La fe del científico no difiere tanto de la fe del religioso, ya que ambos basan sus pensamientos en la existencia de leyes naturales invariantes. Sin embargo, mientras el científico pretende describirlas sin sacar conclusiones adicionales, el religioso supone que tales leyes han sido realizadas para conformar y para favorecer al ser humano, por lo que basan sus creencias en la suposición de que el universo está "bien hecho". Étienne Gilson escribió: "Basta con leer el primer capítulo del Génesis para descubrir el principio que será el punto de apoyo inconmovible de lo que propongo llamar el optimismo cristiano".
"Inmediatamente nos vemos colocados ante el hecho capital de la creación, y es el Creador mismo quien, contemplando su obra al término de cada día, no sólo afirma que él la ha hecho, sino, además, que es buena porque él la ha hecho. Luego, abarcando con una sola mirada el conjunto de su obra al terminar el sexto día, Dios puede por última vez atestiguar lo mismo y proclamar que su creación es muy buena" (De "El espíritu de la filosofía medieval"-Emecé Editores SA-Buenos Aires 1952).
Max Planck menciona al científico que, basado en la fe en la existencia de un orden natural, adquiere la fuerza anímica necesaria para afrontar las adversidades que la vida le presenta. Ante una pregunta acerca de si la ciencia puede ser un sustituto de la religión, Planck responde: “Para una mente escéptica en modo alguno, pues la ciencia exige también espíritus creyentes. Cualquiera que se haya dedicado seriamente a tareas científicas de cualquier clase se da cuenta de que en la puerta del templo de la ciencia están escritas estas palabras: Hay que tener fe. Ésta es una cualidad de la que los científicos no pueden prescindir”.
Respecto de la obra de Johannes Kepler, Planck escribió: “Estudiando su vida es posible darse cuenta de que la fuente de sus energías inagotables y de su capacidad productiva se encontraba en la profunda fe que tenía en su propia ciencia, y no en la creencia de que eventualmente lograse llegar a una síntesis aritmética de sus observaciones astronómicas; es decir, su fe inextinguible en la existencia de un plan definido oculto tras el conjunto de la creación. La creencia en ese plan le aseguraba que su tarea era digna de ser continuada, y la fe indestructible de su labor iluminó y alentó su árida vida”. (De “¿Adónde va la ciencia?”-Editorial Losada SA-Buenos Aires 1961).
Entre las actitudes que encontramos en la actualidad, en el ciudadano común, respecto de la ciencia, aparece en primer lugar su valoración como fundamento de la tecnología y de sus aplicaciones concretas. Ello implica despreciar la esencia del quehacer científico ya que la ciencia avanza debido al conocimiento que brinda junto a sus aspectos espirituales y emocionales, sin pensar tanto en sus aplicaciones concretas, para lo cual estará presente el ingeniero o el inventor. Así, Heinrich Hertz, el descubridor a nivel experimental de las ondas electromagnéticas, que son la base de las comunicaciones a distancia, expresó: "No sé para qué pueden servir estas onditas", ya que su interés principal implicaba saber si la teoría electromagnética de James Clerk Maxwell era acertada, o no.
Otra de las actitudes del ciudadano común es la confianza desmedida en las investigaciones científicas, ignorando que dicha actividad crece mediamte "prueba y error" y que resulta favorable para su fortalecimiento una actitud de desconfianza en lugar de una predisposición a aceptar sus proclamas por un acto de fe. Así, Robert Millikan, desconfiaba tanto de la teoría del efecto fotoeléctrico, establecida por Albert Einstein, que se propuso idear una prueba experimental que la invalidara. Sin embargo, la evidencia del experimento confirmó la teoría de Einstein y tuvo que aceptar la evidencia.
La fe ciega, tanto respecto de la religión como de la ciencia, logran convalidar a quienes por lo general tienden a usarlas para beneficio personal, mientras que su fortalecimiento quedará asociado a una actitud de vigilia y desconfianza. Debemos rendirnos ante las evidencias de buenos resultados que una religión produce en la conducta del creyente o también ante la evidencia de una hipótesis científica que ha sido verificada objetivamente, previa etapa de críticas al respecto.
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