Estando la sociedad argentina dividida ideológicamente en dos sectores antagónicos, no resulta extraño que tal división involucre a la propia memoria histórica, ya que el pasado es interpretado y relatado en distinta forma según los diversos sectores en pugna. No resulta sencillo, sin embargo, advertir cuál es el factor que motiva los desencuentros, ya que no parece provenir de un problema originado según la clase social de los involucrados, sino que implica una división de tipo moral, ya que el antagonismo se produce aun entre miembros de una misma familia.
Como ejemplo de tal división podemos mencionar el caso de los Alsogaray, uno de cuyos miembros, el economista Álvaro C., fue una figura representativa entre quienes trataron de impulsar la economía capitalista en el país, mientras que dos de sus sobrinos, hijos de su hermano militar Julio, pertenecieron a un grupo armado marxista, perdiendo uno de ellos la vida en esa condición.
Mientras que en algunos países europeos existen grupos intelectuales surgidos de ambientes aristocráticos, en la Argentina existen grupos pseudo-aristocráticos cuyo principal mérito es haber heredado alguna fortuna lograda mediante las habilidades empresariales de sus antepasados, en el mejor de los casos, o bien bajo sus aptitudes para congraciarse con los gobernantes de turno. Tal es así que varios de los integrantes de Montoneros pertenecían a ese sector social. Juan José Sebreli escribió: “La base social de Montoneros era de clase alta, clase media y algunos sectores lumpen, no abundaban en cambio los obreros. Entre los doce miembros fundadores sólo había un obrero y éste provenía de la militancia católica”.
“La auto-denominación de Montoneros define la actitud reaccionaria, proclive a las utopías retrospectivas, al anticapitalismo romántico: las montoneras habían sido un desorganizado movimiento de masas campesinas del siglo XIX que, conducidas por poderosos terratenientes, defendían formas rudimentarias de producción rural destinadas a desaparecer ante el avance del capitalismo”.
“El origen de los modernos montoneros estaba en la doctrina, igualmente anticapitalista romántica, de ciertos sectores de la Iglesia” (De “Crítica de las ideas políticas argentinas”-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 2002).
La escritora Silvina Bullrich advierte la decadencia de ese sector de la sociedad que en otras épocas contribuyó al engrandecimiento del país. Al respecto escribió: “Era socia del Ocean Club y porque había dejado de pagar durante dos veranos por estar casada con Marcelo [Dupont], negaron mi condición de socia. Fue un escándalo bajo, vil, indigno de lo que debería ser una clase dirigente, pero no supo serlo, de ahí todos los males de nuestro país. Esa oligarquía débil, incapaz de responderse entre sí, trajo daños irreparables, dejó instaurarse dos gobiernos peronistas, consiguió que sus hijos se convirtieran en guerrilleros y que el peronismo, con Cámpora como Presidente de la República, ganara en el Barrio Norte cuando las últimas elecciones [en 1973]” (De “La gran burguesa” de Cristina Mucci-Grupo Editorial Norma-Buenos Aires 2003).
Podría afirmarse, aunque con cierta cautela, que la grieta social que afecta a la sociedad argentina radica en un enfrentamiento entre individuos identificados con la clase media, con cierta vocación democrática, frente a individuos que se identifican con un sector totalitario y peronista al que poco le costó pasarse del nazi-fascismo de los 40 al marxismo-leninismo de los 70. Si bien muchos consideran que el nazi-fascismo es ideológicamente opuesto al marxismo-leninismo, desde un punto de vista democrático se observan como si fuesen dos grupos mafiosos que se disputan el poder, teniendo muchos aspectos en común.
Si tuviésemos que elegir las figuras más representativas de ambos sectores, es decir, el democrático y el totalitario, encontramos al Premio Nobel Bernardo A. Houssay como lo opuesto al tirano Juan D. Perón.
La persecución a la gente decente, que se produjo durante el peronismo, tuvo algunos antecedentes en el accionar de los militares nazi-fascistas amigos y colegas de Perón. Virgilio G. Foglia relata un atentado contra la vida de Houssay en 1943: “Pero lo más grave fue la colocación de una bomba en su casa que explotó y causó daños materiales considerables sin lesionarlo por el hecho de haber cambiado de lugar segundos antes. La bomba estaba colocada en el marco de la ventana de su escritorio en su casa particular en la planta baja y él trabajaba sentado en una silla pegada a ese marco” (De “Bernardo A. Houssay. Su vida y su obra”-Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales-Buenos Aires 1981).
Los grupos extremistas, como Montoneros y el ERP, tuvieron el apoyo directo de Cuba e indirecto de la URSS, por lo cual el conflicto armado de los 70 no se pareció a una guerra civil, sino que fue un conflicto vinculado a la guerra fría y a los intentos de expansión del entonces Imperio Soviético. De ahí que el sector que inicia la agresión armada contra la Nación no debe considerarse local, sino internacional. Juan B. Yofre escribió: “Muchos observarán que trato la situación interna cubana. El papel de Fidel, en primer lugar. Luego, el Che Guevara con su fracasada fórmula: guerrilla-revolución-triunfo-socialismo, sembrando de muerte por donde pasaba. En todos lados, lo mismo, sin reparar en los costos. Hablaba de principios morales mientras fusilaba sin desdén. De no intervención, mientras se colaba donde podía. Llegó a privilegiar una invasión con extranjeros en su propio país. Ahí está, hoy reivindicado con su imagen en la Galería de Patriotas Latinoamericanos de la Casa de Gobierno. Un mensaje tétrico para las futuras generaciones o una muestra de frivolidad suicida” (De “Fue Cuba”-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 2014).
El “ritual” de iniciación en Montoneros exigía del futuro miembro el asesinato en la vía pública de un policía para quitarle el arma reglamentaria. Con ello se advertía la intención de exterminar a quienes se interpusieran a las ambiciones de los posteriormente denominados “jóvenes idealistas”. La reacción de policías y militares fue similar, ya que, por el simple instinto de supervivencia, adoptaron también la idea del exterminio del sector agresor. De ahí el nombre de “guerra sucia” con que luego se la designó. Incluso se afirma que unos de los líderes revolucionarios, Mario Roberto Santucho, estimaba en un millón la cantidad de asesinatos preventivos, contra posibles opositores, que se necesitaría realizar para la inminente implantación del socialismo en la Argentina. También Santucho pertenecía a una familia tradicional; originaria de Santiago del Estero.
Entre los promotores de la guerrilla marxista-leninista estaban también algunos sectores de la Iglesia, aunque seguía existiendo la tradicional Iglesia Católica cristiana, que era defendida por intelectuales como Carlos A. Sacheri, quien, por esa razón, fue asesinado en los años 70 por integrantes de uno de los grupos subversivos. Sacheri escribió, presagiando en cierta forma su propio destino: “Mientras el Tercermundismo pueda desarrollar libremente su obra de demolición de la autoridad y de los valores cristianos, el marxismo se extenderá dentro de la Iglesia, dando dramática actualidad a lo que denunciara Georges Bernanos: «Seremos fusilados por curas bolcheviques»…Quien quiera entender, entienda…” (De “La Iglesia clandestina”-Ediciones del Cruzamante-Buenos Aires 1977).
No se vislumbra la posibilidad de que la grieta que divide a la sociedad argentina se vaya a reducir, ya que los sectores totalitarios no admiten culpa alguna. Incluso se le ha restado todo valor e importancia a las victimas de la guerrilla, aceptándose tácitamente que no tenían derecho a la vida aunque por todas partes pregonan los “derechos humanos”. Por el contrario, los homenajes y las indemnizaciones son destinados a los caídos que pertenecían al bando agresor.
En la actualidad (2017) podemos observar, no sin cierto asombro, algunos programas de la televisión estatal en los que aparecen algunos terroristas de los 70, que fueran integrantes de Montoneros o del ERP, manteniendo sus posturas iniciales, sin reconocer culpa alguna, y promoviendo además la ideología que tantas muertes produjo. Si se sugiere un “nunca más” a la reacción brutal, se debe exigir también un “nunca más” a la acción brutal de quienes iniciaron el conflicto.
En pocos países (si es que ha habido alguno) se ha dado el caso de que importantes sectores de la población reivindiquen la acción violenta de grupos foráneos que intentaron destruir la nación para hacerla dependiente de un sanguinario imperio, como lo fue el soviético. Cometieron unos 21.000 atentados contra la propiedad, unos 750 secuestros extorsivos y alrededor de 1.000 asesinatos de individuos pertenecientes al bando argentino.
Mientras el futbolista Alfredo Distefano afirmaba, con cierto orgullo, tener dos patrias, Argentina y España, los sectores de izquierda parecen haber tenido también dos patrias: Cuba y la Unión Soviética, renunciando a la Argentina, a la que trataron de destruir material y humanamente.
Si bien muchos recomiendan mirar al futuro antes que al pasado, resulta conveniente seguir mirando nuestra historia para mostrar la realidad de los hechos y para que quienes fueron engañados con versiones incompletas de lo sucedido, salgan del engaño. El sector que avala el terrorismo marxista ni siquiera reconoce el rotundo fracaso del socialismo que pretendían imponernos por la fuerza del odio y de las armas. Por algo será que sólo tres países en el mundo todavía lo mantienen en vigencia (Corea del Norte, Cuba y Venezuela).
Si se elige al azar una semana de los años 70, con la guerrilla en pleno (en este caso una del mes de Mayo de 1973), se podrá apreciar una sucesión de actos delictivos como los que a continuación se mencionan:
18 de Mayo: Secuestro de Enrique Fridman, empresario, liberado previo pago de rescate.
Atentado con explosivos al Distrito Militar San Juan.
Atentado con explosivos a Coca-Cola de San Juan.
20 de Mayo: Asesinato de Juan Carlos Allegari, aspirante a agente policial
21 de Mayo: Secuestro de Oscar Ricardo Castell, empresario liberado previo pago de rescate
22 de Mayo: Asesinato de Dirk H. Kloosterman, Secretario General de SMATA
23 de Mayo: Emboscada y tiroteo contra Luis Giovanelli, Noemí Darrin y Luis Cianelli, directivos de Ford. Todos fueron heridos. El primero murió el 25 de Junio de 1973.
Secuestro de Aaron Bellinson, gerente de BABIC SA.
24 de Mayo: Atentado con explosivos en el domicilio de Raúl Teruel, universitario, en Santiago del Estero
(De “Por amor al odio” de Carlos Manuel Acuña-Ediciones del Pórtico-Buenos Aires 2000).
Para confirmar la afirmación previa de que la grieta social responde esencialmente a una división de la sociedad por causas morales, se hace evidente que una acción destructiva como la ejemplificada, sólo puede ser apoyada, admirada y festejada por quienes odian a la sociedad a tal extremo que legitiman el secuestro o el asesinato de personas comunes y corrientes, como policías, empleados o gremialistas.
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2 comentarios:
Nuevamente estoy de acuerdo con lo expuesto. Sólo comentaré sobre LA GRIETA. Si bien el actual gobierno con un extraordinario esfuerzo trata de cerrarla o al menos crear las condiciones para ello en un corto plazo, estimo que ésta no se cerrará en mucho tiempo. El 30 % de población ignorante, ideologizada y propensa a la sumisión a los totalitarismos con líderes mesiánicos, no claudicará. Creo que el o los gobiernos deberían profundizar dicha grieta y enterrar en ella a esta porción de compatriotas irrecuperables (en sentido metafórico obviamente).
En otras palabras, deberían ser aislados civil y políticamente para que su accionar fuera intrascendente y sólo la renovación biológica los diluyera a través de los años. Intentar recuperarlos con la educación actual demandaría ordenar antes el sistema educativo, lo que de por sí demandaría también décadas de esfuerzo.
Es un problema generalizado. Un periodista de CNN decía que gran parte de los jóvenes norteamericanos pretendían votar por Sanders (socialista), mientras que los viejos votaron por Trump....
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