Bajo el pretexto de “bajar del bronce” y describir aspectos familiares y hogareños del Gral. San Martín, algunos “historiadores” aprovecharon la ocasión para descalificarlo y denigrar su imagen, junto a la de su mujer. Este es el caso de una de las figuras representativas de esta tendencia, Pacho O'Donnell, que fue también un apologista del terrorismo marxista por cuanto presenta al Che Guevara casi como un ejemplo para la juventud.
Alguien que admira a personajes siniestros por haber intentado destruir material y espiritualmente a su propia nación, y a otras naciones, no ha de despertar sorpresa alguna cuando denigra una personalidad histórica, como la de San Martín, bastante admirada por la mayoría de la población. Enrique Díaz Araujo escribió: “En este punto, es ineludible recordar el texto del novelista checo Milán Kundera, cuando, mentando las técnicas empleadas por el Imperio Soviético que esclavizó a su patria, escribió que: «Para liquidar las naciones, lo primero que se hace es quitarles la memoria. Se destruyen sus libros, su cultura, su Historia. Y luego viene alguien y les escribe otros libros, les da otra cultura y les inventa otra Historia»” (De “Don José y los chatarreros”-Ediciones Dike-Mendoza 2001).
Por otra parte, Tomás Eloy Martínez escribía: “No se trata ya de recrear el mundo, ni tan siquiera, como pretendía la llamada literatura comprometida, de transformarlo revolucionariamente por la palabra. La apuesta reside en cambiar la memoria de los hombres”.
A O'Donnell se lo recuerda por haber manifestado, en televisión, que la mujer de San Martín “lo engañaba”, vinculándose con otro hombre, mientras que su esposo estaba en plena campaña militar. Puede uno imaginar que, de ser algo verídico, varios se habrían enterado de la situación. Incluso los familiares de Remedios Escalada, en el Buenos Aires de las primeras décadas del siglo XIX, ¿habrían apoyado tal conducta? Esta versión marxista poco tiene en cuenta que se trataba de una mujer de frágil salud cuya educación cristiana y familiar descartarían la veracidad del rumor mal intencionado. Algunos de estos rumores ya circulaban en esa época, promovidos por los dos mayores enemigos de San Martín: Carlos de Alvear y José Miguel Carrera.
En cuanto a uno de ellos, Díaz Araujo escribe: “El general Tomás de Iriarte…expresaba que Alvear profesaba «un odio reconcentrado» a San Martín, agregando que: «Alvear detestaba a San Martín, y ese odio era recíproco. En Alvear obraba un sentimiento de envidia por el nombre glorioso de su adversario. En San Martín tenía otro origen el encono que profesaba a Alvear: era el conocimiento que de él tenía»”.
El “revisionismo histórico”, en la Argentina, implica ventilar todas las calumnias vertidas hacia los personajes de mayor prestigio entre la población adoptándolas como “la verdad histórica”. El propio San Martín padeció en vida tales difamaciones, escribiendo: “He visto tanto, tanto y tanto de la sucia chismografía que por desgracia abunda en América” (carta a Tomás Guido, Bruselas, 18/12/1826). “Confesemos que es necesario tener toda la filosofía de un Séneca, o la imprudencia de un malvado, para ser indiferente a la calumnia” (carta a Tomás Guido, Montevideo, 6/4/1829). (Citas en “Don José y los chatarreros”).
La tergiversación intencionada comienza con una supuesta adopción del militar, cuyos padres biológicos serían Don Diego de Alvear y Ponce de León y una india guaraní, llamada Rosa Guarú, luego de un encuentro ocasional. Sin embargo, tal supuesto padre llega por primera vez a Yapeyú varios años después del nacimiento de San Martín. Si los difamadores hubiesen tenido la precaución de “buscarle otro padre”, hubiese sido más difícil descubrir la estrategia. De todas formas, los méritos del Libertador no habrían cambiado demasiado aun si fuese verdad su “bastardía”. Según la mentalidad racista, predominante en el pasado, asociarle sangre guaraní fue otra manera de descalificarlo. Además, si hubiera sido verdadera tal herencia genética, no hubiese sido aceptado como oficial del ejército español, por cuanto se le exigía a todo candidato tener “sangre limpia”. Además, los daguerrotipos de la época muestran sus rasgos europeos.
La tergiversación cubre prácticamente todos los aspectos de su vida. Incluso se dice que “fue rechazado por los Escalada” y que su casamiento se hizo contra la voluntad de la familia de su mujer. Díaz Araujo escribe al respecto: “Los matrimonios de esa época eran de «conveniencia», es decir, que se arreglaban con los padres, a quienes, por cierto, se «pedía la mano» de la novia. Luego, si los Escalada hubieran estado en desacuerdo con el postulante a marido para su hija Remedios, por militar, «plebeyo», o por lo que fuese, se podrían haber opuesto, y el matrimonio no se realizaba…”.
“Además, San Martín no era un «plebeyo». Era un «Don» (de-origen-noble), fijosdalgo, hijo de algo, por eso la partícula «de» entre el nombre y el apellido”.
Para menospreciar su gesta libertadora se le atribuye cierta afinidad y colaboracionismo con Inglaterra. Es decir, por alguna extraña razón, ni sus orígenes españoles, ni su actuación en España, ni sus simpatías por lo americano, fueron tan importantes como su “amor por Inglaterra”. Según sus detractores, la meta de su vida no fue la libertad de los pueblos americanos, sino beneficiar a la extraña Inglaterra. Roque Raúl Aragón escribió: “Cierta corriente historiográfica hace aparecer nuestra guerra de la Independencia como el efecto de la diplomacia británica. Tiene el atractivo de las simplificaciones. San Martín habría sido, sin saberlo, un instrumento inglés…Y cuando quedan puntos oscuros o contradictorios se echa mano a un comodín que explica por sí mismo todo lo inexplicable: la Masonería británica….”.
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1 comentario:
La chismografía se compadece mal con el análisis materialista de la historia que hace el marxismo. Lo que ya es más coherente con su sustancia es la maldad intrínseca de sus afirmaciones y acciones.
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