Por Sir Denis Pitté Fletcher
En la Argentina, entre empleo público, seguridad social (jubilaciones, asignaciones, planes, etc.), y otras yerbas menores (retiros militares, etc.), hay 21.054.710 personas que reciben sus ingresos del Estado.
Somos 44.000.000 de habitantes, entre los que hay niños, adolescentes y jubilados (es decir, que no trabajan).
El drama de la República Argentina es nada más ni nada menos que éste: el gasto público impagable. Hay 8.000.000 de personas que trabajan en el sector privado, para mantener a 21.000.000 del sector público.
Como el gasto es altísimo, los argentinos tenemos los impuestos más altos del mundo. Y como con los impuestos igual no alcanza, los gobiernos emiten moneda (fabrican billetes) para pagar lo que los impuestos no cubren. Pero como esa emisión de moneda genera mucha inflación (pues hay más billetes circulando, para la misma cantidad de bienes), entonces los gobiernos toman dinero prestado (ahora con el FMI y antes con otros organismos u otros gobiernos). Para simplificar: impuestos, emisión, y deuda.
A Macri le estalló la bomba que dejó el kirchnerismo (que fue el gobierno que en la historia argentina más elevó al gasto público mediante nombramientos de propia tropa y robo a granel), y a la que él mismo también contribuyó, pues con Macri, aunque cueste creerlo, el gasto aumentó aún más.
Y aquí estamos; en el medio de una crisis mayúscula: empresas cerrando, despidos, desinversión, inflación, angustia en las personas, violencia orquestada por los K y la izquierda.
¿Y qué hizo Macri para apaciguar la crisis? Tomó más deuda del FMI y aumentó los impuestos (retenciones a las exportaciones).
Ni una sola medida en el sentido correcto. Macri es la continuación del sistema estatista con otros modos y otro linaje.
Es fundamental hacerle saber a la población cuál es el problema. Hablarle como a los chicos de doce años de edad. Con explicaciones simples, como la que muestro aquí con números. Mientras las personas no tomen consciencia de que es el gasto público la madre de todos los males, nuestro país va a continuar su incesante decadencia, hasta que estalle una guerra civil. Pues cuando ya no nos presten dinero para pagar el déficit, el estallido será inevitable. Y ahí volvemos al camino hacia Venezuela y Cuba.
Cuidado. La situación es bien delicada. Tratemos de explicarla papel en mano a todas las personas que podamos. O el gobierno baja el gasto de un modo sustancial y rápidamente, o esto va a empeorar y va a correr sangre. No es agorerismo. Es realidad.
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