Las diversas ramas de la ciencia pueden agruparse en dos grupos principales: formales y fácticas (o factuales). Las ciencias formales son la lógica y la matemática, mientras que el resto son calificadas como fácticas. Tanto la lógica como la matemática tienen una validación interna, es decir, se aceptan como ciencias por cuanto resultan compatibles, o no contradictorias, con los axiomas básicos que las sustentan. Ello no significa, sin embargo, que se busquen o se acepten estructuras formales que tengan poca, o ninguna, cabida en el mundo real; de ahí la expresión de Henri Poincaré: “Descubrir es elegir”.
La lógica, que describe el pensamiento humano de tipo “verdadero” o “falso”, describe también el comportamiento de circuitos eléctricos en los cuales los interruptores admiten dos estados posibles: “abierto” o “cerrado”. Ello ha favorecido el desarrollo de la electrónica digital y el advenimiento de la computadora digital.
En cuanto a la validez de las estructuras matemáticas, puede decirse que son modelos formales que se establecen sin hacer referencia al mundo real, no porque no tengan cabida, sino porque tienen muchas aplicaciones (por lo general). Incluso existen vínculos entre las diferentes ramas de la matemática, que surgen dentro de ese ámbito, y que pueden reflejar lo que acontece en el mundo real. Este ha sido el caso de la mecánica cuántica, descripta en sus distintas versiones, equivalentes entre sí. En la versión de Edwin Schrödinger se utilizan ecuaciones diferenciales, en la de Werner Heisenberg se utilizan matrices y en la Paul Dirac, álgebras no conmutativas. Tales vínculos no sólo hacen atractiva a las matemáticas sino también a la física teórica.
En cuanto a la economía, se acepta que es una ciencia social que estudia las formas en que el productor satisface las demandas del consumidor. De ahí que aparecen entidades observables y concretas, como el mercado y los individuos que componen la sociedad por lo cual resulta ser una ciencia fáctica. Sin embargo, algunos economistas consideran que se trata de una ciencia formal, como la lógica o las matemáticas. Mario Bunge escribió: “Algunos eruditos, en particular los miembros de la escuela austriaca, sostienen que las teorías económicas son verdaderas a priori por lo que no es necesario someterlas a prueba. Hayek afirmó que la única parte empírica de la economía concierne a la adquisición del conocimiento. Otros, particularmente quienes consideran la economía como una ciencia de decisiones, aducen que las teorías económicas no son descriptivas sino normativas, y por lo tanto inverificables” (De “Las ciencias sociales en discusión”-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 1999).
En realidad, una teoría es verdadera si resulta compatible con la realidad aunque esté insuficientemente fundamentada o deficientemente axiomatizada. Eduardo A. Zalduendo escribió: “La escuela austriaca considera que la bondad de una teoría no depende del realismo de los supuestos que componen sus variables, sino de sus buenas predicciones; por eso se ha difundido la expresión «economía positiva»” (De “Breve Historia del Pensamiento Económico”-Ediciones Macchi-Buenos Aires 1998).
En alguna parte, Louis de Broglie comentaba que “en los fundamentos de una teoría física aparecen postulados arbitrarios” y que “los resultados legitiman su empleo”. En el caso de la economía, resulta evidente que es necesario establecer postulados básicos para toda la economía, que sean compatibles, no sólo con la realidad, sino con el resto de las ciencias sociales. Debido a la consideración de la economía como ciencia formal, no existiría dicho vínculo, que en realidad existe en toda sociedad real, tal el caso de los fenómenos descriptos por la psicología social, sociología, política, y por la propia economía. Friedrich von Hayek escribió: “Nadie puede ser un gran economista si es solamente un economista –y me veo incluso tentado de agregar que un economista que es solamente un economista puede ser una calamidad, hasta un verdadero peligro” (Citado en “Los profetas de la felicidad” de Alain Minc-Editorial Paidós SAICF-Buenos Aires 2005).
El hombre libre tiende a establecer intercambios voluntarios con otros hombres libres. Esto da lugar a un sistema autoorganizado (la mano invisible de Adam Smith) que se establece en forma espontánea (mercado). La ley de oferta y demanda es una consecuencia de la búsqueda de calidad y precio por parte del comprador y de satisfacer esas demandas por parte del productor.
Los detractores de la economía aducen que no existe tal cosa como el mercado, y menos aún el mercado idealizado por los economistas. Tal procedimiento de idealización de entes cercanos a la realidad se utiliza también en la teoría de los circuitos eléctricos, una rama del electromagnetismo. En este caso, entre las principales entidades utilizadas aparecen resistencias, bobinas y capacitores. En el mundo real no existen tales elementos circuitales en estado “puro”, ya que todo bobinado tiene inductancia y también algo de resistencia y de capacidad eléctrica; algo similar ocurre con las resistencias y los capacitores. Sin embargo, se establece una teoría de amplio alcance en base a tales elementos idealizados.
Es posible, por lo tanto, considerar la existencia del mercado como el primer postulado de la economía en vista de una axiomatización compatible con las ciencias fácticas. Como segundo axioma ha de considerarse la “acción humana”, siguiendo la tendencia propuesta por Ludwig von Mises. Desde el momento en que se establece la teoría del valor subjetivo, comienza a tenerse presentes los atributos individuales de los seres humanos que intervienen en el proceso económico. Mises escribió: “Hay quienes sólo se interesan por su propio bienestar personal. A otros, en cambio, las desgracias ajenas cáusales tanto o más malestar que sus propias desventuras. Hay personas que no aspiran más que a satisfacer el deseo sexual, la apetencia de alimentos, bebida y vivienda y demás placeres materiales. No faltan, por el contrario, quienes se interesan en mayor grado por aquellas satisfacciones generalmente calificadas de «superiores» o «espirituales». Existen seres dispuestos a acomodar su conducta a las exigencias de la cooperación social; y, sin embargo, también hay quienes propenden a quebrantar las normas en cuestión. Para unas gentes el tránsito terrenal es camino que puede conducir a la bienaventuranza eterna; pero también hay quienes no creen en las enseñanzas de religión alguna y para nada las toman en cuenta”.
“La praxeología [estudio de la acción humana] no se interesa por los objetivos últimos que la acción pueda perseguir. Sus enseñanzas resultan válidas para todo tipo de actuación, independientemente del fin a que se aspira. Constituye ciencia atinente a los medios; en modo alguno a los fines” (De “La acción humana”-Editorial Sopec SA-Madrid 1968).
Los economistas tienden a unificar las respuestas posibles de los individuos en el mercado bajo la denominada “elección racional”, que vendría ser una respuesta o actitud generalizada que sirve para describir las decisiones individuales. Mario Bunge escribió: “La teoría de la elección racional trata de valoración, intención, decisión, elección y acción; en especial, intercambio o comercio. Está basada en dos ideas simples y atractivas. La primera es el Postulado de Racionalidad, según el cual las personas saben lo que es mejor para ellas y actúan en conformidad. La segunda idea maestra es el postulado del Individualismo Metodológico. Según éste, todo lo que necesitamos para dar cuenta de cualquier hecho social en cualquier lugar y tiempo son las creencias, decisiones y acciones de los individuos implicados en él” (De “La relación entre la sociología y la filosofía”-Editorial EDAF SA-Madrid 2000).
En psicología social, la tendencia a la acción viene establecida por las actitudes. De ahí que la economía debería considerar, como postulado adicional, no la acción un tanto incompleta propuesta por Mises, o la “elección racional”, sino a las actitudes que los seres humanos mostramos en todos los aspectos de la vida social.
Cada persona posee una actitud característica, que es una respuesta típica que imprime nuestra individualidad. Tal actitud posee cuatro componentes básicas (amor, odio, egoísmo y negligencia), en distintas proporciones en cada persona, que son las causales por las cuales nos orientamos hacia las dos tendencias posibles adoptadas socialmente: cooperación y competencia.
Debido a que la optimización del comportamiento social implica acentuar nuestra actitud cooperativa, resulta también una optimización económica, ya que el buen desempeño económico del conjunto de la sociedad depende esencialmente del buen desempeño moral.
Los individuos poseen, en una determinada etapa de su vida, una actitud o respuesta característica por la cual, al participar en el mercado, tienden a buscar beneficios simultáneos en todo intercambio (cooperación social) o bien a buscar beneficios en forma unilateral (lo que lleva a la interrupción de futuros intercambios). Ludwig von Mises escribió: “La sociedad implica acción concertada, cooperación”.
La ciencia económica, como ciencia social, ha de tener como objetivo la descripción del proceso del mercado como de los factores que promueven, o bien limitan, su estabilidad, como así también la descripción de las actitudes individuales de sus participantes, con el objetivo de optimizar el comportamiento individual y social.
En caso de las posturas que promueven la destrucción del mercado, para imponer vínculos y normas sociales diferentes a las establecidas por los individuos en libertad, se desvirtúa el método descriptivo de la ciencia experimental, por cuanto ya no se describen comportamientos espontáneos sino impuestos exteriormente, como es el caso del socialismo; en cuyo caso, se inducen comportamientos coercitivos que distorsionan las condiciones iniciales de libertad impidiendo los intercambios voluntarios.
De ahí que podría intentarse definir la ciencia económica en función de su finalidad y sus objetivos descriptivos, como “la rama de la ciencia social que describe el funcionamiento del mercado como también la manera en que cada individuo ha de adaptarse al mismo en la búsqueda de una optimización del proceso de producción, consumo e intercambios”.
Para que la economía se ubique entre las ciencias fácticas, debe fundamentarse en los siguientes aspectos:
1- Mercado (democracia económica)
2- Teoría de la acción (Psicología social)
Objetivos: promover la adaptación de todo individuo, y de la sociedad, al proceso del mercado
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