la religión moral, o bíblica, consiste en mantener actitudes morales similares a la de los antiguos paganos pero con la diferencia de dirigir sus pedidos al "Dios verdadero" en lugar de los dioses falsos, aunque los "creyentes" mantienen esencialmente una moral similar a la de tales paganos.
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1 comentario:
Sin reglas invariantes, y que pueden adecuarse a pedido, un credo pierde casi toda su fuerza moralizante o positiva. Pero la realidad sociológica y psicológica del cristianismo es precisamente esa.
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